Hace exactamente cincuenta años, en el Sáhara todavía español y en vísperas de la Marcha Verde, un muy querido amigo mío, el comandante Fernando Labajos, pidió voluntarios para una incursión nocturna y peligrosa al otro lado de la frontera. Era un asunto delicado; y si salía mal, las consecuencias, tanto por parte española como marroquí, serían graves para los implicados: nadie los respaldaría en caso de muerte o captura. Para mi asombro, hubo más manos alzadas de las necesarias, y todo se llevó a cabo felizmente, en una noche sin luna. Pensé en eso el otro día, recordando un episodio de la Segunda Guerra Mundial simbolizado en una foto de un hombre vencido que fuma un cigarrillo. Y pensé una vez más que, por asombroso que parezca, nunca faltan manos alzadas cuando se propone una aparente locura. Que desde que el ser humano tiene memoria siempre hay hombres, y también mujeres, dispuestos a meterse en el vientre de un caballo de madera, acudir al Blocao de la Muerte —«Voluntarios para morir», fue la orden— o cruzar una frontera en una noche sin luna.
Es entonces cuando se hizo la fotografía. Volví a verla hace poco, al hilo de otro asunto, y de nuevo me conmovió, como cada vez que me topo con ella desde que por primera vez la vi siendo un muchacho. Se trata de una imagen que a pocos que hayan vivido situaciones extremas —la de quienes lucharon este verano contra el fuego en España también sirve— no les humedece el lagrimal, pues retiene, congela de modo perfecto, el momento exacto de un tipo específico de ser humano, o de actitud, ante determinadas situaciones: héroes cansados que sostienen sobre sus hombros la derrota como si no les pesara, con lúcida resignación.
En la foto que comento, un grupo de marinos y comandos británicos prisioneros camina escoltado por soldados alemanes. Vienen del infierno y se les nota mucho. Y en primer plano, un hombre alto con uniforme de comando que sostiene con otro compañero a un marino que cojea herido, fuma con una calma casi insolente. No contempla el suelo, ni a sus captores, ni al fotógrafo. Con la mano libre se lleva el cigarrillo a los labios y mira con expresión ausente, a un lugar vago y lejano, como quien humildemente se acaba de medir con la Historia.
Y, bueno. Ésa es la foto: un soldado vencido, entre otros. Pero cuando se estudia la imagen con detenimiento, cuando la vida te concede el privilegio de conocer a hombres como ése, cuando los años y la experiencia descifran lo que hay en cada gesto, cada mirada, cada forma de caminar, cada chupada a ese pitillo real o simbólico que el hombre de Saint-Nazaire se lleva a los labios, entonces sabes que ese cigarrillo en la boca no es un gesto banal, sino un manifiesto. Es la declaración muda de que si peleaste lo mejor que podías, si quemaste el último cartucho antes de levantar resignado las manos, pueden apresarte el cuerpo, pero no el orgullo. Es la certeza absoluta de que, al fin y al cabo, la única diferencia real entre los seres humanos —en tantos millones de años, que unos mueran antes y otros mueran después no tiene demasiada importancia— es que algunos entre ellos son capaces, si llega el caso, de elegir voluntariamente la manera de hacerlo. De ir al encuentro de las reglas implacables de la existencia con la cabeza bien alta. Y a veces, mientras lo hacen y para ejemplo de todos, alguien los fotografía mientras fuman un cigarrillo.
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Publicado el 5 de septiembre de 2025 en XL Semanal.



Como, siempre, he madrugado. Las viejas costumbres no se pierden con la edad o a pesar de la edad. La única diferencia es que, ahora, te levantas con dolores en múltiples y variadas partes de tu mísero cuerpo. Y, quizás también del alma.
Amenizar el desayuno con el artículo de don Arturo suele ser un placer. El café y las palabras. Las palabras y el café. Las dos cosas ayudan a despertar y a arrancar el maltrecho sistema operativo, a pesar de todo, el mejor que se ha inventado, por las biomoléculas proteínicas o por el Gran Hacedor, de nuevo un poco despistado en este momento.
