Un reino minúsculo que ocupaba las actuales Asturias y Cantabria, con unos 150.000 habitantes, fue capaz de derrotar en Covadonga al califato Omeya de Damasco, que se extendía desde la India a Portugal —476 veces mayor y con 333 veces más población—, una realidad histórica que el historiador José Soto Chica vindica con la novela Pelayo (Espasa).
Según el historiador, debió de ser “una batalla de infantería, donde la táctica de Pelayo tuvo que ser decisiva, porque estaba en inferioridad numérica y porque enfrente tenía un ejercito profesional. Él contaba con un puñado de desesperados, la mayoría de los cuales nunca había empuñado una lanza. Eso requiere táctica, habilidad y liderazgo. Pelayo es un personaje cien por cien histórico, y existió como nos lo han contado. Hay testimonios arqueológicos e históricos, una inscripción del 27 de octubre de 737 que nos deja su hijo, Favila, un testamento escrito en 812 por uno de sus biznietos, Alfonso II, que lo menciona expresamente, además de las fortalezas que construyó y mucha documentación, desde las crónicas asturianas a fuentes islámicas”, ha señalado el historiador, para añadir: “Y todas estas fuentes coinciden en tres cosas: que fue un rebelde, que fue un rey y que fue capaz de fundar un reino, un reino que tenía mucho de antiguo porque salvó lo que quedaba de la España visigoda, en la que él nació. Pelayo era un noble y lo hubiera tenido muy fácil para mantener sus privilegios en el contexto del nuevo mundo, porque muchos nobles visigodos se integraron en Al-Ándalus y mantuvieron sus privilegios”.
Su propia hermana se casó con un enemigo, con el gobernador de la Asturias musulmana, y el caso de Pelayo fue “llamativo, porque es un personaje que, teniéndolo fácil, optó por lo difícil, que era resistir, y no resistir sin una razón, sino con la idea de salvar lo que pudiera del mundo que había perdido y con ello construir algo nuevo. Por eso fue un personaje singular”.
“La rebeldía de Pelayo fue una locura, por eso causa empatía y emociona”, ha asegurado Soto Chica, quien en su vida también hubo de rebelarse contra las circunstancias, ya que con 25 años, cuando era militar, un accidente con explosivos lo dejó ciego y casi sordo, entre otras lesiones, momento en el que emprendió su carrera académica y literaria. Investigador del Centro de Estudios Bizantinos de la Universidad de Granada, Soto Chica recuerda que “en la Alta Edad Media una victoria se interpretaba como que Dios estaba de tu parte, y Pelayo se convierte en un héroe, en un nuevo David capaz de amalgamar las aspiraciones y los sueños de los que no se querían integrar en el nuevo mundo”.
“A diferencia de tantos nobles que se integran, Pelayo se convierte en el foco, en el símbolo y en mito. Él no es ningún mito, pero su persona es mitificada“, concluye el historiador, antes de sentenciar sobre el papel de la mujer en la Historia: “Se dice que la mujer no ha estado presente en la Historia, y yo reivindico lo contrario, que la mujer ha estado siempre muy presente en la Historia, y que si no lo sabemos es por culpa de los historiadores, que no han hecho bien su trabajo. En esta historia hay una mujer, Gaudiosa, esposa de Pelayo, que gestionó el reino mientras su marido batallaba, y lo hizo sin necesidad de disfrazarse de hombre”.



¡Qué bien! Un historiador que se posiciona en contra de la progresía buenista y de la posverdad. Existen los líderes, existen los héroes y existe la épica. Y, reconocer esto, nada tiene que ver con el baldón que se le asigna: el nacionalismo hispano.
Habrá que leer este libro.
Los mitos son fáciles de crear y más para defender fanatismo, progre o nacionalista, me da igual. La historia del pasado es compleja porque la realidad era distinta a la actual y este historiador lo explica con los ojos actuales, eso me dice todo de él. todo eran intereses negociaciones, poder y un estatus o código de honor, distinto al que se conoce ahora. Las guerras no eran una obligación para defenderse en la película que cuentan del bueno y el malo, sino que era un privilegio para los nobles, lo cual les daba poder
Todo vale para vender una novela.En Covadonga no hubo ni una batalla ni una emboscada. La Historia del nacional-catolismo ha quedado para contar fantasias
Convendría que leyeras algo más o te informaras un poco. Si es de este autor mejor por su sabiduría y años de investigación. Si no, leer o ver algo fuera de tu sesgo de confirmación para poder pensar antes de opinar. Resulta más rancio lo que comentas de lo que pretendes criticar.
No sólo tienes que leer comics.
¿Los comics de las películas del bueno y el malo héroes de la época etc? De esos lee la gran mayoría. Este autor, por ejemplo, vende ese género
Cuando se usan conceptos un poco pedantes como nacional-catolicismo hay que ser más cuidadosos al escribirlo. El peligro del ridículo está más cerca.
Pues a Gaudiosa se la nombra de milagro
Y El Cid era un tipo estupendo luchando por el perdón de su señor rey de Castilla, y la batalla del Alcoraz la ganó San Jorge, y así hasta el infinito. El mismo relato oficial de hace 70 años, pero contrapuesto al actual como si así se volviera subversivo. ¡Qué pereza! Todo son catedráticos y expertos de expertolandia con sus movidas. A mí un catedrático de Historia de la Universidad de Córdoba, ya jubilado, me negó que existiera siquiera una invasión islámica con la misma convicción con que este caballero da por impepinable la hazaña de Pelayo contra el invasor.