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Miguel Ríos: «Si te apropias de frases históricas, te puedes buscar una avería»

Miguel Ríos: «Si te apropias de frases históricas, te puedes buscar una avería»

Fotos: Javier Salas

Aconsejaba Miguel Ríos (Granada, 1944) bajarse de aquel caballo cabrón llamado Muerte, de doma imposible, con unos cascos “hechos de sangre de hiel”. Ahora, en el tiempo de la covid-19, reventado aquel neón de color rosa que se hacía cargo de las cosas, a los doce años de que alumbrara su última canción inédita y una década después del anuncio de su retiro —aunque este nunca fue definitivo: no han sido pocas las veces que, desde entonces, el granadino ha pisado los escenarios—, el legendario —en este caso, el adjetivo no hiperboliza, y a los hechos remito— rockero patrio publica Un largo tiempo (Altafonte, 2021), un álbum de blues, acústico, libre de emperifollamientos, compuesto por diez piezas en las que cohabitan la memoria, la ironía, la crítica y la poesía, incluida la del gran Ángel González.

Zenda conversa con Ríos sobre Un largo tiempo y, aprovechando la ocasión, cómo no, sobre libros y autores.

—Señor Ríos, ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer hoy por hoy, con la que está cayendo?

—Pues no sé. Supongo que seguir vivo, en primer lugar, y seguir cuerdo, a pesar de los pesares.

—¿La victoria del capitalismo sobre la revolución es definitiva?

"Será difícil cualquier revolución, a no ser que el planeta no dé para más"

—Me temo que con la falta de escrúpulos que tiene el capital, y el deseo de ser ricos y consumir que nos han inoculado como paradigma, seguirá alimentándose de los sueños de la gente a la que explota. Así será difícil cualquier revolución, a no ser que el planeta no dé para más. Pero por lo que estamos tan jodidos es por la falta de evolución.

—¿La izquierda le ha servido, en bandeja de plata, a la derecha la palabra “libertad”?

—No, se la han apropiado sin más. Además, la última bandeja era de oro, el vil metal de Donald Trump.

—Quienes pretendían en España asaltar los cielos, ¿han acabado como conserjes de san Pedro?

—Si te apropias de frases históricas, te puedes buscar una avería. Afortunadamente, ni el Cielo ni el Infierno son lo que eran, y san Pedro sólo fue el primer negacionista.

—Escribió Ángel González que, como la morcilla, la Historia de nuestro país se hace con sangre y se repite. ¿Suscribe?

—Me temo que habría que pensar que sí, por los últimos episodios nacionales redactados en WhatsApp. Pero tampoco España es ya tan España y, definitivamente, la morcilla se ha caído de la dieta nacional por su excesivo aporte calórico.

—El poeta asturiano está muy presente en su último disco: musicaliza “Para que yo me llame Ángel González”, y utiliza un verso de esta composición para titularlo. ¿Quién fue para usted Ángel González? ¿Cuánto pesa este poema en Un largo tiempo?

"Ángel González era un ser humano impecable, un poeta de primerísima categoría y un grandísimo lector de su poesía."

—Mucho. Afortunadamente, Susana Rivera, su viuda, me dio permiso para convertir en canción su emblemático poema, que refleja, en su sobriedad narrativa, el espíritu de lo que se canta en el disco. Conocí a Ángel González tarde, y no puede decirse que llegáramos a ser amigos. Pero tuve la suerte de compartir con él algunos buenos momentos. Era un ser humano impecable, un poeta de primerísima categoría y un grandísimo lector de su poesía.

—Ha estado doce años sin publicar nada inédito. ¿Qué le llevó a volver al ruedo?

—El síndrome de abstinencia, supongo. Quizá, también, se deba a que he tenido un magnífico coéquipier: el productor, ingeniero, compositor y guitarrista Jose Nortes, sin tilde, que lo ha propiciado. O a las musas, que son caprichosas.

—Un largo tiempo es un disco crudo, con un, digamos, maquillaje mínimo tanto literaria como musicalmente. En este caso, ¿menos es más?

—Es un disco poco frecuente en mi discografía. Algo cercano, por acústico, fue el Big Band Ríos. Pero era mucho más estruendoso. Y, por supuesto, menos es más. Es más para crearle espacio a la voz, que es el instrumento más emocional de la música. En 2014, en pleno jubileo, hice un concierto solidario en el Teatro Monumental con el mismo trío con el que he grabado el disco. Era una asignatura pendiente.

—En “El blues de la tercera edad”, canta la historia de Ana, que “nació a mitad del siglo XX” y “luchó contracorriente / contra el padre y la tradición”. ¿Hemos olvidado, cuando no menospreciado, el legado de las Anas?

"Muchas de las chicas de mi generación han cogido la bandera de su independencia y saben que es mejor hacer el camino solas que sometidas"

—Creo que a esta Ana de mi canción le importan poco nuestros olvidos. No es el ser sumiso que fue la generación de nuestras madres. Muchas de las chicas de mi generación han cogido la bandera de su independencia y saben que es mejor hacer el camino solas que sometidas.

—En el corazón de Ana suena el “Blues de la tercera edad”, “un sutil aguijón de nostalgia / llamado soledad”. Coronavirus aparte, ¿es la soledad la gran enfermedad de nuestros días?

—Sí, porque nos educan en la dependencia, y la soledad se ve como un estigma. Pienso que el ser humano es de naturaleza gregaria y, además, como decía Kiko Veneno, “está muy bien eso del cariño”.

—Pasemos al cuestionario literario. ¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?

"Escuché a uno de mis maestros, de cuyo nombre no quiero acordarme, hablar del peligro de los libros"

—Fui al colegio de los Salesianos. En los años 50 cursé eso que se llamaba estudios básicos. No sólo no recuerdo que se hablara de leer, sino que escuché a uno de mis maestros, de cuyo nombre no quiero acordarme, hablar del “peligro de los libros”. Así que empecé por Marcial Lafuente Estefanía y sus novelitas del Oeste.

—¿Qué obras conformarían la Santísima o laiquísima, a su gusto— Trinidad de su biblioteca?

—El palacio de la luna, de Paul Auster, Conversaciones en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, Tokio Blues, de Murakami. La conjura de los necios, de Toole. Por poner unas pocas más.

Foto: Javier Salas

—¿Algún libro que le haya quitado el sueño?

—1984, de George Orwell, y El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith.

—Bajemos al barro: ¿algún autor u obra que no soporte?

—Se me hace indigerible, por más que lo intento, Ulises, de Joyce.

—¿Algún personaje literario del que se haya enamorado?

—De Sofie, la protagonista de El viajero del siglo, de Andrés Neuman.

—¿Alguno al que haya querido asesinar?

Al inspector Javert de Los miserables, de Victor Hugo.

—Por cierto, si yo le digo Luis García Montero, usted me dice…

—Un gran poeta comprometido con su tiempo.

—¿Un poema siempre puede ser carne de canción?

—Sí, si cae en la garganta del inmortal Enrique Morente.

—¿Algún poeta o poema pendiente de cantar?

—Seguro que a “No volveré a ser joven”, de Gil de Biedma, le vendría bien una buena melodía…

—De retirarse, por ahora, ni hablamos, ¿no?

—Ahora se trata de girar con The Black Betty Trío.

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