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La nostalgia no se cura

La nostalgia no se cura

“De una tacada aprendí tres cosas.

La primera fue que los niños también se morían.

La segunda fue que las fronteras se podían mover.

La tercera fue que mi madre también conocía el miedo”.

Hay frases de Los ingratos (Espasa), de Pedro Simón, que repasas en la memoria un año después de haberlas leído, subrayado y retenido para que no se te olviden, como si mañana tuvieras un examen de comentario de texto en clase de Lengua y Literatura de Primero de BUP.

Las tienes guardadas, insisto, y pones el dial y ahí está Francino conversando con Simón. “Carles, te tienes que leer Los ingratos”, le animó Benjamín Prado hace un tiempo a su jefe de La Ventana. Meses después, se quedó ensimismado con las páginas que atrapan esta historia que es la tuya, que es la mía también, la de una generación criada en el tardofranquismo. Éramos niños de consumo de dibujos animados japoneses que no se llamaban anime. Yo paraba goles con un Tango 82 rojo, como si en Málaga hubiera nieve, y jugábamos a las canicas y las chapas.

Simón, reportero de lo humano en El Mundo, se autoafirma como “dolientemente nostálgico”, alguien que sabe que la felicidad estaba —y ya no regresará, ay— en el atardecer de un mes de junio, julio y por qué no agosto, en un pueblo del interior cuando tenías 16 o 17 años y no había prisa por volver a casa, y no había móviles y el tiempo estaba suspendido esperando la aventura del próximo día.

Los viajes en un Simca 1200 escuchando el Carrusel o el Tablero Deportivo: Gol en El Helmántico, Escándalo en Las Gaunas, Peligro en La Condomina, ¿a favor de quién? El coche que huele a Ducados. Y tu padre circula por carreteras secundarias, una España de baches, escuchando canciones de Serrat y de cantantes que luego jamás volviste a escuchar. Nino Bravo atravesando campos de Castilla.

La novela, Premio Primavera 2021, es un refugio para los que no pueden olvidar a los mejores amigos de la infancia, los que están siempre ahí, los que te conocen mejor que nadie y sabes que puedes contar con ellos y ellos contigo. Los amigos a los que ahora llamas por su nombre y apellido, pero que lo primero que recuerdas es el mote que le pusisteis en clase.

Y también Los ingratos habla de cómo, pasados los años, podemos arrinconar a seres especiales que han sido fundamentales en nuestra vida. Porque podemos ser ingratos y no saberlo. Y porque la nostalgia no se cura. Ni falta que hace.

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Autor: Pedro Simón. Título: Los ingratosEditorial: Espasa. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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