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María Beleña: Las ilusiones del lenguaje

María Beleña: Las ilusiones del lenguaje

Leer poesía es siempre un arriesgado ejercicio de confrontación, donde, en no pocas ocasiones, se obvia cómo recepciona el cuerpo el poema. La lectura poética se abre paso en un estado de semi-consciencia en el cual la piel transpira aquello que la razón apenas intuye, y a ese estado apela la poesía de María Beleña en Vigilia: Conjeturas sobre la ilusión (Olifante, 2025). Entrecruce de filosofía, ensayo y prosa poética, no debe leerse —advierto— desde la plena consciencia, sino desde desde la insomne lucidez o espera previa a la revelación para que el poder de la palabra traspase el umbral entre la verdad y la apariencia, que los significados evocan.

María Beleña ahonda con este poemario en su investigación videopoética, por medio de la potencia de sus imágenes, y los límites racionales del lenguaje en un baile de significantes cuyo fin no es tanto desorientar la lógica discursiva del lector, sino adentrarle en ese estado de vigilia, al que alude el título, por medio del uso taumatúrgico de la palabra. Para ello urde una compleja estructura de cinco filos (o puntas de una estrella) donde el símil de la línea platónico vertebra la ruptura o confirmación de las ilusiones. A modo de brújula, “Cómo nos ahuecamos. Realidad, vigilia y sueño” reflexiona sobre el sentido de la vigilia (y la memoria), estado transfronterizo entre lo real y el sueño donde para la poeta se encuentra la verdad en tanto el cuerpo, por un lado, escapa a las demandas capitalistas productivas que el dormir disputa, por otro, se sumerge en lo onírico y los órganos sensoriales atraviesan lo desconocido desde cierta consciencia: “Mientras se duerme, todo cuerpo sensible es capital esperanzador en su no decir”.

"En este juego poético-filosófico que nos propone María Beleña nada es azaroso. La recreación de la atmósfera de vigilia se acentúa"

“Realidad sensible” y “Realidad inteligible”, configuran la arquitectura del poemario, concluyendo en la pieza escénica “Hacia el sol. Hacia el Bien”, donde el símil de la línea platónica se dispone de manera plena. La simulación de la filosofía platónica en el poemario subvierte los patrones hegemónicos de la filosofía occidental y heteropatriarcal: “La selección falocéntrica es descarada: ellos mismos convertirán su sabiduría en la ley sobre la que oscilará la ciudad”. Lejos de esta palabra, que ha momificado un mundo verdadero, existe el que aún es posible inventar e ilusionarnos: “Un tipo de capricho filosófico [occidenpatriarcal] que propicia la voluntad de aquietarnos. Primeriza en esto  de vivir (…) Tengo la certeza de que abandonaré algo”. Se abre el espacio hacia un conocimiento invisible e intuitivo, natural y femenino, que está más allá, quizá en ese estado de ensoñación al que nos conducen los poemas, reclamando el territorio para un Eros, que la razón tiende a anular y exterminar. En “Realidad sensible” se despliega un mundo simbólico cuyo eco se origina en la “Realidad inteligible”. Tierra y lengua amasan un cuerpo y fabulan su multiplicidad experiencial: “amén[azar] con un solo deseo. Escribe tú y hazme. ¿no brota la carne cuando casi carne? [dikeke]. una turba continúa en el bancal. combustible de carbono”. El encadenamiento o repetición de la misma palabra en el final de un poema y el principio del siguiente crea una continuidad circular donde resuena la polisemia y se exploran los filos semánticos y fonéticos de las palabras. Si la disposición horizontal del símil sitúa a la izquierda el mundo sensible, aquí también los poemas se disponen a la izquierda. En este juego poético-filosófico que nos propone María Beleña nada es azaroso. La recreación de la atmósfera de vigilia se acentúa por el no uso de mayúsculas ni signos de puntuación, porque los puntos que aparecen en esta parte, rompiendo la gramática narrativa y el logos, como pensamiento articulado en un discurso racional, han de interpretarse como piedras y tropiezos en la idea de una imitación de los accidentes que jalonan la propia vida. Un lenguaje obstaculizado y tensado en favor del instinto, donde la normativa lingüística es inexistente y se abandona la palabra a la suposición para generar sensaciones a través de palíndromos y sinécdoques. El diálogo entre las voces esconde una metamorfosis o reencarnación en insectos, plantas y objetos del entorno rural con el que la poeta busca una simbiosis, al tiempo, se posibilita la creación de una ilusoria auténtica realidad en el lenguaje al detonar los referentes de la coherencia.

