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David Knopfler, música en la tempestad

David Knopfler, música en la tempestad

Foto de portada: Dirk Ballarin.

La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas. 

Platón

Hoy he querido traer a Zenda a un gran músico cuyas canciones tienen la capacidad de templar el estado de ánimo, que es justamente lo que requieren estos tiempos. Su nombre es David Knopfler. Su larga trayectoria como compositor, guitarrista, pianista y cantante le avala su reconocimiento como uno de los más prestigiosos e influyentes músicos de Reino Unido. Desde los once años profesa su amor por Euterpe, y a los catorce ya daba sus primeros conciertos en clubs de folk por el condado de Newcastle. Su apellido es legendario, pues fundó junto a su hermano Mark la mítica banda Dire Straits, con la que grabó los dos primeros discos: Dire Straits (1978) y Communiqué (1979), joyas que contienen piezas inmortales como Sultans of swing, Where do think you’re going? o Once upon a time in the west. A mitad de la creación del tercer álbum Making Movies (1980) decidió embarcar su carrera en solitario, sacando al mercado su álbum Release en 1983, en el que participa el gran bajista John Illsley, también miembro de Dire Straits. El éxito abrumador de la famosa banda, las continuas giras internacionales, los grandes escenarios y la exigencia de la industria discográfica significaban un precio por el que David Knopfler no estaba dispuesto en hipotecar su vida. Tenía mucho que contar, pero ante una audiencia más íntima. Así es como él mismo lo resumió: «Reservé un vuelo, hice las maletas, volví a Reino Unido y no me arrepentí ni un solo segundo, no lo he hecho desde entonces».

Posteriormente ha trabajado con músicos de la categoría del teclista Alan Clark o el saxofonista Chris Rea, ha compuesto para otros autores como Megan Slankard, Wendy Lands o Amilia Spicer, y también es autor de bandas sonoras para el cine como la película Jacob del director Mircea Daneliuc. Actualmente tiene publicados veintitrés extraordinarios álbumes en los que progresivamente se ve una evolución del estilo roquero inicial al melódico, que caracteriza sus dos últimas décadas, con sonidos que a veces recuerdan al Country, el Folk y el Jazz. David Knopfler tiene su propia discográfica —Paris Records—, y ha publicado un libro de poemas titulado Blood Stones and Rhythmic Beasts (BlackWing, 2005).

Busco la resistencia, para combatir
El mayor Némesis, yo mismo,
Para así, al llegar el crepúsculo,
Pueda tejer los sueños de mi resurrección
Penetrando en el firmamento
Sin temor, esencial en tu luz,
Purificado… animado.

(David Knopfler, fragmento del poema Escalando)

Desde su casa, David Knopfler encuentra el retiro necesario para la inspiración, para meditar y poder así componer bellísimas letras y melodías. Su espíritu profundo e introspectivo y, yo diría, algo melancólico, se trasluce en esas fluidas composiciones, con un compás y armonía que acarician el alma. Él se reconoce a sí mismo como una persona introvertida que le confiesa a su piano y a sus guitarras lo que solo la poesía y la música pueden expresar, ese especial arte de trazos y acordes en movimiento que ordena (o descompone) los estantes de nuestras emociones.

Sus composiciones, especialmente las de sus últimos discos (Heartlands, Last Train Leaving, Songs of Loss and Love, Shooting for the Moon, Acoustic) parecen surgidas de una tarde tranquila, mientras el sol se oculta por alguna colina de las Highlands, en su tierra natal, o cerca de alguna playa norteña donde el mar danza con el viento. La melodiosa música de David Knopfler te coge de la mano para llevarte a un paseo mientras te cuenta historias, como lo hacían Bob Dylan, Joni Mitchell, o Leonard Cohen. Un viaje constante, sin grandes subidas y bajadas, en el que los sentidos, agradecidos, perciben la sensación pausada de que todo está bien, en orden. Y sencillamente, uno se deja llevar.

