El encantamiento de la juventud

Durante más de cuatro décadas compartió vida y literatura con Paul Auster, conformando una de las parejas más emblemáticas del panorama literario mundial. Si Auster fue el maestro de la contingencia, el azar y los juegos formales brillantes, Hustvedt representa el polo complementario: una narrativa más convencional en su arquitectura, pero dotada de una profundidad psicológica que hace que sus personajes respiren con una intensidad casi tangible. Donde Auster despliega piruetas metaliterarias y laberintos conceptuales, Hustvedt excava en los pliegues del inconsciente, en las heridas ocultas, en esa zona nebulosa donde convergen memoria, deseo y trauma. Compararlos resulta, en el fondo, un tanto absurdo: son escritores radicalmente distintos que, sin embargo, se leían mutuamente cada texto, editándose el uno al otro en la casa de Brooklyn que habitaron juntos.

El hechizo de Lily Dahl, publicada en 1996, es una novela de relativa juventud que anticipa los territorios mayores que Hustvedt exploraría después en obras como Todo cuanto amé o El mundo deslumbrante. Se trata de una peculiar Bildungsroman —o novela de formación, como dicen los alemanes— protagonizada por Lily Dahl, una joven camarera de diecisiete años que vive en Webster, Minnesota, un pueblo pequeño del Medio Oeste donde todo el mundo conoce los secretos de todos. Lily sueña con ser actriz, fascinada por Marilyn Monroe en Bus Stop, y trabaja desde antes del amanecer en la única cafetería del pueblo, sirviendo desayunos a los mismos clientes de siempre.

La novela funciona como un fascinante híbrido de thriller psicológico, romance y crónica de iniciación, todo ello envuelto en esa atmósfera extraña —casi onírica— que caracteriza la prosa de Hustvedt. Cuando comienzan a suceder acontecimientos inquietantes en Webster —rumores de esposas enterradas vivas, apariciones nocturnas, actos de locura inexplicable—, Lily se ve arrastrada hacia un misterio que la obliga a adentrarse en las sombras del pueblo y de sí misma. La aparición de Ed Shapiro, un atractivo pintor judío forastero que trabaja en lienzos misteriosos durante la noche, desencadena en Lily un despertar erótico y existencial que la empuja más allá de los límites de su pequeño mundo conocido.

Lo que Hustvedt captura con maestría es esa perspectiva juvenil del eterno descubrimiento, esa mirada que ve el mundo como si todo fuera posible y, al mismo tiempo, potencialmente amenazador. Lily es dura, hermosa y valiente —una heroína a la antigua—, pero también tremendamente vulnerable, atrapada en esa frontera ambigua entre la adolescencia y la edad adulta donde todo se vive con una intensidad desmesurada. La escritura de Hustvedt aquí es suelta, ágil, despojada de artificios, con una cadencia que prefigura la densidad reflexiva de sus obras posteriores pero que mantiene un ritmo narrativo que no decae.

El verdadero triunfo de esta novela radica en su capacidad para hacer extraño lo ordinario, para revelar cómo toda extrañeza está arraigada en lo cotidiano. Los personajes secundarios —Martin Petersen, el excéntrico solitario que fue compañero de juegos de Lily; los granjeros perturbados Frank y Dick— están trazados con esa mezcla de realismo y ambigüedad que convierte el pueblo de Webster en un microcosmos donde lo paranormal, lo onírico y lo psicológico se funden sin fisuras. Hustvedt explora ese territorio fronterizo donde la percepción se desdibuja, donde no sabemos si lo que vemos es producto de la realidad exterior o de los fantasmas interiores. En estos espacios cerrados, el pasado nunca muere del todo: los crímenes sin resolver, los rencores antiguos, las historias familiares turbias se arrastran durante décadas, conformando una memoria colectiva que condiciona el presente.

El hechizo de Lily Dahl habla de la imprevisibilidad de la vida y de la vulnerabilidad esencial del ser humano. Nada es seguro, nada es como creemos: el rostro que nos saluda cada mañana puede esconder algo que jamás podríamos sospechar. Con esta novela, Siri Hustvedt demuestra que ya desde sus primeros trabajos combinaba la inteligencia analítica con la intuición poética, que explora el psicoanálisis sin renunciar al placer narrativo, y que entiende que toda historia es, en el fondo, una historia sobre cómo habitamos este mundo incomprensible.

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Autora: Siri Hustvedt. Título: El hechizo de Lily Dahl. Traducción: Javier Calvo. Editorial: Seix Barral. Venta: Todos tus libros.