La voz de una generación agotada

La segunda novela de Cristina González, más conocida en redes como @TomorrowJuana, tiene como protagonista a una treintañera cansada de tener que compartir piso y de la vida estresante de la capital. Por eso decide mudarse a Canguingos, el pueblo donde nació su madre, y hacerse amiga de una repostera.

En este making of Cristina González explica cómo escribió De Madrid al pueblo (LES).

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Como millennial precaria, este deseo íntimo e irrealizable de emancipación, de tener un hogar, un lugar que sentir nuestro, fue la mecha que me impulsó a crear una novela como lo es De Madrid al pueblo, como un juego de palabras con la mítica frase “de Madrid al cielo”. Me zambullí de lleno en la historia de una treintañera frustrada, que no es capaz de dejar de compartir piso en la ciudad, como un acto de generosidad hacia mí misma y la gente de mi generación, en el que poder vivir en la ficción lo que me gustaría hacer en la realidad: abandonar la ciudad y aspirar a un vida más sencilla y accesible en el pueblo.

Para dar a luz este libro no fue necesario un gran trabajo de investigación o de documentación, pues todo lo que necesitaba saber sobre una generación agotada y desencantada con las cartas con las que le ha tocado jugar lo tengo dando vueltas dentro de mí misma. Sin embargo, el proceso de creación no fue distinto al del resto de mis escritos.

Una vez tengo claro lo que quiero contar, la siguiente etapa comienza con la creación de una nota en el móvil con el título provisional, en la que voy poniendo frases, escenas completas, canciones o pensamientos que me genera esa nueva idea. Dura un par de meses, en los que van tomando forma ciertos aspectos de la futura novela, como personalidad y carácter de la protagonista, personajes secundarios, relaciones que se generan entre ellos… Es lo que voy rumiando durante esos dos meses previos a coger el ordenador y empezar a escribir.

Una vez establecidos los conflictos a los que se enfrenta mi protagonista, de dónde viene, hacia dónde quiere ir, necesitaba un lugar al que enviarla, un pueblo materno que me hubiera gustado que fuera manchego, de donde provengo yo misma, pero que no me terminaba de encajar, pues necesitaba un lugar cercano a la frontera con Francia por menesteres de la historia. De ese modo abrí el Google Maps y estuve un par de semanas “visitando” los pueblitos de la costa cantábrica. Pero ninguno me servía: o le faltaba montaña, o era demasiado conocido o no se parecía a lo que tenía en mente. Por lo tanto, recurrí al truco infalible que nos concede la ficción: me inventé un pueblo.

El nombre de Canguingos nace de una frase popular que, al menos yo, he escuchado toda mi vida cuando preguntaba en casa qué íbamos a comer. “Canguingos y patas de peces”. Los canguingos no son nada concreto, es una comida no definida para dar respuesta a esa pregunta tan típica de los niños. Para mi pueblo inventado quería un nombre que evocara al pueblo, a la vida rural, a mi infancia incluso, por lo que Canguingos me pareció perfecto, medio humorístico, medio provinciano. De hecho, en un primer momento, Canguingos fue el nombre provisional de la novela.

Tenía el lugar, tenía el conflicto y tenía a la chica, por lo que solo me quedaba colocar en el tablero a mis personajes principales y ponerlos a relacionarse entre ellos. No soy una escritora que haga plannings ni esquemas, sino que más bien establezco dos o tres puntos innegociables y dejo que lo que ocurre entre ellos fluya a tenor de los personajes, que van tomando una entidad propia a medida que evolucionan a lo largo de la historia. Así surgieron actores y actrices secundarias como Jacinta, una entrañable octogenaria, o Mateo, el bibliotecario del pueblo, que no estaban en la idea principal pero que la historia pidió por sí misma.

La escritura de la novela se dilató durante un año, pero realmente el grueso de la misma lo solventé en apenas tres meses de trabajo diario, duro, pesado a veces. Quería una historia costumbrista que se detuviera en los detalles, en los días del pueblo, que en ocasiones idealizamos pero que son a menudo tediosos, para entrar de lleno en ese cambio en la vida de Carlota, para leerla y también sentirla, en el placer de las metas conseguidas a corto, medio y largo plazo.

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Autora: Cristina González. Título: De Madrid al pueblo. Editorial: LES. Venta: Todos tus libros.