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La mirada de Benjamin Lacombe sobre Alicia y Carmen

La mirada de Benjamin Lacombe sobre Alicia y Carmen

El joven ilustrador francés se adentra en el mundo de Lewis Carroll y en el mito y la novela de Prosper Mérimée en sus dos últimos álbumes ilustrados.

Uno los personajes de la literatura infantil que más ha seducido a los ilustradores es Alicia (el otro, Caperucita), a pesar de que ya existían los grabados de lápiz y pluma de John Tenniel que fijaron e inmortalizaron su imagen. Como bien sabemos, Alicia en el país de las maravillas está inspirado en la niña Alice Liddell. La historia surgió  cuando una tarde del 4 de julio de 1862 Lewis Carroll paseaba en barca por el Támesis con Alice y sus dos hermanas Lorina y Edith, las hijas del decano del Christ Church College de Oxford. Ante la monotonía del viaje, las niñas le pidieron que les contara alguna historia. Así, de esta manera espontánea e improvisada, surgieron estas primeras aventuras disparatadas. A las niñas les gustaron tanto que le pidieron que prosiguiera con ellas. Carroll tardó casi dos años en escribir y dibujar las 37 ilustraciones (vagamente prerrafaelistas) del manuscrito que tituló Aventuras subterráneas de Alicia, y que regaló a su  favorita, la niña que tenía el mismo nombre que la protagonista de su historia.

 

Este manuscrito lo leyeron algunos amigos, que le aconsejaron que lo completara y lo publicase. Y fue entonces cuando se acudió a un dibujante profesional para que hiciese las ilustraciones, y se pensó en John Tenniel, uno de los más famosos dibujantes de su época. Aunque el libro está inspirado, y dedicado, a Alice Liddell, el escritor, que tanto la había fotografiado, no le entregó una imagen de ella a Tenniel, sino que eligió una foto de la jovencísima actriz Mary Hilton Badcock como referencia. Y parece ser que el dibujante le hizo caso, a pesar de las discusiones y las malas relaciones que existieron entre el autor y el ilustrador.

"Las imágenes de Benjamin Lacombe, un ilustrador de hoy con una profunda vocación clásica, oscilan entre el rococó francés (los interiores) y la pintura victoriana inglesa."

A lo largo de este siglo y medio han sido muchos los ilustradores que, como un desafío o como un homenaje, han  querido plasmar su propia visión de Alicia. Uno de los trabajos más logrados en la última década es el de Rebecca Dautremer, en un álbum de gran tamaño y con una imagen entre fresca y surrealista, pero muy actual, de la niña.

Poco después ha sido otro ilustrador francés, Benjamin Lacombe, el que se ha adentrado en el mundo de Lewis Carroll. No sólo con Alicia en el país de las maravillas, sino que ha querido completar el ciclo con el sorprendente trabajo de Alicia a través del espejo. Lacombe, que es un gran admirador de Carroll, dice en el prefacio de su obra: “Si la primera Alicia es la encarnación de un relato contado a los niños, la segunda es el resultado de la ambigüedad entre el autor juvenil reconocido en el que se había convertido Lewis Carroll y el profesor de matemáticas que lleva la lógica al límite». Algo así ha pesado en el ilustrador a la hora de enfrentarse a este segundo volumen. Y continúa Lacombe: «De ello resulta una obra única en la literatura y, por el momento, inigualable, en la que, mediante un relato que alterna locura, reducción al absurdo y lógica extrema, crea una partida de ajedrez a gran escala».

Las imágenes de Lacombe, un ilustrador de hoy con una profunda vocación clásica, oscilan entre el rococó francés (los interiores) y la pintura victoriana inglesa, que se aprecia en sus paisajes naturales. Su Alicia es como una mezcla de muñeca de porcelana y dama de la corte de Versalles salida de una pintura de Watteau. No nos ha de extrañar esta inclinación de Lacombe por la gran tradición de la pintura francesa, muy evidente en alguno de esos últimos libros.

