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Patricia Highsmith, al fin «desencriptada», gracias a sus diarios y cuadernos

Patricia Highsmith, al fin «desencriptada», gracias a sus diarios y cuadernos

Con fama de misántropa y una aura de secretismo, prácticamente nada se sabía de la vida íntima de Patricia Highsmith hasta que se han dado a conocer las más de mil páginas de Diarios y cuadernos 1941-1995, un libro que publica ahora Anagrama en castellano y que «desencripta» a la escritora norteamericana.

Su editora desde 1984, la suiza Anna von Planta, de la editorial Diogenes, junto a Susanne Baucknecht, que representa sus derechos, acompañadas por el editor Jorge Herralde, que conoció bien a la creadora del sociópata Tom Ripley, y Silvia Sesé, han presentado este martes estos textos en los que la tejana «nos cuenta absolutamente toda su vida».

Aunque hablaba poquísimo —muchas de sus conversaciones públicas se saldaban con una sucesión de síes y noes—, en cambio, según Von Planta, «se zambulló en exceso en la vida y en escribir», de manera que en sus diarios y cuadernos, a lo largo de 54 años, se muestra tal como era, con sus complejidades y contradicciones, pudiendo descubrir el lector «un pellizco de su alma». A juicio de Susanne Baucknecht, el libro es «uno de los mejores autorretratos del siglo XXI publicados», con críticas literarias que lo han calificado de «lacerante, puntiagudo y desgarrador».

Anna von Planta, encargada de la edición y el prólogo de esta monumental obra, no ha rehuido que el trabajo llevado a cabo podría compararse con subir al Everest, puesto que lo que encontraron ella misma y el editor y albacea de la obra de Highsmith, Daniel Keel, cuando ésta murió en 1995 en Suiza. Fueron dieciocho diarios, treinta y ocho cuadernos y «toneladas de relatos de sus inicios en Nueva York», que se han tenido que transcribir, un total de 8.000 páginas manuscritas.

Antes de incidir en su contenido, la editora no ha podido evitar rememorar cómo dieron con estos textos, de los que lo desconocían todo hasta que poco antes de morir, la novelista les dijo que tenía unos diarios y unos cuadernos en su casa, que parecía una fortaleza, con solo dos ventanas a la calle de aberturas estrechas.

Después de esa «noticia bomba», y tras su muerte, entraron en su hogar y «venga a buscar por todas partes, en el escritorio, en la librería, con Daniel, cual detectives al borde de la desesperación, hasta que pensé: Ponte en modo mujer, y me pregunté, ¿Dónde escondería mi tesoro más preciado?«, rememora. El lugar, continuó pensando, tenía que ser «puro, fresco, muy al alcance, yéndome hasta el armario de la ropa de hogar y, tras unas sábanas impolutas, estaban estos volúmenes esperándonos para que los encontráramos, junto con toneladas de relatos de sus inicios en Nueva York», añade.

Estos relatos, muchos de ellos ya publicados, no tienen nada que ver con el género negro sino que son «historias que hablan de mujeres jóvenes, intentando buscar diferentes identidades con las que ir más allá de lo que el destino les marcaba, muchas de ellas solitarias, cultas, ganándose y buscándose la vida solas en Nueva York, con bastantes desencuentros amorosos, aunque acaban con cierta esperanza».

Uno de los mayores retos en el proceso de preparación del libro ha sido el de la selección de entradas, descartando algunas repeticiones y chismes, como había dejado escrito en una pequeña nota en los años cincuenta, aunque Von Planta ha confesado que han quedado algunos «cotilleos». Además, se descartaron dibujos «que ella denominaba gérmenes de ideas» o «fragmentos enteros de novelas, porque utilizaba estos cuadernos como laboratorio de pruebas, pero sin contexto no tenían sentido para esta publicación».

Pensando en el público en general, no en «una versión para eruditos», Von Planta y su equipo decidieron concentrarse «en los aspectos más clave para ella, intentando conseguir un equilibrio, dando a conocer todas las facetas de su vida y de su obra», sin optar por la «vía más sensacionalista» en sus opiniones sobre género o política. Como ella «no tenía pelos en la lengua», se han obviado algunos «comentarios despectivos» que podrían resultar ofensivos para el lector de hoy, sobre todo dirigidos a afroamericanos o judíos, especialmente de su juventud.

Los diarios, en los que anota todas sus relaciones amorosas con otras mujeres o confiesa que si «me volviera humana sería incapaz de sobrellevar mi vida», también muestran su evolución como persona, de ser una joven optimista en la Nueva York en la que aterrizó en los años cuarenta con «ganas de vivir a tope», a sus últimos años en Europa «encerrada como una ostra», con unas opiniones «ofensivas, rencorosas y misántropas» mostrando «una acritud contra todo».

Anna von Planta no ha dudado de que de vivir en esta época, Patricia Highsmith, una enamorada de España que en 1987 en Lleida sin que el público fuera muy consciente desveló algunos de sus secretos, estaría en diferentes redes sociales «comunicándose con todo el mundo».

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