Con unos cuantos sorbos de café y la química inorgánica que me mandan meterle al cuerpo, no se sabe para qué y con qué efectos, también leo las noticias de varios periódicos (incluso leo el Pravda que últimamente se ha moderado después de prescindir de la Bueno, a la que han colocado en la televisión del Psoe). Me cuesta mucho reconocerlo, no le tengo aprecio a la superioridad que se arrogan los anglosajones, pero toda la isla, al completo fue un vivero de héroes cansados, de héroes derrotados que sufrieron unos bombardeos inhumanos y tuvieron que llevarse a sus hijos fuera de su alcance.
El ataque a Polonia con drones no he podido por menos que relacionarlo con el artículo de don Arturo.
Mal que nos pese reconocerlo, los británicos fueron, durante muchos meses, los únicos que se opusieron a la barbarie nazi. Creo que es necesario agradecérselo y… recordar. Al mismo tiempo, Franco y sus adláteres falangistas (recordemos como ejemplo a Serrano Suñer y leamos las dos novelas de señor de Prada para ambientarnos), aplaudían a Hitler y a Mussolini hasta con las orejas.
Hoy, otra nueva autocracia amenaza Europa. Y detrás le apoyan otras dos terribles totalitarismos: Corea del Norte y China (sí, piénselo ustedes, ese país al que apoya el tal Zapatero y el gobierno actual). Las nuevas potencias del nuevo “Eje”, igual que en la IIGM. Están de moda los tripartitos.
No sé si en esta Europa actual, acostumbrada a la molicie, al buenismo, a la insulsa y despreciable decadencia moral, a la posverdad, a la descomposición cultural, será capaz de sacrificios, será capaz de forjar nuevos héroes, será capaz de oponerse a la tiranía o sucumbirá a la esclavitud y a la explotación.
Después de estas tristes reflexiones, entre sorbo y sorbo de café, me va a acompañar todo el día esa sensación de pesimismo, ese estado psíquico de la percepción de la inmediatez del peligro que quizás hemos heredado genéticamente.
Los héroes de Saint Nazaire estaban defendiendo a su país, a sus hijos, a sus familias, estaban defendiendo la libertad, estaban defendiendo Europa.
Saludos a todos.
Tenga usted Fe, querido amigo. En esté párrafo..:
“No sé si en esta Europa actual, acostumbrada a la molicie, al buenismo, a la insulsa y despreciable decadencia moral, a la posverdad, a la descomposición cultural, será capaz de sacrificios, será capaz de forjar nuevos héroes, será capaz de oponerse a la tiranía o sucumbirá a la esclavitud y a la explotación”
…parece estar usted describiendo a la mayoría de los jóvenes pilotos británicos, en especial, y de otras naciones del mundo que fueron a ayudarlos voluntariamente, que lucharon contra y derrotaron a los pilotos nazis en la llamada Batalla de Ingleterra. Recuerde en esos momentos de duda las maravillosas palabras de Churchill: “Nunca en la historia de los conflictos humanos, tantos debieron tanto a tan pocos”. Y esos pocos eran, o lo parecían, apáticos, pasivos, veleidosos, acomodatícios, y sin aparente interés por cosa alguna…y ya ve.
Cuando te encuentras entre la espada y la pared y sólo te queda luchar, sale lo mejor de cada generación. Confiemos en la juventud y olvidemos nuestro resabiadismo. Y por favor…que les dejen fumar y beber; que menos cuando se jueguen la vida. Un abrazo.
Quizás lleve usted razón, estimado. Quizàs me he convertido con la edad en un escéptico aunque mi inclinación sea hacia el estoicismo. Pero, ya sabe, una cosa es lo que deseamos y otra lo que conseguimos. Pero, por lo menos soy conciente de ello. La autocrítica no debe faltar nunca, sin llegar al masoquismo autodestructivo.
La fe es un problema. Siempre me lo he planteado cuando desde pequeño los curas sotanescos y anticonciliares nos machacaban con las virtudes teologales, los de la contrarreforma que duró en España hasta la muerte del dictador, 500 añitos de nada. Siempre he relacionado este concepto, la fe, con el dogmatismo. Por ejemplo, los de izquierdas de este paìs tienen fe ciega en sus dogmas políticos y en sus líderes. Contituyen otra religión fanática.