Por contra, “Realidad inteligible” los poemas se disponen a la derecha, el diálogo se establece a través de una intertextualidad con otras autoras y filósofas, cuya identidad se revela en las notas finales. Sin embargo, si bien la Idea del Bien de Platón está presente, de nuevo no es el conocimiento racional el invocado, sino más bien uno instintivo y mistérico: “Veintidós arcanos mayores incuban las estampas de aquellas muñequitas morenas. Atraviesan una planicie hasta devastar la ubicación (…) El carro + La sacerdotisa + El Sol= Intuición”. La urdimbre del poemario deja a la luz del Sol-Bien la vocación de cuestionamiento de los presupuestos que nos alejan de la fantasía:

Pero subviertes el proceso productivo. Roban el talento de imaginar. Comienzoytérminocomienzoytérmino… con las babosas. Con los bulbos. Con las hormigas. Con las cáscaras de los frutos. Con los armadillos rosados. Con las heces. Con otros cadáveres. Te acercas a lo que podría intuirse en botánica. (…) Tu hipocampo resbalará [h]Asta que ese derrotero sea camino evangelizador. [h]Asta tumbar tus pies. Corre. Porque la cornada.

"Vigilia: Conjeturas sobre la ilusión habita el pórtico de lo incierto, de lo supuesto y lo intuido, aquello que experiencia el cuerpo y su contexto para ofrendar una posibilidad revelada en un lenguaje hipnótico"

El recurso de los corchetes para generar nuevas palabras o resignificar a las existentes, la riqueza de un léxico que orilla la identidad de una historia en desaparición, como si fuera un arcón que atesora un pasado para el futuro, como sus cincuenta y cinco [dikeke] que acompañan a cada pregunta no sólo juego fonético (di-qué-qué), sino también engaño e ilusión que escapa a la comprensión lógica del entramado de un lenguaje, cuyo sentido se va despojando acompañado de una renuncia a la retórica: “Tumbtumb. Onomatopeya que ayuda a caer  con cierta percusión moral”. Es inevitable evocar Matar a Platón de Chantal Maillard al desconfiar del lenguaje, al desanudar la retórica, al cuestionar la realidad.

La pieza escénica “Hacia el sol. Hacia el Bien” reivindica a las sombras y su ilusión, desmontando la dualidad ontológica y epistémica platónica. Tras ella, “Quiso darle una estrella a toda estrella”, las notas explicativas en las que María Beleña desentraña, descarna, reconstruye las especulares realidades, no más conjeturas. Concluye el poemario con un epílogo de  Mª Ángeles Pérez López donde se entrega a esta vigilia para vibrar en la carnadura y la carencia del pulso de un “lenguaje turbador y turgente. Torbellino. Tremolación”.

Vigilia: Conjeturas sobre la ilusión habita el pórtico de lo incierto, de lo supuesto y lo intuido, aquello que experiencia el cuerpo y su contexto para ofrendar una posibilidad revelada en un lenguaje hipnótico. Golpea como el martillo de Nietzsche. Arriscada y filosa nervadura de lengua, este poemario es un relámpago. María Beleña logra desenmascarar en este juego de transversalidad poética la veladura del logos. Es posible el sinsentido, la confusión, la diáspora, la tensión de la paradoja, lo fantaseado, para hozar en la sintaxis hasta que sus huesos brillen. Hasta que la poesía brille. De este modo, el poemario transita hacia una metapoética. El propio acto de escribir poesía es en sí una conjetura, una vigilia en la que se intuye una verdad sin aprehenderla ni habitarla. Este libro es una liturgia, un ritual, un tropiezo, que conjura en la palabra el estado de vigilia. Una ilusión en el lenguaje.

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Autora: María Beleña. Título: Vigilia: Conjeturas sobre la ilusión Editorial: Olifante. Venta: Todos tus libros.

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