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El nazismo visto por «La niña que miraba los trenes partir» desde un ropero

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El nazismo visto por «La niña que miraba los trenes partir» desde un ropero

Con 8 años, Charlotte Grunberg, belga de origen judío, vivió la Segunda Guerra Mundial escondida en un ropero para no ser enviada a un campo de concentración. Tras setenta años de silencio, su historia ha salido a la luz con la novela La niña que miraba los trenes partir del escritor uruguayo Ruperto Long.

«Nunca va a haber suficientes libros sobre la Segunda Guerra Mundial; decir que hay demasiado escrito sobre la guerra es negacionismo», ha declarado a Efe Grunberg, que confiesa que se atrevió a contar su historia porque «sentía que el mundo no había aprendido nada».

La novela da voz a Charlotte, pero también a su tío Alter, miembro del Consejo Judío del gueto de Varsovia; al uruguayo Domingo López Delgado, que se unió como voluntario de las fuerzas de la Francia Libre, y al militar de origen georgiano Dimitri Amilakvari, que se puso al frente de la Legión Extranjera para cambiar el curso de la historia.

«Nunca hubo descanso ni pausa en la necesidad de huir», recuerda Grunberg, que tras la guerra reconstruyó su vida en Uruguay como rectora de la Universidad ORT, y que celebra que Ruperto Long haya contado su historia en esta obra publicada por Summa de Letras porque ha sido «una experiencia necesaria» la de abrir su caja de recuerdos «que no iba por retazos, salió todo de golpe».

Ruperto Long coincidió con ella en un acto en el que le preguntó dónde había pasado los años de la guerra, y la respuesta «inició una historia que tenía que ser contada», según el propio escritor, que reconoce que le costó conseguir el «sí» de Charlotte, que no se consideraba a sí misma una superviviente del holocausto por no haber pasado por los campos de concentración.

Long inició entonces un viaje para recorrer las ciudades francesas por las que habían pasado la pequeña y su familia en la huida, «para interpretar sus recuerdos, que al fin y al cabo estaban dulcificados por sus propios padres y ella en ocasiones no entendía nada», y también para contextualizar y aportar otros testimonios reales.

«Me parecía importante dar también voz a personas que no nos son agradables», destaca el autor sobre la presencia en su libro de personajes como Klaus Barbie, militar nazi conocido como ‘el carnicero de Lyon’, porque «la historia constatable hay que respetarla, y este tipo de personajes sirven para entender el resto de historias».

La novela está plagada de detalles sobre las vivencias de la niña Charlotte durante su huida, como cuando su madre le hizo un dominó a ella y a su hermano con el papel de un panfleto que exhortaba a denunciar a los judíos, y esto para Long es importante porque «son los detalles los que hacen la historia: sin ellos solo son datos».

«La xenofobia, el racismo, las persecuciones tuvieron su mayor eclosión en la II Guerra Mundial, pero se repite todos los días porque siempre buscamos la diferencia en el otro y no lo que nos une», concluye sobre la importancia de su historia el escritor y político que ha publicado otros libros de temática social como La mujer que volvió del abismo, sobre la trata de blancas.

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