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En el umbral de la verdad

En el umbral de la verdad

En una conferencia dictada en 2013 George Steiner colocaba la herejía en la base del pensamiento racional en Occidente: “La herejía, el desacuerdo y la crítica son los umbrales de la verdad”. En efecto, el hereje indaga en las creencias de su tiempo, las pone en duda y las somete a debate, y fracasa cuando no es capaz de resquebrajar el muro de lo establecido. Esa derrota, puesto que si a alguien se le declara hereje es que ha sido vencido o al menos separado de su primitiva comunidad, le confiere un aura romántica que aumenta su atractivo. Convencido de que el mundo que le rodea está inmerso en el error, su tenacidad y lo empecinado de su lucha lo lleva a, como mínimo, ganarse el respeto de la posteridad. Si, como atinadamente apunta Javier Ruiz Martín, “los dogmas religiosos ejercen un influjo irresistible, porque apelan a lo menos racional del ser humano”, la batalla del discrepante discurre en paralelo a la de la tolerancia y la libertad de conciencia.

Como es lógico, hay cientos de herejes famosos a lo largo de los tiempos, pero en la colección en la que ha aparecido este libro, inaugurada con Cinco enigmas de la Historia de Martín Casariego, era obligatorio centrarse en sólo cinco de ellos. En la génesis conceptual de “La quinta historia” se ha considerado que ese número garantiza una variedad amplia de enfoques en el tratamiento de un tema histórico sin que se pierda por ello profundidad o intensidad narrativa. En Cinco grandes herejes se logra ese objetivo, y, además, página a página se transmite la complicidad del autor por los personajes que elige y retrata.

"Dos herejes del siglo XVI, el de Lutero, son ejemplo de la contestación intelectual: el español Miguel Servet y el italiano Giordano Bruno"

En primer lugar, Akenatón, décimo faraón de la dinastía XVIII, que reinó hacia 1353-1336 a.C., un pionero en retar la fe dominante. Actuando desde el poder, quiso fundar la primera religión monoteísta. Su intento de reforzar su autoridad exigía imponerse a los sacerdotes de Amón, pero tal empeño, elitista y seguramente prematuro, ha quedado en la larga historia del Egipto faraónico como un paréntesis. Con su heredero, Tutankamón, comenzó la restauración de la supremacía de la antigua casta sacerdotal. La siguiente dinastía fue aún más allá, pues intentó destruir hasta el recuerdo del hereje.

Arrio fue un teólogo inquieto y obstinado en un tiempo en el que el canon cristiano aún estaba en construcción, en los años previos al concilio de Nicea (325 de nuestra era). Negó la Trinidad y la divinidad de Cristo, por haber sido creado y no ser en consecuencia eterno, y fue expulsado del seno de la Iglesia. Pero estuvo cerca de triunfar, según evidencian los quince sínodos que aprobaron sus tesis en la época.

"Y es que, como se deduce de la lectura de este sugestivo libro, el desafío a la autoridad, en sus vertientes política y espiritual, es lo que vincula a estos luchadores solitarios"

Dos herejes del siglo XVI, el de Lutero, son ejemplo de la contestación intelectual: el español Miguel Servet y el italiano Giordano Bruno. Servet abogaba por una religión próxima al cristianismo primitivo y también cuestionó el misterio de la Trinidad. Huyendo de sus inquisidores se refugió en Ginebra, para allí toparse con un Calvino aún más intolerante. De Giordano Bruno, Ruiz Martín destaca una gran paradoja: “aun siendo un hombre sutilmente creyente —fue fraile dominico—, expresó como ningún otro la soledad del ser humano ante la inmensidad del universo, que él intuyó infinito, y acaso sin ser consciente de ello dio el primer paso hacia la posibilidad de la inexistencia de Dios». A ambos su heterodoxia en una época convulsa y cruel los acabaría destinando a perecer en la hoguera.

El caso de John Wesley, ya en el siglo XVIII, es mucho menos dramático: nunca se consideró hereje ni renunció a los valores de la Iglesia Anglicana, pero en la práctica fue proscrito y llegó a fundar una nueva religión, o, siendo estrictos, una nueva organización religiosa. El metodismo se extendió por todo el mundo, aunque atomizado a veces hasta el extremo, con innumerables grupos que no reconocen otra autoridad que la del propio líder que los reúne.

Y es que, como se deduce de la lectura de este sugestivo libro, el desafío a la autoridad, en sus vertientes política y espiritual, es lo que vincula a estos luchadores solitarios. Quizá la rebeldía no alcance a capturar la verdad, pero sin duda se asoma a su puerta.

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Autor: Javier Ruiz Martín. Título: Cinco grandes herejes. Editorial: Ladera Norte. Venta: Todos tus libros.

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