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Los demonios de la adolescencia

Los demonios de la adolescencia

La combinación de niños y terror siempre ha casado bien. Pocas cosas resultan más terroríficas que esperar una sonrisa pura e inocente y encontrarse con un rostro infestado de maldad. Los niños, la esperanza encarnada, serán quienes nos sucedan marcados por los valores que les brindemos. Sin embargo, generan una inagotable fuente de miedos: el temor por sus inciertos futuros, la inquietud ante la posibilidad de que no alcancen las expectativas o comprobar que pueden llegar a ser la antítesis de lo que se deseaba.

Philip Fracassi (Michigan, 1970) no se ha conformado con uno, sino con 32 niños, los ha encerrado juntos en una institución religiosa estricta y aislada, y lo ha batido todo añadiendo entes infernales y toda la parafernalia que acompaña una posesión demoníaca como Dios manda (paradójico, sí).

"El autor nos sumerge en este pequeño mundo de la mano de tres protagonistas principales que prestan su punto de vista en la mayor parte del libro"

La sinopsis plantea el reto desde el principio de forma clara y concisa: en un orfanato estadounidense de 1905 malviven un puñado de niños y adolescentes de futuro más bien negro bajo el severo control de cuatro religiosos. La pobreza, la soledad y el hambre son sus terrores diarios, hasta que una noche acude hasta ellos un grupo de hombres con un moribundo que alberga no sólo oscuros secretos sino algo más aterrador en su interior.

El autor nos sumerge en este pequeño mundo de la mano de tres protagonistas principales que prestan su punto de vista en la mayor parte del libro: el abnegado y sufrido Peter, futuro sacerdote en ciernes con profundas dudas de fe; David, el buscavidas, un superviviente de buen corazón; y el padre Andrew, un religioso justo y bueno hasta decir basta que protege a sus niños como una gallina clueca sonriente y beatífica. Aunque la presentación inicial de una multitud de personajes puede parecer abrumadora, pues a veces sólo tenemos un nombre y un color de pelo para diferenciarlos, unos cuantos van destacando, sobresaliendo entre los demás, y el autor va señalándoles para guiar al lector y que no se pierda en distracciones superfluas. La atmósfera perturbadora se establece incluso antes del estallido demoníaco con la descripción de las condiciones de vida de los niños, la aceptación de la muerte por parte de los más pequeños o los desmesurados castigos físicos infligidos por los sacerdotes.

"La novela podría ser vista como la representación de una sociedad injusta en la que el futuro es desolador y las esperanzas en el mañana ínfimas"

La trama, aparentemente sencilla y lineal, sin giros inesperados o revelaciones sorprendentes, es como una antigua película en blanco y negro, simple pero cautivadora. Y es precisamente esta falsa sobriedad la que atrapa al lector, sumergiéndole por completo en el libro y haciéndole experimentar la angustia junto a los niños. Se encuentra, sin darse cuenta, atrapado entre esas paredes malditas y tan aterrorizado como ellos, pero incapaz de dejar de leer.

Fracassi centra la lucha entre el bien y el mal desde una perspectiva estrictamente religiosa, y se apoya a menudo en el tropo de que sólo los corazones puros y de fe intachable pueden sobrevivir, lo cual tal vez limita las sorpresas en la trama. Sin embargo, al realizar un ejercicio de lectura por capas, surgen otras interesantes interpretaciones.

"La novela se presenta en un cuidado formato por una editorial que mima cada detalle, adornándola con un grafismo atractivo y unas fotografías que la complementan"

La novela podría ser vista como la representación de una sociedad injusta en la que el futuro es desolador y las esperanzas en el mañana ínfimas, donde los rebeldes contra el sistema son etiquetados como demonios y sus actos descritos como atroces desde la perspectiva de aquellos que aceptan las normas. ¿Podría ser la metáfora de una sociedad que oprime a sus ciudadanos? O tal vez la historia se interprete como la transición abrupta de la niñez a la edad adulta, cuando la realidad golpea brutalmente a los personajes, forzándoles a crecer antes de tiempo, con cicatrices acumuladas en el alma por culpa de experiencias traumáticas.

La magia del género reside en sus diversas lecturas, permitiendo que cada uno encuentre su propia conexión con la obra.

"La sencillez de todos esos pequeños detalles define esta entretenida obra. Al fin y al cabo, siempre se ha dicho que el diablo está en los detalles"

Por si todo ello fuera poco, la novela se presenta en un cuidado formato por una editorial que mima cada detalle, adornándola con un grafismo atractivo y unas fotografías que la complementan. La guinda del pastel la pone el prólogo de Iván Ledesma, gran exponente del horror patrio y excelente conocedor del género.

En definitiva, un buen libro para pasarlo mal, que ofrece una experiencia inquietante, sumergiendo al lector en una atmósfera cargada de murmullos y sombras. La imposibilidad de confiar plenamente en quienes nos rodean, siempre sujetos a cambios inesperados que pueden causar daños irreparables, resalta como una de las lecciones fundamentales que la vida enseña a los niños, impulsándolos hacia la madurez.

La sencillez de todos esos pequeños detalles define esta entretenida obra. Al fin y al cabo, siempre se ha dicho que el diablo está en los detalles.

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Autor: Philip Fracassi. Título: Los chicos del valle. Traductor: José Ángel de Dios. Editorial: Dilatando mentes. Venta: Todostuslibros.

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