Recientemente, este dibujante ha rendido homenaje a dos heroínas del siglo XIX, dos mujeres —una real, la otra un mito literario— que marcaron un tiempo y cuya huella no se ha apagado: María Antonieta, la esposa de Luis XVI, la reina de una hermosa cabeza arrancada por la guillotina, y Carmen, la gitana apasionada que arrastra a los hombres a la perdición. Benjamín ha reconstruido la figura más íntima de la soberana descabezada en María Antonieta, diario secreto de una reina, publicado un poco antes que Alicia a través del espejo.

Después de ilustrar el segundo libro de Carroll decidió dar su propia interpretación de Carmen, siguiendo el texto original de Prosper Mérimée, en una edición exquisita, en cuya portada se puede apreciar y tocar la textura del mantón negro, como si fuese una tela de araña, que rodea el rostro de esta femme fatale de mirada frontal y desafiante.

"Junto a las ilustraciones pictóricas que conforman el libro, Lacombe incluye bocetos de retratos, apuntes y dibujos simbólicos."

Así lo reconoce el ilustrador: «El poder de seducción de Carmen posee un toque de brujería. Cautiva a cada hombre con el que cruza su mirada y teje una telaraña a su alrededor hasta que lo envuelve, noqueado, en su mantilla. De ahí que Mérimée se sirva con gran habilidad de la semejanza con las mantis, el inquietante insecto hembra que seduce y decapita al macho». No nos ha de extrañar que en las ilustraciones de este libro aparezcan, como un estribillo, estos insectos devoradores, o que el dibujante se permita una visión simbólica de la mantis y de la amante gitana.

A pesar de su vocación clásica, Lacombe es fiel a la época que representa: las imágenes de Carmen, por lo tanto, no tienen nada que ver con las de Alicia y mucho menos con las de María Antonieta. En este álbum, que conserva el texto de Mérimée (en traducción de Mauro Armiño), el ilustrador se ha inspirado en la pintura del Romanticismo, dándole ese toque de sabor español, según la visión de un extranjero que se interesa por España y sus costumbres ancestrales, como fue el caso del escritor francés del siglo XIX.

Junto a las ilustraciones pictóricas que conforman el libro, Lacombe incluye bocetos de retratos, apuntes y dibujos simbólicos que siguen repitiéndose y podemos apreciar unas castañuelas que son, a la vez, boca y calavera, tentación y muerte.

"En estos once años de trayectoria ha publicado más de treinta álbumes ilustrados, de los que 23 están editados en España por Edelvives."

Benjamin Lacombe es un caso insólito de capacidad creativa. Nacido en París en 1982, publicó su primer libro a los 24 años, Cereza Guinda, un texto escrito y dibujado por él mismo que fue su proyecto de fin de carrera. El volumen tuvo tal éxito que se publicó en Estados Unidos y la revista Time lo eligió como uno de los diez mejores libros infantiles del año.

Eso es lo que se llama entrar por la puerta grande. Desde entonces Lacombe no ha cesado de dibujar (y a veces escribir) libros, que oscilan entre la ficción pura, la biografía o recreación histórica y la nueva visión de clásicos infantiles. En estos once años de trayectoria ha publicado más de treinta álbumes ilustrados, de los que 23 están editados en España por Edelvives. Aquí se inició con Los amantes mariposa y se acaba de traducir Carmen, cuya edición vino a presentar al mismo tiempo que acudió a la inauguración de la exposición de las ilustraciones de esta obra en el Museo ABC junto a Sebastien Pérez, un amigo y autor que ha escrito otros álbumes de Lacombe, como el impresionante Frida. El infatigable y joven Benjamin Lacombe ya ha sacado un nuevo libro en Francia y sigue trabajando en nuevos proyectos.

Benjamin Lacombe en Madrid, en su exposición sobre Carmen, con Sebastien Pérez, escritor de alguno de sus libros. Foto: José María Plaza

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