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Inútil émulo, de José de María Romero Barea

Inútil émulo, de José de María Romero Barea

Entre el humor negro, la crítica literaria y la narración fragmentaria, este libro de relatos explora la escritura como escenario de desmoronamientos y revelaciones. El autor desafía géneros y estilos con una prosa que bascula entre el ensayo literario, la autoficción y el microrrelato, en una obra que cuestiona nuestras certezas sobre la creación, la identidad y la literatura.

En Zenda ofrecemos uno de los relatos, titulado “Contexto”, presente en Inútil émulo (Alfar), de José de María Romero Barea.

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Contexto

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Un laberinto, dentro de un relato con varios hilos paralelos que se entrecruzan, a partir de una serie de asociaciones simbólicas. Los hilos toman varias direcciones al mismo tiempo. Ciudad Central: laberinto en tramas cruzadas. Los hilos, los ramales, el nombre que nos sirve tanto para referirnos a las diferentes tramas como a las distintas ramificaciones. Un hombre, no una mujer (el sustantivo no muestra el género). Un asesino sustantivo, un personaje de sexo indeterminado. Una persona de sexo masculino o femenino, que no sabe de qué sexo es. El género no define el sexo de un sustantivo. Preguntar, si no, a las personas que no son hombres, a las jirafas macho o a los delfines hembra.

Ciudad Central, la posibilidad de una errata, no sabemos de qué palabra. El brillo metálico de unos ojos, los de la víctima. El relato de Polifemo, el asesino marxista, el dramaturgo, el documentalista, el poeta que ocupa un lugar destacado en el canon, el homosexual, el ateo; la lista de las actitudes y las patologías ideadas para enfurecer a la iglesia. Las víctimas, sin embargo, no pueden relacionarse con la iglesia: eran prostitutas. El canon de la Biblia no es otra cosa que la lista de libros aceptados en una determinada época. Diferentes cánones han sido utilizados en diferentes épocas por diferentes iglesias. No tanto un patrón como una lista inspirada.

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El color de la paja nada tiene que ver con el color de unos ojos. Recurrir, pues, a los niños y las prostitutas, a los olvidados, a la cruel historia de la juventud de Central: sus ladrones de bicicletas, sus limpiabotas. Volver a las calles de una ciudad impía, la Ciudad Evangelio de los nostálgicos. Esa será la puerta de entrada al corazón de Polifemo. Sin palabras, la historia de un joven que utiliza el sexo, el afecto y la simpatía para liberarse y liberar a los miembros de una familia alienada y ensimismada. Breve muestra de un despertar. No una crónica convencional de la depravación, sino un teorema en preguntas cósmicas, sin respuesta: ¿La mente esclavizada anhela la liberación o la desprecia? ¿Es preferible el conocimiento a la locura? Ideas perturbadoras, que Polifemo se hace, antes de cometer el asesinato.

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Bifurcaciones, encrucijadas, atajos. ¡Qué expresión tan literaria, y más viniendo de un muerto! (Quizás el finado fuera poeta). Alexander: el asesino intelectual (el instigador). Palabras Paralelo que dan lugar a tramas diferentes. Por ahí van los tajos, las palabras para armar el laberinto, las que no terminan de cuadrar para el doble sentido de tramas que se desarrollan de forma paralela. Bifurcación. ¿Os suena bien el término? Tramas paralelas: metáfora textil (por aquello de los hilos y la trama) para referirnos a Central, arquitectónica confusión, intricada maraña, narración que no he podido encontrar en ninguna edición ni en librería o en biblioteca alguna. Una errata que no habla del color de unos ojos, sólo de su brillo. Todo muy intrigante.

El género del sustantivo coincide con el sexo de la persona. Si quieres dejar claro que el asesino es un hombre, escribe el hombre asesino, porque si al final resulta ser una mujer, el lector se llevará una sorpresa. No sé si un lugar concreto (un parque, un centro comercial). Las víctimas, sin duda, canónicas, ya que se ajustan a un canon. Las víctimas como productos industriales. No sabía que seguía un patrón para asesinar a sus víctimas, pero tiene mucho sentido (el sentido que una barbaridad así pueda tener).

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Por mucho que el lugar esté delimitado, Central es un nombre común: no el nombre propio de un lugar, sino de una zona cuyos límites son más o menos conocidos. Hay una estación de metro llamada así, un lugar con mayúsculas. La ciudad es el centro, no sus inmediaciones; una zona, no un barrio consagrado, en el centro geográfico del país, más el centro administrativo o el núcleo de actividades en general que el centro geográfico. Ciudad que pertenece a los bárbaros. Error de imprenta. Nos intriga el asunto, seguimos buscando. Pedimos la imagen, el libro no es nuestro. La imagen llega borrosa, pero se ve que es una ciudad. En ella, la maraña.

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Lo de distinguir al autor material de los hechos tiene una justificación material: los cómplices ayudan, pero no ejecutan. Las disquisiciones hueras sólo sirven para justificar el sueldo de no pocos profesores universitarios. En las historias, los personajes siempre piensan en algo, pero cuando estos pensamientos se incluyen en diálogos, es una acotación lo que se muestra. ¿Es esto una parábola, algo ficticio, o se basa en hechos reales? Caminos, sendas, senderos. Ideas con las que las arañas tejen sus hilos, los mismos que se entrelazan, cruzan y corren paralelos, para crear la telaraña que es Central, un laberinto que tiene un hilo como principio y fin.