Lo siento, pero yo me he quedado en el positivismo, sin llegar al cientifismo poshumanista. Desde que los susodichos sotanescos, con su mala fe, me transmitieron su odio contra la ilustración, yo me siento un ilustrado.
Por su propio concepto, la fe es creer en algo sin razonarlo, sin raciocinio, sin racionalidad. No es humana la fe o no deberìa serlo. Es un concepto, siento decírselo, que me desagrada. Fe es dinón8mo de falta de constatación, de comprobación. Se admite sin màs.
La fe. Sangre y destrucción ha provocado a lo largo de toda la historia. La fe.
Un abrazo.
Comprendo su pensamiento pero no puedo compartirlo. Hace más de diez años, antes de mi trasplante de hígado, durante una larga y al límite estancia hospitalaria, disfruté de una ECM (experiencia cercana a la muerte) que me devolvió la fe de la que estuve ausente un buen periodo de tiempo durante mi madurez. Y también eliminó completamente el miedo a ese supuesto término de la existencia. Desde entonces la fe, mi fe, pasó a convertirse en una constatación más.
Un fuerte abrazo a todos y todas.
Respeto totalmente su experiencia y su fe.
Un abrazo.
El problema es la autocracia llamada UE, no Rusia.
China, India, Rusia, Brasil, Irán, etc. están construyendo un Nuevo Orden Mundial Multipolar.
A los europeos nos interesa que la OTAN sea derrotada.
Ya empezaron. Ándale a Rusia hombre, que los tiquetes están en promo
Vaya por delante que suscribo el artículo de pe a pa. Estoy de acuerdo particularmente con llamar a ciertas realidades ‘las reglas implacables de la existencia’. Podemos llamarle heteropatriarcado, el sistema o la granada de la Bernarda, pero, vaya por donde vaya la humanidad entera, o cada hombre en particular, cada uno lleva su cruz, o en todas las casas cuecen habas, me da igual: nuestra lengua es rica en expresiones certeras. Lo que me jode es que esa clase de hombres estén en el bando que yo creo equivocado, lo que no les quita mi respeto, y hasta mi admiración. Cuando eso ocurre, como suelo ver la botella medio llena, me conforta pensar que eso ayuda a relativizar las diferencias entre los hombres y que hay valores comunes a cualquier hombre y a cualquier bando. Y también me conforta ver que esa clase de hombres los hay en todas partes, lo mismo que sus opuestos. Pues bien, precisamente por eso, no acabo de creer en su sinceridad, o mejor dicho, en su coherencia. Lo digo porque, hace unas semanas, fue usted algo parcial al hablar de un viejecito que llevaba el uniforme de los enemigos de los tipos de la foto de hoy. No es que simpatice con ese uniforme, que tampoco pasaría nada, aunque no sea el autor de Tintín. Pero sí respeto, y hasta admiro, a las personas coherentes que han luchado, y aún más si su lucha ha sido denodada, y aún más si han perdido, y aún más si ya no viven. Ningún muerto es mi enemigo.
Hoy en día estos aguerridos combatientes habrían sido ejecutabos más pronto que deprisa. Para qué complicarse con presidios, juicios y periodistas.
En lo humano, todo permanece… o todo cambia. O ambos. Cada cuál tiende a poner el acento dónde le nace.
Aquella generación metida en espantosas guerras no tenía idénticos valores a la actual. De niños jugaron en las calles, en pandillas de amigos donde el orgullo y el compañerismo contaban y eran fundamento del honor y la patriotismo en la edad adulta.
Ahora ya nos encontramos con unas generaciónes diametralmente opuestas: criadas entre el individualismo de los hijos tiranos, el consumismo de sucedáneos, las telarañas sociales y la PS5… unos perfectos francotiradores con 5G y sin escrúpulos.
Gracias una semana más.
