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Hontoria y la literatura del true crime

Hontoria y la literatura del true crime

La ópera prima de Juan Carlos Galindo está haciendo mucho, mucho ruido. Hontoria es una novela negra que, bajo la excusa de investigar el asesinato de tres miembros de una misma familia, pone bajo la lupa a la sociedad segoviana. Su autor es un periodista especializado en el género, pero ahora cambia de bando y se convierte en escritor.

En este making of, Juan Carlos Galindo recuerda el origen de Hontoria (Salamandra).

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Cuando me propusieron hacer este artículo para Zenda me ocurrió lo mismo que cuando me dispuse, ya sin los titubeos previos, a escribir Hontoria: había dado el primer paso, pero el resto del camino permanecía ignoto. Solo que esta vez, al menos, tenía título. Después de pensar mucho, creo que esta novela tiene un punto de partida claro: mi periplo como periodista especializado en novela negra desde hace más de una década y mi consumo cultural de podcasts, series y, sobre todo, libros de true crime. La unión de esas dos vertientes, la lúdica y la profesional, tan presentes en mi vida, llegó a no ser suficiente expresión de mis anhelos interiores. Quería escribir, pero no sabía ni por dónde empezar; quería creerme capaz, pero no tenía la confianza.

Tres conversaciones cambiaron el rumbo de los acontecimientos hasta este feliz desenlace editorial. Primero, con un gran amigo escritor en una BCNegra antes de la pandemia: ahí creí. Después, con mi agente, Palmira Márquez: ahí, bajo su abrigo, crecí. Y ya, para rematar, hace unos meses con la gran autora Laura Fernández: ahí conseguí un título. (Hontoria es un pueblo a cinco minutos de Segovia, donde ocurre el crimen que abordo en la novela, y mi amiga lo vio claro al instante. Sonaba bien).

"Por eso me gustan tanto David Grann o Patricia Tourancheau y por eso son ese tipo de crímenes y relatos los que atraviesan la narración"

Olvidemos en este relato del making of las aburridas idas y venidas, un confinamiento en el que no pude escribir una línea, los días y semanas de la vida habitual de alguien que no se gana la vida con la literatura y en la que pasas de refilón por la novela en ciernes. Cuando me puse y conseguí el esqueleto de Hontoria solo tenía claras unas cuantas verdades que han permanecido: sería una novela negra protagonizada por un periodista, el escenario situado en Segovia (habla de aquello que conoces) y la narración estaría en primera persona (Jean es un individuo obsesivo y falible, y ahí necesitaba una voz cercana sin caer en la moda del narrador no confiable). Puede parecer mucho o poco, según se mire. El trabajo a partir de ahí fue brutal. La ayuda de unos editores que veían una ruta que a mí se me nublaba a veces fue esencial. Por el camino aprendí mucho.

Algo tenía claro con Hontoria cuando ni siquiera ese era el título: Jean Ezequiel, que así se llama el protagonista, iba a investigar un caso sin resolver. ¿Cuál? Me gustaba la idea de construir uno con múltiples piezas. Por encima de este de la familia Vila-Martín (masacrados a puñaladas en su chalet en Hontoria) sobrevuela A sangre fría, pero también algo del crimen de la familia Miyazawa, algo del triple asesinato de Burgos, el odio familiar del caso Troadec o el misterio de la muerte a puñaladas del jefe de la policía de Chambourcy (Francia), asesinado en su casa por una mano desconocida en uno de los crímenes sin resolver más famosos de Francia. Ahora bien, el true crime me interesa en tanto que producto cultural. Es decir, no soy lector de las páginas de sucesos de los periódicos. A mí lo que me atrae de un caso es la capacidad que tengan los que lo investiguen de convertirlo en un gran relato literario, real pero letraherido. Por eso me gustan tanto David Grann o Patricia Tourancheau y por eso son ese tipo de crímenes y relatos los que atraviesan la narración: bien porque son la obsesión del protagonista, bien porque los relata a través del podcast Píldoras criminales, que dirige y presenta y que está integrado dentro del texto.

"Jean es un trasunto mío, con muchas cosas en las que no estaremos nunca de acuerdo, pero una visión de la vida a través del periodismo esencialmente compartida"

Y entramos aquí en otro elemento fundamental: el audio transcrito. Hubo un momento en que me di cuenta de que la transmisión del habla de las gentes de la ciudad en la que había vivido los primeros 20 años de mi vida era fundamental. Soy un adicto a la radio desde pequeño. Por eso metí esos fragmentos en los que los micrófonos se abren a un pueblo conmocionado por los sucesos. Además, los podcasts han cambiado la manera que tenemos de relacionarnos con la información. Me gustaba la idea de transformarlos en un arma con dos utilidades: podía contar grandes casos por los que siento una pasión compartida con mi protagonista y hacerlo de una manera amena, no wikipédica y, al mismo tiempo, incluir algunas pistas esenciales para la solución del caso; así los hacía esenciales también para la trama.

Segovia, ay Segovia. Es un escenario perfecto que fue ganando presencia según avanzaba en la escritura de la novela y me iba enamorando, con otros ojos, de la ciudad. El ático en el que vive Jean con su familia, delante de la catedral, es una idealización de uno que aspiro a tener en el futuro. Así que la ciudad es la real (con algunos de mis rincones para comer y beber preferidos) y la deseada. ¿Y qué sociedad no tiene sus odios, envidias (Madrid, siempre demasiado cerca) corruptelas y disfunciones? Era esencial meter aquí los propios de una ciudad de provincias en Castilla. Y al llevar el crimen a un microcosmos rural quería acentuar todo eso.

Jean es un trasunto mío, con muchas cosas en las que no estaremos nunca de acuerdo, pero una visión de la vida a través del periodismo esencialmente compartida. Quienes lo rodean, lo quieren y lo ayudan (su mujer, sus dos amigos, su primera maestra periodística, su jefe), también lo moldean y eso da al relato una coralidad que considero esencial. Luego están los malos, sus némesis, quienes se oponen a Jean y su cruzada por la verdad. Esos, es mejor que los descubran los lectores.

"Quería hacer una novela que no fuera igual que las que caen todos los días en mis manos. Queda a criterio del lector decidir si lo he conseguido"

Cuando la estructura estaba clara y la narración ganaba en fluidez tuve que hacer una cosa muy divertida: volver hacia atrás con otros ojos, los de quien ya sabe hacia dónde va todo, y meter ciertos elementos que dieran sentido o enriquecieran lo que seguía. En una novela criminal no puede haber flecos sueltos, pero de ahí surgieron también algunas subtramas. Por otro lado, tuve que luchar contra el estilo periodístico, dejarme más suelto, narrar más, pero sin desbocarme. Muchos capítulos tienen la extensión de un artículo y creo que es por ese influjo que, aunque moderado, sigue presente en mi estilo actual.

Al principio no tenía un mapa, una estructura, casi tampoco una brújula. Eso me llevó a no pocos quebraderos de cabeza que resolví mediado el proceso, cuando me volví mucho más metódico. En la segunda no me volverá a pasar lo mismo. Quería hacer una novela que no fuera igual que las que caen todos los días en mis manos. Queda a criterio del lector decidir si lo he conseguido.

¿Se resuelve el caso? Eso mismo me preguntaba yo durante el proceso. Tenía que decidir si el héroe que había ido creciendo por las páginas de la novela completaba el viaje. No quería un final trágico, tampoco uno reparador. Dejaremos que cada lector juzgue.

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Autor: Juan Carlos Galindo. Título: Hontoria. Editorial: Salamandra. Venta: Todostuslibros.

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