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Este libro es de mi madre, Erich Hackl

Este libro es de mi madre, Erich Hackl

Este libro no es de la madre de Erich Hackl. Este libro es de todos, mío, tuyo, aunque jamás hayamos oído hablar de la aldea austríaca en la que se desarrollan los hechos. Da igual el dónde, y casi el cuándo, da igual a quién ocurren las cosas. Es lo que distingue a los libros que contienen verdad. Que son de todos, no de unos cuantos iniciados, que conocen el contexto, las alusiones o los guiños. Es indiferente dónde reinase el rey Lear y por eso Kurosawa pudo transportarlo a Japón sin dificultad. Incluso da lo mismo que Anna Karenina fuese rusa. Sí, sí, hay toda una serie de informaciones interesantísimas sobre la aristocracia y la burguesía rusas de finales del XIX, pero no es eso lo que hace importante esa novela. También en el libro de Hackl se ofrece una imagen intensa de la aldea en la que pasó su madre la infancia y la adolescencia, una aldea que un día dejaría de ser austríaca para pasar a pertenecer al Tercer Reich. Pero no es eso lo que importa. Lo que importa es que es verdad.

"La vida, en toda su intensidad, no es melodramática; el melodrama lo creamos al intentar transmitir esa intensidad."

A pesar de que el autor reconoce que los recuerdos de la madre —en primera persona— jamás habrían sido narrados así por ella. La madre contaba historias a sus hijos, pero él mismo confiesa que se toma la libertad en el libro de permitirle “juicios que no era capaz de expresar o que no llegó a alcanzar. La libertad de atribuirle mi conciencia.” Así que es el libro de la madre, porque es su mundo el que se cuenta, pero también lo es del hijo, no sólo porque es él quien elige qué contar y cómo, sino también porque es él quien intenta entender, interpretar, dar una voz sistematizada a retazos de recuerdos. Y en esa voz se descubre al Hackl de Los motivos de Aurora o de Sara y Simón, a ese escritor empeñado en reflejar desde sus primeras obras, sin melodrama alguno, tan sólo con la conciencia de los detalles más cotidianos, lo que es vivir en una época y en unas condiciones determinadas, buscando al mismo tiempo rescatar la dignidad de los pequeños protagonistas de la Historia.

En esta colección de poemas con la que se (re)construye la biografía de la madre antes de que se marchase del pueblo, todo sucede poco a poco, sin aspavientos, como suele suceder en la vida, cuyos grandes acontecimientos a menudo pasan desapercibidos y sólo revelan su auténtico peso en la memoria, esto es, una vez que muestran su influencia en todo lo que sucedió después. También los poemas van transcurriendo entre el establo y la cocina, entre una mirada y una breve emoción, entre un paisaje y un momento de apuro económico, cosas que pasan, cualquier vida está repleta de momentos así; y sólo al final de cada poema, en los últimos versos, se refleja el auténtico significado de eso que podría haber pasado desapercibido. La vida, en toda su intensidad, no es melodramática; el  melodrama lo creamos al intentar transmitir esa intensidad. Cosa que no hace nunca Hackl; como él mismo diría, él sólo cuenta los hechos y las emociones, y la ficción —en su poesía y en su prosa— aparece sólo como reflejo de la propia inevitable subjetividad, o como la duda ante aquello que no puede conocerse con certeza. Y en esa labor casi de investigación del pasado su mirada es siempre emotiva, afectuosa, la mirada del que quiere rescatar del olvido momentos que fueron preciosos. Y usa la poesía precisamente para concentrarse en esos momentos, dejando de lado explicaciones, interpretaciones, el relleno en que a menudo incurre la novela para que sus personajes y sus hechos se tengan en pie (Hackl no está solo en esa tradición de narrar mediante poemas la esencia de una vida; recuerdo ahora, por ejemplo, algunos poemas de Enzensberger o Las obras completas de Billy el niño, de Ondaatje).

"Así que no, Erich Hackl. Este libro no es de tu madre. Ni siquiera tuyo. Este libro es también mío."

Hay pocos autores que me emocionen tanto como Hackl. A pesar de que narra todo con una sencillez que puede parecerse a la frialdad, a la distancia objetiva, enseguida se percibe que no estamos ante el forense de una época, sino ante quien examina el pasado como si aún nos afectase; más bien, sabiendo cuánto nos afecta. Hasta tal punto que yo, que tan poco sé del mundo que narra en Este libro es de mi madre, me conmuevo como si hubiese conocido a sus protagonistas, como si su manera de enfrentarse a la pobreza y a la brutalidad de su época, con tozudez, con dignidad, con cierta resignación realista y al mismo tiempo con cierta rebeldía orgullosa, fuesen mis parientes, o al menos amigos de mis parientes que desaparecieron no hace mucho. Así que no, Erich Hackl. Este libro no es de tu madre. Ni siquiera tuyo. Este libro es también mío.

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Autor: Erich Hackl. TítuloEste libro es de mi madre. Editorial: Papeles mínimos. VentaAmazon

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