Todo el ataque de comandos en Saint-Nazaire trataba de evitar que un super acorazado de la flota alemana, el Tirpitz, (el segundo más poderoso del mundo tras el gigantesco Yamato japonés) pudiera intentar penetrar en el oceano Atlántico y, si tuviera alguna avería o necesitar alguna reparación importante en ese supuesto viaje, pudiera utilizar el único dique seco en toda Europa Atlántica ocupada en manos alemanas que podía albergarlo, que era precisamente el de Saint-Nazaire. Los ingleses intentaban evitar así un viaje similar al realizado en 1941 por el gemelo del Tirpitz, el famosísimo Bismark, cuya salida al oceano le costó a la flota inglesa el hundimiento sin casi supervivientes, mediante únicamente unos cuantos cañonazos, de su navío estrella y paladín de toda su flota, el crucero de batalla Hood. Vamos, que los ingleses temían al Tirpitz como a un nublado.
Gracias al éxito de la incursión de los comandos y de la destrucción del dique seco por la voladura controlada del Campbelltown (un viejo y antiguo destructor norteamericano de cuatro chimeneas, cedido junto con otros similares a los ingleses por ciertas bases en todo el mundo), el acorazado Tirpitz se pasó prácticamente el resto de la guerra, hasta casi el final de la misma, anclado en un fiordo noruego (se le conocía con el mote de “la reina solitaria del norte”) donde tras varios intentos infructuosos anteriores, acabó hundido por las enormes “bombas terremoto” lanzadas por los bombarderos británicos Lancaster. Ese día, Churchill y los marinos ingleses respiraron tranquilos por fin.
Y si he subido correctamente la foto ahí, atrás del todo, mi maqueta del destructor Campbeltown junto a otros del mismo país: https://ibb.co/1fMSPQrT
Bonita afición, sr. B.,la de las maquetas. Relaja, entretiene, es un placer. Y ya que, por lo menos yo, no puedo navegar realmente, es una de mis asignaturas nunca superadas (además, desgraciadamente me mareo y vomito hasta las entretelas), antes me consolaba con la construcción de maquetas de barcos de madera. Es un reto a la paciencia y a la concentración. Y hay que tener habilidad manual. Me servía de relajante para mi super extresante trabajo.
Pero no lo practico desde hace años. Mi lasitud ha crecido con la edad y quizás es que me siento de vuelta de todo.
Estupenda sìntesis ha hecho usted sr. B.
Un abrazo.
Estoy muy reflexivo últimamente. Me regodeo en la introspección como un presocrático (no me caen bien ni Platón ni Aristóteles a pesar del marketing a su favor). Y me ha dado por mirar la fotografía con más detenimiento e incluso me la he copiado al PC y la he estado ampliando. Es muy curiosa.
Los ingleses van en grupo y están rodeados de cabezas cuadradas. El soldado de la derecha, según se mira, es al que se refiere don Arturo. Está aspirando el humo como si fuera la ultima calada. Sus manos parecen ensangrentadas y quizás sea la sangre del compañero al que sostienen. Pero el otro compañero, el de la izquierda, también sostiene un cigarrillo con la mano derecha bajada. Se aferran los dos a los cigarrillos como si fueran su tabla de salvación, como si quisieran apurar la vida. Hay otro uniformado más a la izquierda, detrás del primer plano, que también parece aferrarse a un cigarrillo con la mano bajada. Este tiene un esparadrapo en la nariz, resultado de algún golpe.
Todos miran hacia abajo. Parece que les da vergüenza haber fracasado o no haber muerto. Parecen sentirse mal por seguir vivos. Pero han cumplido con su deber.
Si se fijan, los de la esvástica no sonríen. Su seriedad parece confirmar hasta una cierta admiración y quizás preocupación. Se avecinan malos tiempos para ellos. 1942 será el punto de inflexión del poder nazi. Mirad a esos ingleses, cabrones, no vais a poder vencerlos.
Si Hitler vio esta fotografía, me pregunto si no sentiría una premonición de su esperpéntico final. Si Franco vio esta fotografía, quizás despertaría en su arribista cerebro el temor de que se había equivocado de bando. Quizás este foto le indujo a comenzar a chaquetear con los ingleses.
Me gustan estas elucubraciones. Nada es demostrable pero te sumergen en la convicción de que los hechos heroicos nunca son baldíos.
Quizás incluso los trescientos de las Termópilas también fumaron el último cigarrillo, aunque sea un anacronismo.