Polifemo: la persona, la sombra, el personaje. El pensamiento sin comillas. Decir el asesino no es decir un hombre. De hecho, al final, en muchos casos, resulta ser una mujer. Acoto de forma literal. De ahí lo de cinturón periurbano (si eso tiene algún sentido). No sé si existe o es una creación. No lo he encontrado en ningún diccionario. No sé si es parte de una retrospectiva lúdica. Central: teatro Noh del absurdo. Surrealismo proto-pythonesco. Sobran signos, caracteres y afines. ¿Para qué sumar más a la confusión general? La expresión expedita, no vaya a ser que nos confundamos y creamos que menciono dos entidades diferentes. La tela de araña supone una bifurcación que sugiere caminos que se alejan, no que discurren en paralelo.

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Las cinco víctimas fueron asesinadas de la misma manera, con cortes en la garganta. Por tanto, son canónicas, al haber sido ejecutadas de acuerdo a un canon, a un seguimiento, de la misma manera todas. El tejido, la trama, la urdimbre: subvaloraciones del lector, el autor, las academias. ¿Creéis que somos imbéciles, que no podemos discriminar un estado de ánimo del Estado, como institución? Constitución Central, Provincia Ubicua, Municipalidad Tersa. El sacrosanto espíritu de la genuflexión ante palabras comunes: confundimos las mayúsculas con el respeto.

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La inducción incentivada, constitutiva de agravante genérica de obrar por precio, recompensa o promesa, tanto afecta al que paga como al que obra mediando un estímulo. La distinción entre autor material e inductor es básica, aunque, al cabo, ambos tengan la misma pena (entre 15 y 20 años de prisión). Ventajas de no tener discurso: no tener argumentos de discusión. Adolecer un mínimo de trasfondo que sustente el sentido del mensaje. Dicho de otra forma: adolecer capacidades para seguir una discusión fundamentada porque no se tiene … no se tiene… ¿Ven?, me he quedado sin explicaciones.

Luego de cometer el asesinato, Polifemo borra las huellas del crimen. Pero ¿podrías aportar más contexto, para armar el relato? No sé si me explico… es irrelevante. Quién sabe si fue todo fruto de su imaginación o si realmente cortó el cuello de las cinco víctimas. Puede ser que viera lo que imaginó. Puede que incluso dijera lo contrario. Puede que nunca lo mencionara. Eso no cambia nada. Sigue siendo una parábola. Resulta irrelevante entrar en los detalles: comprobar la realidad o la ficción de lo dicho.

¿No habrás querido decir víctimas expiatorias? Podrías haber escrito víctimas probadas y hubiera sido igual de correcto e infinitamente más inteligible. Claro que eso arruinaría la historia. Describe entonces Ciudad Central, el lugar que hemos abandonado y al que nunca hemos regresado. La imagen desaparece poco a poco. El fantasma permanece en la memoria. En el caso de las parábolas bíblicas: ¿son irrelevantes los detalles? Pero no entro en jardines: esto es un relato sobre el lenguaje, no sobre la Biblia.

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Soy un lego absoluto en leyes, pero la distinción entre autor material e inductor tiene perfecto sentido. Ahora bien, no entiendo lo de asesino material: asesino es quien asesina, de modo que el asesino intelectual nos parece un despropósito, y quien participa en un asesinato, pero no mata, será cómplice o lo que sea, pero no asesino. ¿Voy errado? Échate la ciudad a las espaldas. Acarrea la ciudad. No intentes una catalogación porque no sigue ningún parámetro. Referirte a Central como pueblo sería irónico. Paredilla, si acaso. Ciudaduela, sin ambages. Población Calambur: estrategias distintas para una misma forma fonológica. Evita los diminutivos: son un vicio del lenguaje, sobre todo en literatura para niños. El mundo no es pequeñito, ni comen con cucharitas, ni se sientan en su sitiecito, esperandito a que llegue mamita que tiene que ir a hacer un mandadito.

Un personaje no es necesariamente un asesino. Una ciudad oblicua no avanza en línea recta. Se describe un asesinato, pero no de forma directa, sino entrando en él por un costado, lateralmente. El color de unos ojos. Los del asesino múltiple. Nunca en el caso de las parábolas bíblicas. (Hablamos de un género o subgénero literario, nada más, esté al servicio de lo que esté). El autor material, el que lo lleva a cabo (Polifemo), en oposición al autor intelectual, quien lo planea o lo proyecta (Alexander). El asesino material, el que, personalmente, mata o destruye. Quizá lo hayamos empleado en sentido figurado. Quien lo dice está vivo.

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Ponle pico y cola al relato. Resuelve el nudo narrativo (el pico, el culmen); expón, a continuación, una moraleja o conclusión (la cola). Vayamos por partes (dice el carnicero). Canónicos son los elementos que forman un corpus unánimemente admitido. Lo son los libros que componen la Biblia, no otros, como los Evangelios apócrifos, que no forman parte del canon. Así pues, las víctimas canónicas de Poli son aquéllas (perdón, aquellas) que han sido reconocidas como tales oficialmente (lo cual no tiene mucho sentido, habida cuenta de lo poco que se sabe oficialmente). Poli no está vivo, claro, sino presente en esta parábola o engendro simbólico que intenta dar una enseñanza. En otras palabras, no intentamos determinar qué es verdadero o ficticio, porque nuestro propósito ha sido establecer una comparación, relatar para ilustrar. Hemos intentado determinar aquí la veracidad del relato, que opaca o desvía su propósito. Sólo resta la inquietud por determinar si ha sido o no una parábola. Nuestro ente de autoridad, sin embargo, no lo permite. Dónde se ha visto que una historia sea real.

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Autor: José de María Romero Barea. Título: Inútil émulo. Editorial: Alfar. Venta: Todos tus libros.

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