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Proyecto Itinera (LXXX): El hombre de Ribchester

Proyecto Itinera (LXXX): El hombre de Ribchester

Hace un tiempo, al salir del trabajo me encontré con un señor inglés bastante curioso y simpático. Reconoció enseguida que trabajaba en turismo, así que raudo se apresuró a preguntarme cosas sobre los restos romanos de la ciudad.

La primera impresión para quien lea estas líneas puede ser “de acuerdo, Pedro. Muy bien, ya te hemos visto. Vives en una ciudad con mucho turismo y encontrarse a un señor inglés por la calle es muy normal”. Lo curioso —y maravilloso— fue la conversación que aconteció después.

De una manera impetuosa, el señor quería saber cosas sobre el origen de la ciudad, su pasado romano y los edificios de esa época que han llegado hasta nuestros días. No voy a negar que me gusta cuando la gente muestra ese nivel de querer conocer cosas. La curiosidad es una de las cualidades que más valoro en las personas.

"La actual población de Ribchester, de hecho, es conocida dentro del mundo de la arqueología militar por un hallazgo un tanto particular"

La conversación derivó en una grata y amena charla en la que este señor me comentaba que él vive en un pequeño pueblo cercano a Manchester, que recibe el nombre de Ribchester. Ambos nos miramos y sonreímos porque estábamos pensando lo mismo: todas las ciudades o pueblos ingleses que llevan en su nombre la palabra “chester”, proceden de asentamientos militares ya que a su vez, la misma palabra deriva de castrum —campamento—. Al parecer, según la tradición, una sección de caballería procedente de la Hispania romana había sido el primer contingente que ocupó el fuerte, llamado en época antigua Bremetennacum. Éste, en un principio habría sido de madera para, a mediados del siglo II d.C., pasar a ser un campamento como los que pululaban por las fronteras del Imperio. Con el tiempo, el contingente hispano fue sustituido por otro de caballeros sármatas, que dependían de la cercana Chester.

La actual población de Ribchester, de hecho, es conocida dentro del mundo de la arqueología militar por un hallazgo un tanto particular. Resulta que, un buen día de 1796 un chaval del pueblo salió a dar una vuelta por el campo y de paso, escarbar un poco en una zona en la que, decían, había un campamento romano. Y dio con lo que se llamó el tesoro de Ribchester, un conjunto de piezas de época romana entre las que destacaba un casco con máscara casi intacto. Con el paso del tiempo y tras pasar por algunas manos privadas, el casco finalmente llegó al British Museum en 1814, donde se expone hoy en día. Es más, es una de las piezas más interesantes —y propias— de la colección romana del museo. Cuando miramos de frente a la máscara que cierra el casco, es como si estuviéramos cara a cara con la persona que lo llevó, lo que de alguna manera nos conecta con quien pisó aquellas tierras hace casi dos mil años. La pieza está fechada entre las últimas décadas del siglo I y los inicios del siglo II d.C., lo que en parte la podría relacionar con ese ala de caballería hispana. Así que, de alguna manera, el señor de Ribchester sentía una empatía especial por España, debido a que nos considera a los españoles actuales una especie de primos lejanos.

"Algunos de estos cascos representaban también a personajes femeninos"

En cierto modo es una idea bonita, si la llevamos al mundo de los movimientos que los seres humanos hemos hecho desde hace decenas de miles de años. Una conexión que hace de esta una gran familia esparcida por todos los rincones del mundo. Por otro lado, como historiador me veo en la obligación de recordar que el presentismo histórico es algo con lo que debemos tener cuidado, porque se suele usar como arma política para definir un “nosotros” y “ellos” transversal. Identificarse de manera real con alguien que vivió en la Península Ibérica hace dos milenios es absurdo, a la par que falso, debido precisamente a esos movimientos continuos de población que han existido.

Y, ¿cómo es el casco? Antes he comentado que lleva una máscara que servía para tapar la cara de quien lo llevara, aunque esa máscara no es fija. Además, el casco está profusamente decorado con escenas de una batalla entre caballería e infantería. Esto lo enmarca dentro de los “cascos de parada militar”, una tipología de la que quedan varios ejemplos, sobre todo en zonas limítrofes del Imperio Romano. Estos no se usaban en batalla sino en desfiles y juegos militares, llamados hippica gymnasia. Algunos de estos cascos representaban también a personajes femeninos, lo que ha hecho a algunos investigadores desarrollar la teoría de que podrían encarnar una idealización de las amazonas. De esta manera, en uno de esos juegos se realizaría una especie de batalla entre esos seres mitológicos y otros personajes.

"Debido a su experiencia militar, Arriano escribió Táctica, donde acuña el término de hippica gymnasia, un entrenamiento o desfile con ejercicios militares de caballería"

Aparte de los restos arqueológicos, varios autores de época romana dejaron noticias sobre el uso de los mismos. Por un lado, tenemos a Flavio Josefo, que escribió a finales del siglo I d.C. Es un personaje curioso, puesto que participó en la Guerra Judía contra y a favor de Roma. Comenzó en el bando de la revuelta contra el Imperio, para más tarde pasar al enemigo y escribir tanto parte de sus memorias sobre esa guerra como también de la historia del pueblo de Israel. Y justo entre esos escritos hay una serie de referencias a un desfile militar de las legiones de Tito —que sería emperador entre los años 79 y 81—. Es ahí donde, como curiosidad hace una breve referencia a las máscaras metálicas usadas por algunos soldados de caballería.

Otro autor que menciona estos curiosos artefactos es Arriano. Éste, nacido y criado en Bitinia llegó a ostentar altos cargos tanto a nivel militar como político durante los reinados de Adriano y Antonino Pío. Debido a su experiencia militar escribió Táctica, donde acuña el término de hippica gymnasia, un entrenamiento o desfile con ejercicios militares de caballería.

Eso sí, el uso de este tipo de cascos trasciende al mundo romano, y no se originó ahí. Lo más seguro es que procedan de una tradición de corte oriental, como se ve en el altar de Zeus de Pérgamo. Y hasta en el mundo etrusco tenemos el Casco de Sigliano, fechado entre los siglos IV-III a.C., que representa un gorro frigio y también está ricamente decorado.

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