Saludos a todos.
Si el soldado hubiera sido español, se estaría diciendo , “Que me quiten lo bailao”.
A mí, lo que me tiene intrigado de la foto es el tipo que hay, a la izquierda, justo detrás de los tres soldados británicos. Viste traje y corbata negros, supongo que son negros, pues la foto no es en color, y lleva una especie de tirita en la nariz. Parece a todas luces fuera de contexto.
Es más la figura de un funcionario a la salida del despacho oficial un viernes por la tarde que la de alguien capturado en combate.
Iker Jiménez hablaría de un viajero en el tiempo que se ha colado en la foto.
Las preguntas son pertinentes: ¿Quién tomó la foto? ¿Por qué? A todas luces es una foto dirigida a la población civil alemana, más que a ningún otro. “Mirad, tenemos controlada la situación. No hagáis casos de agoreros y derrotistas”, parecen querer decir.
Por otro lado, piense usted que esos tres comandos británicos tuvieron suerte. Los soldados alemanes que se ven en la imagen son de la Wermacht, no de la SS, que ya se sabe que no eran muy amigos de respetar la Convención de Ginebra.
Saludos.
Buenas tardes don Javier. Respecto a la figura del aparente funcionario le expreso mi opinión: yo creo que el color de su vestimenta no es negro, parece mejor azul oscuro. Ahora fíjese en la chaqueta, donde figura perfectamente visible una completa abotonadura en vertical, posiblemente en color bronce o dorado. Y si amplía la foto y se fija en la bocamanga derecha visible, observará una especie de galón (probablemente blanco o también dorado) que la atraviesa paralelamente y que le delata como un uniformado militar. Mi opinión es pues que se trata de un marino, probablemente de un oficial del destructor embarrancado Cambeltown y que también fue capturado al descender del navío, que permaneció embarrancado contra el muro del dique seco de Saint-Nazaire hasta que la carga del mismo hiciera explosión al día siguiente, destruyendo el citado dique durante el resto de la guerra. Puestos a imaginar, la tirita de la nariz del marino puede deberse a una herida del mismo cuando el destructor directamente se empotró violentamente, a su máxima velocidad, contra la entrada cerrada del dique destruyéndola y penetrando parcialmente en su interior, golpeándose el oficial con algún objeto del puente de mando, por mucho que se hubiera agarrado a algún elemento fijo. La marca del cigarrillo que fuma bien podría ser la de un Dunhill, que correspodería perfectamente con la clase social de un oficial de la marina.
Un abrazo y disculpe mi ensoñación.
¡Bravo, amigo mío! No tengo nada que disculpar; demuestra usted un conocimiento fuera de lo común de la marina británica y las circunstancias que rodeaban a la misma en la época.
En efecto, ampliando la foto así parece, un oficial de marina, por la botonadura y las mangas.
Felicidades.
Saludos.
Último cigarrillo en el Gurugú
La vida es un cigarrillo
Humo, ceniza y candela…
Unos lo fuman deprisa
Y algunos lo saborean. Manuel Machado.
En el blocao de la muerte,
Junto con sus compañeros,
Se iba a encontrar con su suerte
El gran Suceso Terreros.
Muy cerquita de Melilla,
En el monte Gurugú,
Está luchando el de Hormilla…
La moneda salió cruz.
Sabían a lo que iban,
Voluntarios a morir,
Pero en el Tercio lo fían
A que el destino es sufrir.
La baraka es caprichosa,
Aunque siempre racional,
Un cigarrillo en la boca
Y a esperar el buen final.
Que Dios los tenga en su gloria,
Deseamos los creyentes,
Para falsear la historia
Ya están los reincidentes.
PD:
Mientras va llevando a Cristo,
El legionario valiente,
Frente a curas y “ninistros”
Canta “El novio de la muerte”.
Procesionan al de Mena
Con marcialidad castrense,
Junto al escarnio y condena
De cobardes indecentes.
Indecentes incendiarios,
Liberticidas de mierda
Que igual quemaban Sagrarios
Que una gavilla de leña.
Semejantes majaderos,
Alacranes del dolor,
Luego muy deprisa huyeron
Con patente deshonor.
