Inicio > Libros > Narrativa > Memoria de ficción, historia de verdad

Memoria de ficción, historia de verdad

Memoria de ficción, historia de verdad

El protagonista de esta ficción de carácter metaliterario es un periodista que, durante el proceso de investigación para escribir una novela, tropieza con la biografía de Gerardo Salvador Merino, el político falangista que dirigió los Sindicatos Verticales.

En este making of Marco Porras explica cómo escribió Gerardo (Eolas).

***

Abren y cierran las célebres Coplas de Manrique dos voces («Recuerde» y «memoria») que dibujan un paréntesis a esa cima de nuestra literatura, faro perdurable para quien desee escribir sobre la vida y la muerte (¿hay acaso otros asuntos?).

Con plena intención del poeta, ese par de arcos en espejo, enfrentados como parientes semánticos, acentúan una de tantísimas claves de la obra: ese hilo entre la vida terrenal y la vida eterna, enhebrado por la memoria que deja cada individuo cuando parte de este mundo hacia el otro. Es aquello mismo de Cicerón, en la novena de sus Filípicas: «Pues la vida de los muertos se conserva en la memoria de los vivos».

También buscó Gerardo ser un libro entre paréntesis con los títulos del primero y del último de los noventa y nueve capítulos (capítulos breves, no se me asuste el hipotético lector) que estructuran la obra: «Aparición» y «Trabajo».

"Sería uno de esos alter ego que podría haber segregado Pessoa, de vivir aquí y ahora, empeñado en escribir un libro que no hable de sí mismo. O sí… ¿Quién dijo autoficción?"

En dos páginas y media, «Aparición» acaso explica mejor que estos párrafos cómo surgió mi ópera prima; en apariencia, un juguete narrativo, una travesura literaria, una broma metaficcional llevada hasta las últimas consecuencias: las de escribir una biografía y una novela esquivando ambos géneros; o, dicho de otro modo, dar esquinazo a ciertas convenciones de la novela histórica…

Pero dejemos lo metaliterario, aunque sea una suerte de motor al ralentí en este libro que ha tenido la valentía de publicar Héctor Escobar en Eolas Ediciones. Y bien que lo agradezco: los libros se trabajan para que aparezcan.

Alude esa aparición del capítulo uno a los dos protagonistas, nacidos casi como siameses en las dos primeras líneas de la novela. De un lado, el notario, político y empresario Gerardo Salvador Merino (1909-1971), persona que existió realmente, y que «salió al encuentro, como el duende que sorprende en el bosque a un buscador de setas», para toparse, de otro lado, con Néstor Rubial, «periodista inepto para la ficción, que llevaba meses atascado en las primeras páginas de su presunta novela».

Cuanto se narra de Gerardo está documentado, mientras Rubial jamás figuró en registro civil alguno. Sería uno de esos alter ego que podría haber segregado Pessoa, de vivir aquí y ahora, empeñado en escribir un libro que no hable de sí mismo. O sí… ¿Quién dijo autoficción?

"Eso fue lo llamativo para mí, al indagar en la vida de Salvador Merino por tierra, mar y aire. Pero sobre todo para el otro coprotagonista, Rubial, exitoso cronista radiotelevisivo especializado en sucesos, en año sabático, hastiado de la crónica negra"

Gerardo Salvador Merino —y esto sale en cualquier buscador de Internet— fue el primer jefe de la Delegación Nacional de Sindicatos del primer franquismo. Pero es un nombre orillado por la Historia oficial, porque no ha tenido valedores. Para los (h)unos fue un fascista más —y después un directivo empresarial, ¡valgame Dios!— y para los (h)otros fue uno de los nuestros, pero con ciertos pecados rojos de juventud y con ambiciones muy maduras, empeñado en la consigna de «pan, patria y justicia» (justicia social, para quien no sepa de falangismo ni papa).

Pero la simpar vida de Gerardo (nombrado así, a secas, por el uso joseantoniano y por la costumbre de las novelas del XIX, tituladas como su protagonista… y ya) sobresale más allá de aquel bienio en la vanguardia política de la España recién salida de la guerra civil. Antes y después fue mucho más aquel hombre magnánimo, inmerso dos años en las luchas domésticas entre las familias ideológicas del bando ganador de la guerra, y en las intrigas europeas por la guerra entre el Eje Berlín-Roma y los aliados, cuyo aroma se respiraba en despachos, restaurantes y periódicos hispanos.

Y eso es lo singular del personaje coprotagonista: su forma y su fondo poliédricos, su idoneidad como cata de la historia de España durante más de medio siglo, pues en todas las fases de su vida reflejó —y cabalgó— las contradicciones de cada momento.

Eso fue lo llamativo para mí, al indagar en la vida de Salvador Merino por tierra, mar y aire. Pero sobre todo para el otro coprotagonista, Rubial, exitoso cronista radiotelevisivo especializado en sucesos, en año sabático, hastiado de la crónica negra. Néstor se ve un narrador bisoño y encuentra en Gerardo un filón, a falta de un personaje ficticio (como él).

"A modo de apéndice, paradójicamente desdramatizador, un dramatis personae perpetrado con amor y humor, pasa revista a decenas de secundarios, coro de una representación a la que está usted invitado"

Mano a mano, los dos nos sentimos atraídos por Salvador Merino, por su personalidad llena de aristas, acostumbrados ambos, como estamos hoy, a los perfiles monolíticos, de trazo grueso, de brocha gorda, máxime si se vieron involucrados en ese conflicto bélico cuyas heridas ya ni sangran ni supuran, pero aún no cicatrizaron, como todos sabemos, y bien se explota políticamente a diestro y siniestro.

Gerardo avanza así como una cremallera que va uniendo la peripecia del personaje real por unas décadas y episodios convulsos —Segunda República, guerra civil, posguerra, Segunda Guerra Mundial, juicio y condena por masonería, exilio interior, tardofranquismo, brillo profesional…— con la vidilla creativa de Rubial, investigando y construyendo su novela, su primera novela, que ojalá no sea la última.

Al fin y al cabo, es cuestión de inspiración, pero también de transpiración. De «Trabajo», como se titula el último de los capítulos de este libro que ahonda en esa mezcla de deber y derecho a ganarse el pan. A modo de apéndice, paradójicamente desdramatizador, un dramatis personae perpetrado con amor y humor, pasa revista a decenas de secundarios, coro de una representación a la que está usted invitado.

—————————————

Autor: Marco Porras. Título: Gerardo. Editorial: Eolas. Venta: Todos tus libros.

4.7/5 (9 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios