Inicio > Poesía > Inacabable Sylvia Plath

Inacabable Sylvia Plath

Inacabable Sylvia Plath

Invocar a Sylvia Plath es dejarse atravesar por una de las voces poéticas más viscerales y desafiantes del siglo XX, cuya huella rastreamos ya en poetas coetáneas como Anne Sexton, Adrienne Rich, Louise Glück o Sharon Olds, en tanto ejemplo de ruptura de la poética patriarcal a través de una estética intensa y desgarradora. Poeta inacabable, su obra no deja de hablar en presente, y por ello esta nueva edición bilingüe con traducción de Daniela Martín Hidalgo para Averso Poesía (2025) de Árboles de invierno viene a confirmar su vigencia. Esta edición bicromática, fondo negro para el texto en inglés y blanco para la traducción, recoge sus últimos poemas, escritos entre marzo de 1962 y febrero de 1963, incluyendo “Lesbos”, “El enjambre” y “La canción de María” de la edición americana de Ariel y el poema narrativo escrito para la radio de la BBC “Tres mujeres”.

Testimonio de un mundo íntimo en derrumbe, que su poesía evoca en un eco atronador, esta compilación de poemas fue publicada en 1971 por su viudo, Ted Hughes, tras el éxito de Ariel. Es difícil distanciar la obra de esa biografía que la invisibiliza tras el mito trágico y enlaza, por su suicidio, a Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik, creando una constelación de poetas malditas cuyo mito ha condicionado, no pocas veces, una lectura reduccionista de su trascendencia estética. Árboles de invierno refleja sus preocupaciones esenciales: el cuerpo femenino, la maternidad, el aborto, el suicidio, el amor, la traición, la locura… en una poética de lo abyecto que, como diría Julia Kristeva, subvierte las categorías normativas del lenguaje y de lo simbólico. Este libro traduce esa conversión de la experiencia personal en un acto radical de creación. Leer a Sylvia Plath es siempre confrontarse con el abismo de una grieta palpitante sin alivio posible y, por tanto, una experiencia transformadora:

“También nosotros tuvimos una relación,

tensos alambres entre nosotros,

estacas demasiado profundas para arrancarlas

y una mente como un anillo,

apretándose hasta atrapar algo rápido,

tanta coerción matándome del mismo modo.”

Su escritura, concebida desde un yo confesional, devuelve en la palabra el daño del que es objeto por parte del mundo, por parte de su marido. Su sufrimiento se apodera de un lenguaje donde hacer estallar y golpear los tabúes de una época y explorar desde una conciencia feminista la vida:

“Sin saber de abortos ni malignidad,

más sinceros que las mujeres,

¡siembran con tan poco esfuerzo!

Paladeando los vientos, que carecen de pies,

hundidos hasta la cintura en la historia.

 

Repletos de alas, de otro mundo.

Son Ledas en eso.

Oh, madre de las hojas y la dulzura.”

Convertido en umbral y espejo, el poema no dulcifica ni encubre las vivencias, y esta traducción enfatiza esa distorsión entre la realidad y las expectativas impuestas que Sylvia Plath tantea. El cuerpo femenino es el epicentro de una violencia social, aunque también familiar. Mientras la maternidad deseada, el aborto y el sentimiento de culpa o el abandono del recién nacido, desplegados en su complejidad emocional y física por lo que de fractura del marco heteropatriarcal es son pulsadas en el poema narrativo “Tres mujeres”, otros poemas desnudan la intrahistoria personal: “Los celos pueden abrir la sangre”, el descriptivo poema “La otra” o “Para un hijo sin padre”. Los temas marginales o domésticos aparecen en su obra como territorios centrales legítimos. La pulsión femenina primitiva colisiona con un sistema que la quiere víctima sacrificial, cordero dominical:

“Son esos hombres los que me preocupan:

¡sienten tanta envidia de cualquier cosa que no sea plana!

Son dioses envidiosos

que aplanarían al mundo entero porque ello lo son.

Veo al Padre hablando con el Hijo.”

Al negar las bondades de la maternidad (“Mientras hay un tufo a grasa y mierda de bebé. / Estoy drogada y torpe del último somnífero” o “Es un lugar violento. Estamos aquí de visita, / con un maldito niño gritando en alguna parte”, advierte a otras mujeres) empatiza con un dolor ocultado por culpabilizar sentimientos naturales y lícitos. Así sobrevuela el suicidio como una epifanía atávica, casi un gesto de insubordinación ontológica ante el orden del mundo: “Nunca envejeceré”, ¿afirmación o amenaza?

"De igual manera, el interés manifiesto de Sylvia Plath por la oralidad sostiene unos poemas de ritmo vibrante, tenso y contenido con un uso deliberado de la aliteración, la repetición y la asonancia"

Aunque Árboles de invierno no fue un libro pensado por Plath, no es menos cierto que es representativo de su poética. Su escritura oscila entre la vulnerabilidad y la fuerza, la rabia y la ternura, por medio de un lenguaje intensamente lírico, cuya potencia imagística se enraíza en unas imágenes tan precisas y afiladas como simbólicas, donde animales, árboles, el espejo, la clínica o el cuerpo enlazan lo cotidiano y particular con lo universal. De igual modo, la inserción de figuras míticas (Leda, Niké, Medusas) no actúa como ornamento, sino como un régimen alegórico que conecta lo femenino arcaico con la violencia contemporánea, al tiempo que enriquecen el tejido alegórico en unos poemas de gran condensación verbal: “Como una araña tejo espejos, / fiel a mi imagen, / no pronunciando más que sangre”. Por otro lado, la apropiación del lenguaje gínico (“cordones umbilicales color azul rojizo y lustrosos / el grito de mi vientre como flechas es lo que cabalgo”) socava los límites de aquello que puede ser poético. De igual manera, el interés manifiesto de Sylvia Plath por la oralidad sostiene unos poemas de ritmo vibrante, tenso y contenido con un uso deliberado de la aliteración, la repetición y la asonancia.

Porque Sylvia Plath es inacabable en su lectura y revolucionaria en su escritura, nos sumamos a las palabras de la traductora de esta edición de Árboles de invierno, Daniela Martín: “(Merece ser recordada) por su valor histórico y artístico, pero también por su fe en la poesía como un espacio para el amor, el pensamiento y la imaginación incluso en mitad del caos, la depresión y el desamor”. Si bien su biografía determinó los temas, su poesía supuso una renovación de la poesía inglesa, y es aún hoy un referente para la poesía feminista, al exponer públicamente lo íntimo. Sylvia Plath es un desafío emocional por la lucidez, violencia y desnudez autodestructiva desde donde nos interpela, aunque también estético y ontológico, un espejo inagotable donde la palabra poética se convierte en holocausto y génesis al mismo tiempo.

—————————————

Autora: Sylvia Plath. Título: Árboles de invierno. Traducción: Daniela Martín Hidalgo. Editorial: Averso. Venta: Todos tus libros.

4.5/5 (24 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios