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Escribir para entender el mundo

Escribir para entender el mundo

“Cuando escribo, completo lo que no recuerdo”, dice Rosa Ribas en su última novela, Peces abisales, un memoir literario en el más amplio sentido del concepto. Ribas desgrana episodios de su vida que se entretejen con sus miedos y su, siempre presente, particular forma de ver la vida y la forma en que esta se fue dirigiendo a la literatura. Comparte con el lector su infancia en El Prat de Llobregat, sus miedos y recuerdos fragmentados hasta que el lector tiene delante a una niña más o menos tímida que buscaba llenar el mundo que la rodeaba tanto como plasmar cada descubrimiento. Nos invita a acompañar a la mujer que hoy conocemos por su obra durante el proceso de su formación interior como amante de las letras, ya que no solo habla de la escritura: todo el libro es un homenaje a la lectura y la palabra. Descubrimos a una mujer que siente fascinación por la palabra y es capaz de contagiar al lector de su pasión mediante pequeños detalles: el roce del grafito en el papel, la capacidad de cada palabra para tener un significado propio basado en parte en los sentimientos que asociamos a ella, las diferencias sutiles pero importantes que esconden las palabras que aparentemente significan lo mismo en distintos idiomas… Y se repite el sustantivo una y otra vez: palabras; las que aprendió y ahora tal vez no recuerde, las que descubrió por primera vez en otro idioma, las que asocia a un momento, las que mete en la novela por el simple placer de poder hacerlo. Todas importantes y vitales para lograr un ambiente casi poético que se lee como un homenaje a todas ellas.

"Cuenta la autora en la novela que cuando mira el mar no puede evitar preguntarse todo lo que esconde bajo sus aguas: los barcos hundidos, los aviones caídos, los tesoros y los peces abisales"

“Necesitamos contarnos para ser”, afirma en un texto en el que las cosas existen a medida que se verbalizan, que se escriben. Si hubiera anotado el nombre de la mujer sobre la que se sentó cuando viajó con un coro ahora lo recordaría, piensa el lector mientras recuerda que poco antes le ha enseñado que no es posible hacer una descripción completa de cada detalle. Quizás por eso la novela se centra más en sensaciones. Dicen que hay libros que buscan el cerebro; si eso es cierto, este busca el corazón, y lo hace de una forma casi lírica, embelleciendo la literatura desde dentro. Para la autora el mundo está poblado de miedos que la han acompañado toda la vida, tanto como aquellos libros que recuerda de su infancia, esos que la han acompañado a lo largo de sus mudanzas, en su viaje a Alemania, donde estuvo tres décadas, y también en su regreso a España.

Ribas defiende la ficción como parte intrínseca de las personas. Desde el “yo no he sido” de la infancia hasta la creación de personajes e historias. En un mundo en el que no podemos elegir ni siquiera nuestro nombre, la ficción otorga esa capacidad al creador y con ella la responsabilidad de elegir cada vía, cada línea. Una ficción que se entreteje con su realidad al convertirla en viajera literaria frente a una realidad en la que no le gusta viajar. Una dualidad que se siente como una conexión a lo largo de una novela que, siendo un desnudo del alma de una escritora, se percibe como una mano tendida al lector que, sin llegar a sentarse ante un folio en blanco, ha compartido experiencias.

Cuenta la autora en la novela que cuando mira el mar no puede evitar preguntarse todo lo que esconde bajo sus aguas: los barcos hundidos, los aviones caídos, los tesoros y los peces abisales. Esos seres fascinantes que viven en la oscuridad y por ello portan una luz propia que les sale de dentro. Tal vez eso sea el ejercicio íntimo de escribir: dejar salir esa luz.

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Autora: Rosa Ribas. Título: Peces abisales. Editorial: Tusquets. Venta: Todostuslibros.

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Deusa
30 ddís hace

Me ha gustado mucho el artículo y, aun así, me ha dejado un gusto a guerra, donde la memoria llena páginas de olvido.

En concreto me ha recordado a «Cenizas en las manos» y la desesperada gesta heróica de recordar a través de las manos, a través del tacto y el contacto.

Hacía tiempo que no me conmovía hacia esta emoción. Compraré el libro para ver qué despierta en mí.

Solo decir, por contradecir el único punto con el que disiento, que sí que podemos elegir nuestro nombre… aunque tiene consecuencias.
Buen día!

Última edición 30 ddís hace por Deusa