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Desertion, de Abdulrazak Gurnah

Desertion, de Abdulrazak Gurnah

Tras fallarse el jueves el Nobel de Literatura ha venido a suceder un poco lo de siempre en los últimos años y, supongo que durante toda la historia de este premio. Hay voces que se alzan y se preguntan quién es el tal Abdulrazak Guarnah que se lo ha llevado, y si realmente se lo merece comparado con otros nombres que han sonado de manera insistente a lo largo de esta semana. Yo entonces miro atrás y me pregunto si Gabriel García Márquez o Jaroslav Seifer fueron fáciles de pronunciar en todos los países hace ya cuarenta años y si nos damos cuenta de lo difícil que es otorgar un premio de esta envergadura sin caer en una de las millones de trampas que llevan consigo estas decisiones. Y es que, a fin de cuentas, como ya se dijo hace tiempo por parte de la Academia, seguramente no premien al mejor escritor, pero sí a uno de los mejores. El caso es que este año se ha llevado el galardón Gurnah, un escritor nacido en Tanzania y afincado en el Reino Unido del cual he tenido el placer de leer al menos uno de sus títulos: Desertion.

La novela está narrada por el hijo de un maestro de escuela en Zanzíbar durante el proceso a la independencia política de la zona. Y cuenta en un primer momento la historia del mzungu, hombre blanco europeo, que apareció a los pies del comerciante Hassanale una mañana justo antes de ir a abrir la mezquita y llamar al rezo. Un hecho de tanta importancia no tarda en llegar a oídos de Frederik, el oficial inglés de la zona, que se lo lleva a su casa y termina por acusar a Hassanale del robo de las pertenencias de este hombre, Pearce. La novela avanza y Pearce, sintiéndose culpable, visita al comerciante y conoce a su hermana Rehana, de la que se enamora. Todo esto sucede entre parajes que el autor describe como excusa para contarnos la vida en los últimos años del colonialismo en el que las costumbres se mezclaban y las sociedades no. Tanto es así que el inglés llega al pueblo arrugando la nariz ante la basura que parece salir directamente a su encuentro. Y es que el tono que utiliza Gurnah en su relato se asemeja más al cuento oriental que a la novela, explica el nacimiento de una leyenda y la mezcla de costumbres en una zona en la que la población parece resistirse al cambio pese a que el lector perciba cada pequeño matiz introducido por los ingleses, que el escritor deja como perlas sueltas entre nacimientos de leyendas y comportamientos arraigados.

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