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Los cambios se sucedían sin nosotros

Los cambios se sucedían sin nosotros

Eve Fairbanks ha escrito uno de los mejores textos de periodismo que se pueden haber construido jamás, por su serenidad, por su elaboración, por su impacto, y el que tal vez sea el libro del año en nuestro país. A lo largo de más de una década, nuestra periodista vive en Sudáfrica y se interesa por los cambios que sucedieron en el país desde hace cincuenta años. Se trata de uno de los grandes asuntos que incumben a la humanidad: cómo ir desde un régimen de segregación, desde la desigualdad, hasta lo que sea que se pueda construir a continuación. Pero su interés no atañe a la política, a la enunciación en abstracto, a las cifras, sino al territorio de los que pisan la calle. La historia que estamos acostumbrados a leer no es la historia de la gente, y contra ese mal hábito está construido Los herederos. Fairbanks elige tres personas para elaborar la narración de estos cambios que, como dice uno de ellos, «se sucedían sin nosotros», para confeccionar un exhaustivo análisis sobre por qué es imposible que lleguen a mezclarse el agua y el aceite, o si en lugar de imposible no deberíamos calificarlo como improbable, porque nuestra voluntad también cuenta. A lo largo de las páginas flota la maldición de las castas, de los pisos con techos de cristal, de los estratos de poder —incluidos los pequeños poderes que otorgan las costumbres—, para dejarnos, como debe hacer todo buen trabajo de periodismo, con muchas preguntas. Nos quedaremos dudando si esta imposición de sedimentos, que se mantendrá a pesar de las decisiones y elaboraciones políticas, es una cuestión de fondo o una cuestión, como nos gustaría suponer, de carcasa.

"La vida no sólo es lo que elaboran nuestros personajes, también es lo que sucede a su alrededor y va tallando cada paso, la evolución del apartheid hacia algo que no conseguiremos definir"

Las personas cuyas vidas elige seguir son una madre y una hija nacidas en Soweto, en el núcleo de la marginación, que se rebelarán a plena potencia, y un muchacho blanco que presenta la mayor parte de las características del antagonismo frente a estas mujeres, y que también es beligerante en su causa. Fairbanks se expresa con una empatía que sólo puede ser fruto de la amistad, pues a todos les concede el privilegio de considerar que son gente de principios, y que estos les dictan que sus razones son de justicia. Y mientras tanto, despliega todo un relato de historia contemporánea a través de episodios secundarios, que no pierden el pulso y nos resultan clarificadores: la vida no sólo es lo que elaboran nuestros personajes, también es lo que sucede a su alrededor y va tallando cada paso, la evolución del apartheid hacia algo que no conseguiremos definir y que nos deja, eso sí, con el malestar.

"La experiencia de lectura de Los herederos es comparable a la de cualquier obra de otro género, por sus recursos constructivos y su expresividad, que es deductiva y no formal"

Los herederos es una obra escrita contra el reduccionismo, contra la costumbre de considerar que problemas complejos, tanto como cualquier conflicto que atañe a la conciencia individual y a la social, afectados por esos antónimos que son la cultura y la economía, requiere explicaciones simples. De hecho, Fairbanks no expone ninguna hipótesis y dejará que sea el lector el que se pronuncie. Ella, eso sí, ha facilitado todos los datos precisos para poder elaborarla y, lo que es más serio, la inquietud necesaria para que nos resulte casi imposible negarnos la necesidad de encontrar algún tipo de explicación. En el centro del análisis consecuente estará el verbo desnortar: los cambios son tan graves e impactantes que nos llevan a preguntarnos a qué intereses se deben, porque de ellos sólo hemos ido conociendo un relato, el superficial, el que exponen los titulares de prensa. La verdad de lo que ha sucedido, de lo que está sucediendo, exige otro tipo de entrega que afecta a la psicología individual y a la psicología de grupo, al margen de todas las demás ciencias humanas, desde la sociología hasta la historia. Y también la literatura, porque la experiencia de lectura de Los herederos es comparable a la de cualquier obra de otro género, por sus recursos constructivos y su expresividad, que es deductiva y no formal. Siempre sin perder el centro de interés, el gran tema sobre el que Fairbanks elabora este libro, que atañe a la conveniencia de preguntarnos, como personas y como especie, en qué estamos equivocados y qué es lo que debemos seguir aprendiendo.

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Autora: Eve Fairbaks. Título: Los herederos. Traducción: Juanjo Estrella. Editorial: Península. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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