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Farsa, caricatura y parodia

Farsa, caricatura y parodia

En 2016 Fernando Aramburu realizó en Patria el retrato de una época, la del terrorismo de ETA en el País Vasco. Escrita desde la emoción, el realismo y la empatía con las víctimas, esta novela se incorporó a la historia de la literatura como el mejor cuadro sociopolítico de la historia reciente del país. El tema lo había tratado ya Aramburu diez años antes en el libro de cuentos titulado Los peces de la amargura; en este caso, desde la tragedia que supone enfrentarse a una situación de violencia que los protagonistas se sienten incapaces de superar. Es en “Los peces de la amargura” (2006) donde inició Aramburu el relato literario del terrorismo vasco, que se ha convertido en uno de los aspectos claves de su obra narrativa. Volvió a él de nuevo en la novela Años lentos (2012), incorporando aquí algunos elementos autobiográficos. En este libro contó los prolegómenos del terrorismo, el adoctrinamiento, y escribió algunas reflexiones en las que se planteaba de qué manera se puede relatar literariamente una tragedia social de terror y de violencia mientras vivimos inmersos en ella. Ese era el proyecto en el que estaba trabajando entonces, que se plasmaría en Patria.

Hijos de la fábula está centrada en el final del terrorismo de ETA. Lo peculiar de esta novela es que está escrita en clave de comedia, en clave de farsa. Asier y Joseba son dos veinteañeros que se trasladan a Francia para ponerse a disposición del grupo terrorista, viven en una granja solitaria perdida en medio del monte y han ingresado en ETA, pero ni siquiera están seguros de que les hayan acogido realmente en la organización.

"Los personajes están bien definidos en su torpeza; tienen juventud, idealismo, ingenuidad e intenciones contradictorias, lo que provoca que tomen decisiones disparatadas"

La novela se sitúa en unas fechas exactas, el 20 de octubre de 2011, cuando ETA declara el alto el fuego. Los dos protagonistas se enteran, al poco tiempo de instalarse en la clandestinidad, de que se ha acabado la lucha armada; y sienten que ellos no hayan podido hacer nada por la independencia del pueblo vasco. Así que deciden refundar un nuevo grupo de acción terrorista: GDG. Y a partir de ahí la novela narra su peculiar adiestramiento para la lucha, los contactos que tienen en Toulouse, que fue durante un tiempo uno de los lugares donde se refugiaron los terroristas, y su viaje para buscar armas escondidas en un zulo cerca de Zaragoza… Pero todo eso está contado en tono de farsa.

Ese carácter de tragicomedia y de farsa de Hijos de la fábula se sustenta sobre tres elementos: las situaciones disparatadas que cuenta la novela, la ingenuidad de unos personajes desnortados y el lenguaje coloquial. Las situaciones están planteadas siempre en el terreno del disparate y el humor. Se basan en la ironía, la parodia y lo ridículo. Como no disponen de armas, Asier y Joseba hacen prácticas de tiro simuladas con escobas usadas a modo de fusil. Se entrenan como atracadores robando un tarro de miel en el supermercado. Y se inician en el secuestro con una gallina del corral, imaginando que es un empresario, “uno de esos explotadores de la clase obrera que no pagan el impuesto revolucionario” (p. 32).

Los personajes están bien definidos en su torpeza; tienen juventud, idealismo, ingenuidad e intenciones contradictorias, lo que provoca que tomen decisiones disparatadas.

"En el tratamiento literario de Hijos de la fábula se percibe la huella de la literatura clásica: la picaresca, lo cervantino, lo quijotesco y el esperpento"

Y el lenguaje del narrador es espontáneo y está sembrado de expresiones coloquiales que dan un tono campechano al relato. Aramburu realiza un ejercicio de concisión sintáctica en esta novela, lo que la diferencia de sus libros anteriores, cuyo estilo se caracterizaba por una sintaxis más clasicista y la precisión barroca del léxico.

En el tratamiento literario de Hijos de la fábula se percibe la huella de la literatura clásica: la picaresca, lo cervantino, lo quijotesco y el esperpento. Las sombras de Don Quijote y Sancho y de los pícaros del Barroco se proyectan en la pareja formada por Joseba y Asier; y el resultado es una novela divertida. El fondo terrible de la historia, la lista de asesinatos, secuestros, bombas y crueles atentados de ETA no son el objeto narrativo de este libro. Tampoco la emotividad trágica de Patria o de Los peces de la amargura. Todo eso se da por supuesto en la memoria del lector, que debe mantener un distanciamiento emocional de esos hechos para leer la novela en la clave literaria de humor en la que está escrita: como farsa, caricatura y parodia.

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Autor: Fernando Aramburu. Título: Hijos de la fábula. Editorial: Tusquets. Venta: Todostuslibros.

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