Quien ha tenido uno, lo sabe: los pueblos son un territorio mítico de la infancia. Y quien tuvo la mala suerte de carecer de uno porque sus padres y sus abuelos ya habían nacido en grandes ciudades, se pasó la infancia y buena parte de la adolescencia lamentando no tener un pueblo propio: grupos de amigos que siempre eran mejores, más valientes y divertidos que los del instituto; primeros amores que relatar en septiembre con detalles quizás sospechosos e inverosímiles; noches eternas, sin vigilancia paterna, en verbenas de verano, junto a la orilla del río, en construcciones abandonadas en mitad de la maleza.
La protagonista de Bosques aún más profundos, de Sarai Herrera, regresa —¿por qué siempre regresa?— a un pueblo ensombrecido por relatos de dolor, de traición y de muerte. Las calles están hundidas en la tierra, y cuentan que es porque hace muchos, muchos años un ángel cayó en el centro del pueblo. Todos querían algo de él: agarraron sus plumas, desollaron su piel mientras intentaba huir. Al impulsarse para dar un gran salto y volver al cielo, el ángel hundió el pueblo en la tierra.
Hay más historias. Cuentan que los muertos flotan por la acequia que va a dar a algún punto desconocido en el corazón del bosque. Cuentan que los muertos aquí no te abandonan del todo. Ella lo sabe bien: cada vez que regresa al pueblo puede sentir los pies de su tío Antonio flotando unos centímetros por encima de sus hombros. Lo lleva a todas partes: un fantasma ahorcado, un hombre niño que nunca creció y del que todos se aprovecharon al creerlo santo. Los familiares del pueblo también tienen algo de mítico: uno nunca llega a conocerlos del todo, son un remiendo de las cosas terribles que cuentan otros acerca de sus vidas.
Bosques aún más profundos es una novela breve que en poco más de cien páginas recoge muchos tipos de oscuridades. Está la de ese pueblo maldito, con sus leyendas, sus rumores sobre vecinos perturbadores, sus fantasmas que flotan por encima de tus hombros porque necesitan que se les haga justicia. Está la del bosque, que atrae como un imán, algo peligroso y magnífico aguarda en su corazón, un secreto. Está también la oscuridad familiar: un padre que debiera ser bueno, pero que hace daño, una y otra vez. Y está la oscuridad propia, esa que madura en nuestro interior cuando pasamos de la niñez a la adolescencia, que nos hace movernos a trompicones por el mundo, como la protagonista de este libro.
La editorial barcelonesa Blackie Books parece haber estrenado una nueva línea editorial con dos títulos de formato narrativo breve, con unas cubiertas tan originales como características que son marca de la casa. Apuestan por dos autoras españolas aún poco conocidas: Amiga mía, de Raquel Congosto, y la que nos ocupa, Bosques aún más profundos, de Sarai Herrera. Esta autora lleva el terror impregnado en la piel. Es una de las cabezas pensantes detrás de la editorial independiente Horror Vacui, que con tanto acierto está publicando clásicos y contemporáneos del género, así como antologías de cuentos —Gótico urbano, Perversas…— de lo más interesantes.
El terror de Sarai Herrera, autora del libro de relatos La genealogía del ciervo (Piedra Papel Libros, 2020) huye de lo efectista y lo manido. Se despliega poco a poco, simbólico, con un cuidado extremo por el estilo y el ritmo, como un arrullo. Tiene algo de cuento de hadas, y sin embargo por la historia también fluye la más cruda de las realidades: la del odio entre vecinos, la de las heridas abiertas, la del maltrato familiar, la del odio a uno mismo. Aventurarse en la lectura de Bosques aún más profundos es una invitación a cruzar un umbral efectivamente mitológico. Su lectura será breve, pero este pueblo deja un poso difícil de sacarse de encima.
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Autor: Sarai Herrera. Título: Bosques aún más profundos. Editorial: Blackie Books. Venta: Todostuslibros


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