Es algo que sucede, por ejemplo, con estos magníficos temas que les invito a escuchar. Adecuen el volumen y dejen que le mente haga el resto:

Waiting for the Call (Heartlands, 2019):

Only a Miracle (Last Train Leaving, 2020):

Walk Around (Songs of Loss and Love, 2021):

Shooting for the Moon (Shooting for the Moon, 2022)

***

—David, qué gran placer hablar contigo. Empecemos si te parece con tus inicios. ¿Cómo recuerdas tus primeros conciertos siendo un adolescente?

—Creo que mis primeros conciertos fueron como guitarrista acompañante de una cantante por los clubes locales de trabajadores del noreste, haciendo spots cuando tenía unos 14 años, y luego tuvimos una banda de rock no muy buena cuando tenía 15 o 16 años. Empecé a tocar en los clubes folclóricos por mi cuenta alrededor de los 21 años, con pequeñas actuaciones de unas tres canciones y, por supuesto, mi hermano Mark y yo empezamos a trabajar juntos, primero como dúo y luego como Dire Straits.

—Desde tu álbum Release hasta el más reciente Shooting for the Moon han pasado casi 40 años. ¿Alguna vez pensaste que harías algo diferente a lo que haces?

"Sólo tú puedes decidir entonces si, a pesar de existir un muro de indiferencia hacia tu trabajo, crees que vale la pena dedicar tu vida a ello"

—Es una buena pregunta. Me pregunto: ¿qué podría haber hecho de forma diferente? Cuando todavía intentaba conseguir contratos discográficos, probablemente tuve que comprometerme demasiado para conseguir la financiación que me permitiera desarrollar mi arte. Varios de mis primeros discos no fueron tan eficaces en su producción como me hubiera gustado, pero cada fracaso a la hora de expresarte es relativo, y te da impulso para hacerlo mejor la próxima vez. No estoy seguro de que sea posible servir a dos amos: a Mammón (el dios de la avaricia) o a la Musa. Si decides abrazar por completo a tu artista interior y, como dice Joseph Campbell, seguir tu felicidad, puede que haya un espinoso camino de oscuridad en tu horizonte. Sólo tú puedes decidir entonces si, a pesar de existir un muro de indiferencia hacia tu trabajo, crees que vale la pena dedicar tu vida a ello. En realidad, nunca sentí que tuviera elección. La sensibilidad artística es casi un defecto de la personalidad: si la tienes, no es probable que seas realmente bueno por naturaleza en otra cosa: el arte te elige a ti, no al revés.

Mark y David Knopfler.

—¿Cómo es tu proceso de creación?

—Por lo general, no me propongo decir algo concreto, sino que dejo que el proceso de creación de la obra me lleve a la aventura. En realidad no hay fórmulas. A veces se consigue una obra decente y otras no. A veces empiezo con una parte de la letra, y a veces con una idea musical. El inicio es bastante instintivo: el arte de saber qué guardar y qué desechar, y el cómo llegar mejor a donde la canción parece querer ir hace la mayor parte del resto.

—¿Necesitas alejarte para escribir y componer?

"Creo que lo que más me gusta es el piano, pero también me encanta tocar la guitarra. Yo era un pésimo baterista, y todavía lo soy, aunque casi me salgo con la mía"

—Me gusta tener un lugar tranquilo, pero no es esencial; puedo ser creativo casi en cualquier sitio. En los últimos años me he vuelto muy dependiente de mi ordenador y de su software musical, ya que tiendo a completar mi trabajo en gran medida en mi propio estudio, pero necesitas muchas cosas para que te funcionen: buenas ideas originales, buenas guitarras, un piano de cola, buenos micrófonos, una lista de músicos de sesión a los que puedas llamar para hacer sobregrabaciones. No hay una sola cosa en realidad, e incluso entonces casi necesitas que los ángeles te ofrezcan algo de ayuda para que una canción te hable de verdad.

—Eres pianista, guitarrista, tocas el bajo, la batería… ¿Con qué instrumento musical te sientes más cómodo?

—Creo que lo que más me gusta es el piano, pero también me encanta tocar la guitarra. Yo era un pésimo baterista, y todavía lo soy, aunque casi me salgo con la mía.

—¿Qué sientes al interpretar una pieza musical?

—Dos sets de cuarenta y cinco minutos —esto no debería ser muy difícil—. Gracias a Dios tengo a Harry Bogdanovs conmigo.

