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Pregunta: ¿qué caracteriza el pensamiento francés?

Pregunta: ¿qué caracteriza el pensamiento francés?

He titulado esta novela Vidas samuráis, porque los samuráis viajaban, aprendían y luchaban, como han hecho tantos jóvenes durante estos movidos años de crisis permanente. Y también porque la salsa samurái (una salsa de color rosáceo y de ingredientes inespecíficos) con la que sazonan los kebabs en Lille es lo único que Maribel, la protagonista, termina considerando como realmente francés, ya que la Francia que se encuentra no es la de los croissants, las boinas y Sartre y Simone de Beauvoir bebiendo café, sino la de las grietas, las periferias, la Francia de los que están y no están allí.

Escribí esta novela tras regresar de vivir ocho años en Francia, porque tenía la sensación de haber perdido de golpe una vida que me había costado tremendamente construir. Al cabo de un par de meses en Madrid, esos años no parecían más que una ensoñación. Primero fui olvidando los nombres de algunas calles, luego las charlas por teléfono con los amigos de allí se fueron espaciando, finalmente solo me quedó la cuenta francesa del banco y las comisiones que me cobraba. Y eso sí, una tesis doctoral que, como Maribel, también realicé mientras intentaba ser un poco francesa. La intención de esta historia no es contar la compleja realidad de Francia (que también), ni las absurdas vicisitudes de la vida académica (que también), sino expresar los sentimientos de una juventud desorientada, pero con muchas ganas de vivir y de gritar que existe.

"Estaba sola, sola de verdad, sin que nadie mirase lo que yo miraba, ni nadie sintiese lo que yo sentía"

Nunca habría imaginado que el único sentido de aquellos años turbulentos, desarraigados y a veces cómicos era escribir esta novela. Ni que fuera a divertirme tanto recrear el episodio del profesor de la pajarita en un desastroso congreso en París. O aquella fiesta en las catacumbas laberínticas de París, donde descubrí a mi amigo Alessio saliendo del armario. Llevo en el corazón el bar Le Relax, lleno de perdedores, que me ayudaban a matar mi soledad de extranjera, de extraña que trata de hacer una tesis doctoral que a nadie le importaba, ni siquiera a mí misma, solo para no ser una simple emigrante.

Nada más poner los pies en Lille, ese espíritu que te hace no estar del todo en ninguna parte se disparó. De pronto cualquier detalle se amplificaba monstruosamente, cualquier palabra me dolía o me hacía feliz, no había término medio. Estaba sola, sola de verdad, sin que nadie mirase lo que yo miraba, ni nadie sintiese lo que yo sentía. Solo yo podía deformar, aclarar u oscurecer la realidad, y al escribir mi voz narrativa empezó a liberarse sin pudor, sin miedo. No necesitaba forzarla, ni inventarla. Salía sola. Es algo que le debo a Lille, la primera ciudad francesa en que aterricé. Una ciudad fría, gris, puro extrarradio, como mi vida. Desde allí, Maribel hace ocasionales visitas a París, donde trata de llegar a una torre Eiffel esquiva, solo apta para turistas y enamorados.

"No quise que esta historia fuese un soliloquio de incertidumbres internas, sino una historia con un inicio, un nudo y un desenlace"

Y para poder hablar de estas experiencias tuve que encontrarme con Maribel, la protagonista, una samurái de la vida, una heroína que toma muchas malas decisiones y algunas buenas. Y con sus amigos: Paula, Alessio, Hubert. Una historia en la que me reconozco y me salvo. Una historia personal pero también compartida con otros europeos que hasta hace poco se movían a sus anchas por el continente, hasta que los Brexit, Italexit, Frexit… y coronavirus han empezado a hacer renacer las fronteras. Por esta razón no quise que esta historia fuese un soliloquio de incertidumbres internas, sino una historia con un inicio, un nudo y un desenlace que le diera sentido a una realidad que perdió el suyo hace mucho.

«Madame Brutin, la profesora, se quedó en silencio, mirándonos profundamente uno por uno, intentando encontrar en la mirada de alguno de nosotros algo que demostrase que no éramos completamente tontos.

—¿Qué caracteriza el pensamiento francés? —silencio.

—¿Qué caracteriza el pensamiento francés? —repitió mientras nosotros pensábamos en cruasanes, acordeones, boinas y sexo guarro».

Gracias por leerla. Ojalá disfrutes con ella.

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Autor: Julia Sabina. TítuloVidas samuráis. Editorial: Destino. VentaTodostuslibros y Amazon.

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