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Jorge Fernández Díaz: «La novela policial es la literatura sociológica del mundo»

Jorge Fernández Díaz: «La novela policial es la literatura sociológica del mundo»

Foto: Vera Rosemberg. Gentileza La Nación

Consciente de que su personaje Remil es un «hijo de puta» al que quiere, el escritor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz vuelve a darle vida en La traición, la tercera entrega de esta saga de espionaje policial, un género que califica como «la literatura sociológica» de nuestro mundo.

Desde Buenos Aires la voz de Fernández suena rotunda, poderosa, como el relato que nos trae en La traición (Destino), la tercera ocasión en la que el lector se encontrará con este agente de los servicios secretos del gobierno argentino, un personaje «muy liberador» que le está permitiendo llevar a la literatura esas historias que no puede «confirmar» en el periodismo. Por eso destaca que está convencido de que la novela policial «es la gran literatura sociológica de nuestro mundo».

«Lo que tiene Remil es un mundo que está conformado por la trastienda del poder y la política. Yo soy un periodista que lleva 40 años en esa trinchera, mirando las bambalinas de cómo es la política y el poder cuando los micrófonos están lejos. La política en muchos casos, como en Argentina, está basada en un entramado mafioso, y esa situación es una máquina de ideas y de frustración porque el periodismo no me permite contar todo«, lamenta el autor. Y eso es lo que aborda en sus páginas, historias basadas en esas «cosas incontables» en las páginas de un diario por un simple motivo: porque no se pueden probar.

«La literatura de ficción siempre vino en mi ayuda para cruzar esa línea, y poder contar lo que sé y no puedo contar. Es algo permanente en mí: siempre recorto sueltos, noticias, y digo «esto para Remil». Luego eso sedimenta, pero en este momento no tengo la menor idea de lo que va a ser de Remil en el futuro porque tiene vida propia, se impone con sus temas», adelanta Fernández sobre el futuro de este personaje protagonista de sus anteriores entregas, El puñal (2004) y La herida (2017).

Jorge, Ruiz Diaz, Fotos Vera Rosemberg. Gentileza de La Nación.

Porteño, de padres y abuelos asturianos, Fernández reconoce a Efe que esta novela, que se «mueve por la actualidad pura y dura», germinó durante una estancia en Sevilla, donde fue invitado a un acto por su «hermano mayor», el escritor Arturo Pérez-Reverte, una historia que se presentó ante él como una «revelación», ya que por primera vez ha hecho pasear a Remil por una historia que sucede casi «en tiempo real». En concreto, en esta entrega el periodista sitúa a su personaje en la Argentina actual, donde aún siguen abiertas algunas heridas en políticos y empresarios que juegan a «glorificar» los años 70 y la llamada «nueva resistencia peronista».

La situación arranca con un atentado a un presidente y lleva rápidamente al lector a enfrentar a Remil con el entorno de otro personaje ya recurrente en las novelas anteriores: el papa Francisco. «Algo que no se conoce en Europa es que Bergoglio todo el tiempo opera políticamente en Argentina, opera con jueces, con obispos, hace operaciones políticas con dirigentes, empresarios, sindicalistas y se tomó la costumbre de recibir en Santa Marta y el Vaticano a personajes impresentables y a repetir la idea de que había una persecución judicial en Argentina, cosa que no era cierto», denuncia. Y aquí está la «chispa» de la «traición», porque estas reuniones de las que habla Fernández son las que ha utilizado como uno de los pilares sobre los que pivota la novela. «Pensé qué pasaría si uno de esos invitados impresentables, un exguerrillero, se tomara la ficción como realidad, es decir, que en el país hay un clima de insurrección y que hay que dar un golpe de efecto. A continuación pensé que algún amigo del Papa trataría de contratar a algún servicio paralelo de seguridad en Argentina para manejar la situación y que no se le manche la sotana al Santo Padre», explica a modo de «voilà, aquí esta la intriga».

Pergeñada durante los ocho meses de confinamiento que ha vivido en su casa, una de las preocupaciones de Fernández fue que estas páginas fueran muy «verosímiles» porque necesitaba que un lector habitual de periódicos pudiera leer igual que lee un periódico su libro, es decir, «de punta a punta» y sin parar. «Tenía que ser de una verosimilitud tan grande que un lector de un diario se la crea completamente. Y eso me hizo que muchas veces cambiara el guión, pero por suerte estaba mi mujer y me salvó mucho la novela», cuenta. Pero durante este confinamiento Fernández no solo necesitó la ayuda de su esposa, sino que también tuvo que «releerse» las ocho novelas del Comisario Maigret, escritas por uno de los padres del noir, Georges Simenon, quien «fue capaz de hacer novelas cortas que tuvieran la intensidad de una novela larga».

Según detalla, La traición también aporta una novedad a Remil, ya que si en anteriores entregas le trasladó la obsesión amorosa o una disfunción emocional, en ésta le transfiere la inseguridad y el miedo por seguir su intuición pese a saber que está traicionando a su jefe y amigo, el comisario Calgaris. Respecto a la duda de si el público español entenderá esta trama cine por cien argentina, Fernández argumenta que su país es «un laboratorio excesivo donde pasan cosas brutales». Un escenario real en el que suceden situaciones que pueden ser para los lectores españoles «un espejo que adelante acontecimientos», aunque desea que «ojalá» no sea así.

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Rafael
Rafael
2 años hace

en el 78, tendria yo unos 10 años y coleecionar las figuritas de las estrellas del futbol, era una empresa que no tenia suficientes avales en la mesa de la vieja. Por eso me volque a los alternativos.. y me decidi junto con mi hermano y unica competencia a coleccionar chapitas de gaseosas y cervezas … Fue asi q decidimos un itinerario que iba desde la escuela San Maron ubicada sobre calle Paraguay hasta casa sobre avenida Alem.. recorriendo todos los Bares que estaban sobre avenida Cordoba, Habiamos conseguido un muy buen contacto.. Un Asturiano que era Mozo en Esmeralda y Cordoba, al lado del colegio Santa Union, que nos Guardaba las chapistas en la alforja de madera en la que se guardaban los diarios, .. Cuando llegabamos al bar Nos parabamos en la puerta a esperar la señal de nuestro amigo.. la seña nos habiltaba a abalazarnos sobre las alforjas y cargarnos los bolsillos. Con el cierre de las importaciones las chapistas se fueron volviendo repetidas y aburridas.. Nuestra sociedad se enfrio.. y decidimos reinventarnos, empezamos a coleccionar los chistes de los chicles Bazoka.. Cuando escuche a Fernadez Diaz Contar que su padre era un mozo Asturiano.. me supuse se trataba de nuestro antiguo y querido amigo.