—Recuerdo la preciosa letra de The King of Ashes del álbum Wishbones. ¿Sientes que, como el protagonista de tu canción, también renaces?

"Creo que se tiene que tener la sensación de autenticidad, pero la imaginación puede llenar muchos espacios en blanco"

—[David se ríe ante la pregunta]. No creo que se deba asumir nunca que el relato y el narrador son la misma cosa. Cuando me escucho a mí mismo a través de los altavoces con mi sombrero de productor puesto, me pregunto: ¿Me lo creo? Una buena canción tiene que tener algo que parezca honesto. Como un novelista, tomas aspectos de ti mismo y luego juegas con ellos. A veces pueden ser casi autobiográficos, otras veces la canción insiste en ser su propia creación.

©Dirk Ballarin

—¿Son tus letras reflejos de estados personales?

—Probablemente, en su mayoría, sí.

—David, tu música me parece muy honesta. ¿Es necesario en el Arte pasar por el proceso de apertura al público, aunque ello implique despojarse de la armadura que todos llevamos?

—Hay que arriesgarse y exponerse hasta cierto punto. Springsteen lo llamó esa cosa de la honestidad. Creo que se tiene que tener la sensación de autenticidad, pero la imaginación puede llenar muchos espacios en blanco. Tengo una canción que se titula Hard Times in Idaho y que yo recuerde nunca he estado en Idaho, pero evoca la imagen de un viejo a caballo en un lugar frío y nevado… Bueno, tampoco he montado nunca a caballo. ¿Eso hace que la canción no sea auténtica…? No lo creo… Las canciones pueden ser todo tipo de cosas… y a veces una mezcla de ellas. Es interminable… Afortunadamente… porque me encanta el viaje y el único destino será un oscuro silencio, así que no tengamos demasiada prisa por llegar.

—Tus composiciones tienen bastantes referencias espirituales. ¿Qué significado tiene la espiritualidad para ti?

"A diferencia de Rusia, hasta ahora hemos conseguido evitar un control excesivamente totalitario del Estado sobre nosotros, pero eso no significa que podamos dar por sentadas nuestras democracias liberales"

—La verdad es que no lo sé. Ahora mismo estoy un poco desanimado, pero si hay algo que puede reavivarlo es, probablemente, la música. El amor trae satisfacción, y la satisfacción hace que la necesidad de un elemento espiritual en tu vida sea menos apremiante. Voy a cumplir 70 años a finales de este año… no parece ni remotamente real ni posible… pero, sin embargo, es cierto… El mero hecho de atravesar el aluvión de cosas que la vida ordinaria nos exige hoy en día es casi suficiente para seguir adelante. Me impide constantemente entrar en el estudio, donde generalmente preferiría estar.

—Tengo entendido que eres practicante de la filosofía oriental iChing

—Perdí mis excelentes monedas en nuestra última mudanza, hace unos cinco años, y no me he acercado a ellas desde entonces. Nunca fui un verdadero creyente, sólo un aficionado. Sin embargo, me gustaría poder encontrar esas monedas. Eran bonitas y sólidas y venían con un juego de cartas iChing, aunque sólo las he utilizado con varios libros iChing. Volvería a comprar las cartas si pudiera recordar quién las fabricó, sólo para tener las monedas, si no las hubiera perdido también.

©Ralf Schulze

—Eres bastante activo en las redes sociales, donde hablas con franqueza y sin paliativos sobre aspectos de la política de tu país, y has sido especialmente crítico con el Brexit. Sin duda Boris Jonhson no pensaba en los músicos cuando llevó a vuestro país a esta cerrazón con Europa.

"La poesía es una cosa mágica que salva vidas. Igual que la música, tiene muchos propósitos que puede cumplir. Por dónde empezar..."

