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Los poemas de amor siempre vuelven

Los poemas de amor siempre vuelven

Escribir un poema de amor después de escribir un libro que se rompe por pura tristeza al tocarlo es una sensación extraña. Respeto tanto a las emociones que procuro manosearlas lo menos posible. Para mí, ningún poema de desamor es el mismo aunque hablen desde un dolor particular, igual que no todos los poemas de amor hablan de la misma persona, porque el horizonte es mucho más grande que todo eso. Es particular mi relación con la palabra. Es solo nuestra: a veces me asusta lo que tiene que contarme y otras es ella la que me lanza de un golpe contra el papel y me obliga a abrir los ojos.

Algo así ha pasado en Adiós al frío, mi nuevo poemario. Venir de La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida no ha sido un camino sencillo. Un libro parido en apenas tres meses, tres meses en los que yo era una décima parte de mí misma, un tropiezo en un camino asfaltado, un cuerpo arañado. El dolor y el daño se estancan y una piensa que ya está, que eso es todo, que la vida continuará porque así es como funciona pero que jamás cicatrizará esa herida. Y puede ser que sea cierto: la herida no cicatriza. Pero los poemas de amor vuelven. Siempre vuelven.

"Los poemas de amor que vuelven como la barca que se mece al otro lado del horizonte al bajar el sol. La página que se cierra para que el libro continúe"

Este libro es un soplido frío en la cara. La despedida a lo que congela. El hielo que se deshace. El daño como aprendizaje y nunca más como obstáculo. La lucha. El amor propio. El cielo que se ve desde el suelo después de tomar una pastilla para calmar la ansiedad. El brazo que te recoge, que te lleva, que te cuida el sueño, que te calma el pecho, que te espera paciente y reconstruye tu vocabulario. El miedo que se diluye en los balcones de un barrio luminoso. Su mano en la tuya. La muerte, de repente, de quien más amas como si fuera un último empujón para hacerte valorar la vida. Un crujido seco. Un poema que no se escribe. El fin. Su luz. Un atisbo de su sombra en el cuerpo de otro. Un hocico mojado que te hace reír de nuevo. Otro que le pide que le salves. Ella al lado. Ella siempre al lado. Un poema de amor tímido, otro valiente, otro arriesgado, otro feliz, otro que grita sin esconderse. Los poemas de amor que vuelven como la barca que se mece al otro lado del horizonte al bajar el sol. La página que se cierra para que el libro continúe.

Eso es Adiós al frío, que me publica Visor y que ya está en librerías. Debió salir en primavera y, sin embargo, aquí estamos, despidiéndonos del frío justo cuando el frío vuelve. Y es que quizá sea así precisamente como debe funcionar, y ya nunca más al revés.

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Autor: Elvira Sastre. Título: Adiós al frío. Editorial: Visor. Venta: Todostuslibros y Amazon

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