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Pío Baroja cuenta otra vez la historia del “pueblo dormido” de Mirambel

Pío Baroja cuenta otra vez la historia del “pueblo dormido” de Mirambel

Pío Baroja quedó profundamente impresionado por el pueblo de Mirambel (Teruel) cuando lo visitó en 1930, tanto que le dedicó un libro, La venta de Mirambel, que ahora ve la luz en una nueva edición promovida por un descendiente del autor. Baroja describe con todo lujo de detalles esta villa del Maestrazgo turolense que, aún hoy, parece dormida en el pasado.

La novela, publicada por primera vez en 1931, cuenta historias y leyendas que el escritor recogió a su paso por la localidad durante el viaje que hizo entre febrero y marzo de 1939. Cuando publica La venta de Mirambel, a los 60 años, “está en lo más alto de su producción narrativa”, explica a Efe el profesor y escritor Antonio Castellote, que ha sido el encargado de revisar esta nueva edición, una tarea que ha afrontado con la intención de “contextualizar la novela en el marco de la obra barojiana”, presentando al Baroja que viajaba con su sobrino en busca de materiales para culminar sus Memorias de un hombre de acción, en las que llevaba trabajando veinte años, con otros tantos libros publicados.

Lo que sorprende de La venta de Mirambel, continúa Castellote, “es que no tenga la unidad narrativa que el lector esperaría. Tiene otro tipo de unidad”. Y es que en esta publicación se combinan los elementos dramáticos que le daba la guerra carlista en su versión levantina con su sensibilidad romántica y su capacidad receptiva desde el punto de vista visual. Destacan especialmente los capítulos dedicados a describir el pueblo y sus alrededores, el convento y la reconstrucción de la vida allí unos noventa años antes de la visita del novelista. Más de media novela se dedica a Mirambel desde el punto de vista geográfico, etnográfico e histórico y la guerra carlista. El final, en cambio, toca un hecho tan conocido y estudiado siempre por Baroja como es el de los refugiados políticos, en este caso carlistas levantinos, en Francia, tras la resistencia cabrerista. La acción de Aviraneta, más o menos novelada, sirve de pretexto al desfile de paisajes, tipos y anécdotas.

Castellote explica que las diferentes partes que lo componen, incluida su digresión sobre los templarios, pero también el divertido relato del Navarrito, “son manchas de color que componen un cuadro de aquella tierra y aquella época”. Y si el libro se cierra con un episodio que aparentemente nada tiene que ver, la entrada de Cabrera en Berga y la fuga del agente de Aviraneta a Francia, ”hay una unidad de circunstancias”, como es la guerra carlista en el Maestrazgo con el general Cabrera, “que le da sentido a todo”. Baroja busca “el camino de la novela porosa, es decir, aquella que admite materiales en principio heterogéneos, pero cuya adecuada disposición y la prosa de Baroja dan la suficiente unidad estética”.

Otra de las prioridades de Castellote en esta revisión ha sido regresar a los criterios de la primera edición, ya que las ediciones modernas, particularmente a partir de finales de siglo, han utilizado criterios que “poco se avienen con el ritmo de Baroja”. Castellote recalca que el escritor, el de las primeras ediciones, “utiliza la puntuación para dotar al texto de mayor o menor intensidad, y eso, a veces, desaparece cuando se quiere puntuar con rígidos criterios sintácticos, algunos innecesarios”.

Tras un tiempo agotada, la editorial Caro Raggio encargó la revisión de esta edición a Castellote, que destaca la labor de esta editorial histórica cuyo editor es Pío Caro Baroja, sobrino nieto del escritor y ambos presentan este sábado la obra en la localidad que Pío Baroja descubrió hace casi noventa años.

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