Dedicado a la admiración negativa.
19 espías y 500 voces
El Falcon subió,
Haciendo una cabriola en el cielo
Cerca de Torrejón.
¿Qué hacemos aquí?
Preguntó la Begoña en mi sueño,
Me dio por reír.
De pronto me vi,
Como el perro de nadie,
Volando, buscando el destierro.
Y dejé un carrusel de marranos,
El CIS con Tezanos,
Negreira en el juego.
Tenían razón
Los votantes
En eso de que, antes,
Yo no era un felón,
Con una excepción:
Una vez
Que llegué al poder
Se jodió.
Así que triunfé,
Entre la desazón
Del Congreso
Y un juez con morcillas.
Desde el parking,
Y, haciendo un esfuerzo,
Con un Peugeot viejo
Junté a la cuadrilla.
Y regresé
A la situación
De acusar al que roba,
Falsificación
De las tesis en contra,
A las cuatrocientas
Maletas de prima
Y, por esa cuentas
Que van dando grima,
Mirando cunetas
Los tipos sin Alma
Que encuentran el karma
Con la biodramina.
Volviéndome loco
Fracasando
En esa partida
La fui, poco a poco,
Dando por perdida.
Como falló,
Lo de hacer pasar por
El aro a Cervantes,
Que era catalán,
Con complejo mutante,
Pues con mucha jeta,
Un puto pedante,
Que va de arrogante,
Y es un farsante,
Toma posición
En esa partida
De la porquería
Lo hace maricón…
Tanto minga fría,
Que a las saunas del suegro
Acudían diecinueve espías
Y quinientas voces.
Usté -sin la D de distancia- tiene una presencia de “chico duro”, de esos seres que saben de qué va la película, como termina el cuento. Y no es de soberbia, no es de creerse la tapita del frasco o ejercer el rol de perdona vidas. En cierta forma me recuerda a mi abuelo materno, ese ser que con sus zapatos de trapo -mi particular Sócrates- me hacía pensar que darme las respuestas. “Perro viejo late echao” siempre me decía.
Hoy descubro otra de sus facetas, usté es un romántico de esos con los cuales uno puede compartir un trago de un buen brandy, mirando a la nada, en silencio y aprender.
Gracias.
PS: Lo leí y me llené de lo que llaman “una dulce melancolía”. Don Arturo, hoy brindo por usté.
Así es. Nunca olvidaré una foto de un preso político cubano, en la fortaleza de La Cabaña, que el Che Guevara condenó a ser fusilado. Mira al pelotón con curiosidad.
Creo que usted es el único columnista o escritor que escribe columnas sobre soldados, batallas y guerras. Es muy interesante, a mí me encantan.
Don Arturo, buenas y santas. Como siempre un placer leerlo y escucharlo. Hay muchas historias de valor em ambos bandos de batalla. Siendo Argentino y soldado (por mas que no vista uniforme, lo somos toda una vida), se me vienen las historias y relatos de quienes presenciaron actos, no solo heroicos, sino también de lealtad y galantería en la única guerra que libramos en el siglo XX; Malvinas. Pero he visto y leído a lo largo de mi vida, muchas mas historias de bandos que sin el conocimiento de los años creíamos enemigos o malos. Hay como ud dice siempre, historias de valor en los lugares mas inesperados. Como Santiago Pardeiro y Tonet en Línea de Fuego.
Nuevamente es un placer leerlo. Lo saludo desde la tierra de los álamos doblados al este.
” Es la certeza absoluta de que, al fin y al cabo, la única diferencia real entre los seres humanos —en tantos millones de años, que unos mueran antes y otros mueran después no tiene demasiada importancia— es que algunos entre ellos son capaces, si llega el caso, de elegir voluntariamente la manera de hacerlo. De ir al encuentro de las reglas implacables de la existencia con la cabeza bien alta. Y a veces, mientras lo hacen y para ejemplo de todos, alguien los fotografía mientras fuman un cigarrillo”. Este párrafo me recordó tanto a una carta profundamente humanista de Isaiah Berlin: Ser libres para ser humanos
Hace falta esa clase de gente hoy día, gracias