—Arreglando el mundo con un post de Facebook [David sonríe guiñándome el ojo]. Lo único bueno que se puede decir de nuestro payaso oportunista, Boris Johnson —que puso su carrera por delante de los mejores intereses de nuestra nación—, es que todavía vivimos, o casi, en un país donde puedo compararlo con un villano de Shakespeare, como Ricardo III o Claudio (Hamlet), sin que la policía secreta llame a la puerta. A diferencia de Rusia, hasta ahora hemos conseguido evitar un control excesivamente totalitario del Estado sobre nosotros, pero eso no significa que podamos dar por sentadas nuestras democracias liberales, aunque imagino que España, con su turbulenta historia, de guerra civil y luego de fascismo franquista, probablemente entiende eso mejor que la mayoría y, por tanto, abraza su pertenencia a la UE con mayor entusiasmo que el Reino Unido. La UE ha sido un regalo precioso; tirarlo por la borda de forma tan gratuita, como ha hecho el Reino Unido, es francamente una tragedia absoluta.

—Hay mucha poesía en el diseño de las portadas de tus discos. Son sugerentes y evocadoras. Tienen algo de There and back again de Bilbo Baggins. No sé si estarás de acuerdo.

—Es gracias a Mi adorable amor Leslie, mi esposa, ella ha asumido el papel de directora de arte de mis Digipacs. Y Ella es probablemente la que se inclina más por los temas pastorales que por los urbanos.

—Hay un tema muy especial en el álbum Heartlands, titulado Waiting for the call. ¿Cuál es la historia de esa emotiva canción?

—Supongo que es un poco una meditación sobre la muerte. Varias personas mayores estaban en mi mente cuando la escribí, pero especialmente mi madre, que había fallecido recientemente en el momento de escribir ese tema. Supongo que eso influyó, en cierta medida, en la creación de la canción… pero también es una meditación sobre nuestra propia mortalidad, algo que suele ir unido a la edad.

—¿Qué es para ti la poesía, qué representa en tu música, y en tu vida?

—La poesía es una cosa mágica que salva vidas. Igual que la música, tiene muchos propósitos que puede cumplir. Por dónde empezar…

—¿Me podrías contar, por favor, la historia que hay detrás del tema que compusiste titulado Only a Miracle? Es una de mis canciones favoritas…

"No estoy seguro de lo que tiene que decir la música a la Historia; supongo que podría aportar algo de historia social"

—Es una canción realmente misteriosa —podría escribir un párrafo para casi cada línea de la misma—. Es una buena ilustración del trabajo de un artista. A mí también me gusta mucho. No creo que quiera descifrarla realmente. En el corazón de una buena canción o un buen poema suele haber preguntas sin respuesta. Eso es bueno, porque entonces nos impulsa a hacer nuestra propia lectura y análisis, y a construir nuestra propia obra, sea cual sea. Tuve un poco de suerte con esto: las cosas se juntaron muy fácilmente y de forma muy natural.

© Dirk Ballarin

—En estos días negros de guerra me acuerdo de un estribillo: the darkest hour is gone with the dawn, de tu canción Carry On. ¿Qué puede aportar la música a la Historia en este tiempo?

—La música es un lenguaje universal de las emociones. Puede ser la banda sonora de nuestras vidas. Todos podemos sentirnos igualmente conmovidos por una pieza musical, independientemente de dónde hayamos nacido o dónde vivamos. No estoy seguro de lo que tiene que decir la música a la Historia; supongo que podría aportar algo de historia social. Es un tema muy amplio, y habría que definir qué tipo de música. Hay canciones de protesta sobre un montón de cosas diferentes, al igual que hay canciones personales e íntimas.

—David, qué consejo nos darías para salir adelante en estos tiempos difíciles.

—Cuida tu cuerpo, y tu mente se alineará. Con eso puedes intentar muchas de las cosas que te sientes inclinado a hacer. Sé valiente —no tengas miedo—, las puertas se abrirán antes de que llames a ellas una vez que le digas sin ambigüedades al universo cómo quieres servirlo.

—Muchas gracias, David. Tu música ha sido una parte de mi banda sonora durante esta pandemia, y lo es ahora, en tiempos de guerra.

—Ucrania debe prevalecer en este período asesino de la historia del siglo XXI. Hitler estaba sumamente confiado y sólo un par de años después Berlín fue completamente arrasado. Moscú debe ser consciente tanto de las fuerzas que Putin ha desatado en su desmedida impotencia, como de que ellos mismos —el pueblo de Rusia— estén permitiendo que sea justamente su despreciado matón. Que su bárbaro e ilegal empeño fracase de forma global e irreversible.

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