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Jay Allen: Franco, Badajoz, José Antonio

Jay Allen: Franco, Badajoz, José Antonio

Torremolinos. En el pequeño pueblo blanco de pescadores, Jay Allen (1900-1972) descansa de su largo periplo por España estudiando la espinosa cuestión agraria. Escribe cerca del mar cuando estalla la guerra. Los militares de África se han sublevado. A través de un polvoriento camino de cabras llegan a verlo, exhaustos por el calor de julio, Gerald Brenan y Gamel Woolsey. Lo buscan creyendo que está informado de lo que está pasando. “Me marcho esta misma tarde”, les dice. “A Marruecos, a ver lo que está ocurriendo, o a Madrid, si puedo llegar allí, o a Sevilla”. Les regala la radio a los Brenan, que la arrastran como pueden hasta su casa de Churriana.

Allen había sustituido a Hemingway al frente de la oficina parisina del Chicago Daily Tribune y había recorrido media Europa antes de establecerse en Madrid, donde conoció, entre otros, a José Calvo Sotelo, a Juan Negrín y a Largo Caballero. Durante la represión que siguió a la insurrección izquierdista de octubre de 1934, Allen ocultó en su casa a Luis Araquistáin, a Julio Álvarez del Vayo y a Rodolfo Llopis, siendo detenido como consecuencia de un reportaje sobre la represión en Asturias que había escrito con información proporcionada por Indalecio Prieto.

Tetuán, 27 de julio. Allen llega hasta Franco tras múltiples vicisitudes. Voz suave, triste, se le ve cansado. “Es asombrosamente pequeño (otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz aguileña, sus manos y pies muy pequeños. Tendrá barriga muy pronto.” “Nosotros luchamos por España”, le dice, “ellos contra España. Seguiremos cueste lo que cueste”. “Tendrá que fusilar a media España”, le observa, rápido, el americano. “He dicho cueste lo que cueste”, zanja el general.

"Fue la primera entrevista que un corresponsal extranjero le hizo a Franco. Le pusieron precio a su cabeza tras leerla"

Fue la primera entrevista que un corresponsal extranjero le hizo a Franco. Le pusieron precio a su cabeza tras leerla. A finales de octubre de 1936 capturaron a unos periodistas ingleses que habían cruzado las líneas. Los llevaron a Salamanca ante Franco. Uno de ellos se parecía a Allen: “No, no es él. El que busco es más alto”.

Elvas, 25 de agosto. “Enfermo de cuerpo y alma”, en una hedionda pensión de la fortificada ciudad portuguesa, a solo diez kilómetros del lugar del crimen, Allen manda su crónica para el Chicago Tribune: Slaughter of 4000 at Badajoz, City of Horrors (Matanza de 4.000 en Badajoz, ciudad de los horrores).

La historia más dolorosa que le ha tocado escribir la escribe a las cuatro de la mañana, en una habitación que parece un baño turco, devorado por los mosquitos y las chinches, mientras oye los sollozos de una mujer en la habitación de al lado: “Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que la legión y los moros del rebelde Francisco Franco treparan por encima de los cuerpos de sus propios muertos para escalar las murallas, tantas veces empapadas de sangre”.

Alicante, 3 de octubre. A pesar de estar autorizado por el subsecretario de la Presidencia, Allen tiene que convencer a los anarquistas de la Comisión de Orden Público, que finalmente, tras dos reuniones y tensos debates, lo acompañan a la prisión.

"El entrevistador lanza preguntas hipotéticas, ante la prohibición de informar al reo de los acontecimientos de la guerra"

En el patio, José Antonio hace ejercicio con su hermano Miguel. Delgado, le da la mano cortésmente, sin poder disimular la desilusión. Los anarquistas vigilan la conversación. El entrevistador lanza preguntas hipotéticas, ante la prohibición de informar al reo de los acontecimientos de la guerra.

—¿Qué pensaría si le dijese que el movimiento del general Franco lucha por los privilegios perdidos de la vieja España? —pregunta—. ¿Y si le dijese que los falangistas luchan al servicio de los terratenientes? ¿Y si le dijese que Franco, el patriota, ha traído a los alemanes y a los italianos a cambio de cederles Mallorca y las Canarias?

“Sé que si este Movimiento gana y resulta que no es nada más que reaccionario, entonces me retiraré con la Falange y… volveré a esta o a otra prisión dentro de muy pocos meses”. Le quedaba poco más de un mes de vida.

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Aguijón
Aguijón
2 meses hace

Franco cediendo Mallorca o Las Canarias?
Falsario hasta la médula, por qué no preguntó a Prieto sobre Cartagena?
Si la crónica de la matanza de Badajoz la escribió este payaso ya no cabe ninguna duda de que es falsa.