Viernes, 5 de diciembre: muere Alfonso Ussía. Mi primera reacción es la de una gran sorpresa. En ese mismo momento, prácticamente, yo he comprado un libro suyo en la librería de viejo de Madrid El Desván del Libro. Lo compré y me fui a dar un paseo por el Retiro para hacer un poco de ejercicio y hojear el libro. El libro es Del humor, del amor y de la ira, selección de artículos de ABC que publicó Espasa Calpe en 1993, en la época en que era director editorial mi amigo Javier de Juan y Peñalosa.
Del humor, del amor y de la ira, el volumen que acabo de comprar, se vendió mucho. Mi ejemplar es de la séptima edición, nada menos.
Precisamente estos días ya estaba leyendo artículos de Ussía, y hace muy poco asistí al precioso homenaje que le hicieron en el Hotel Wellington de Madrid, conducido con emotividad, simpatía y cariño por su hijo, el escritor Alfonso J. Ussía, y el escritor y columnista Julio Valdeón.
Allí estaban, entre muchos otros, Jaime Mayor Oreja, Iván Espinosa de los Monteros y Arturo Pérez-Reverte, que contó una anécdota sobre Ussía. Vi también a Raúl del Pozo y a mucha gente relacionada con la literatura, el periodismo y la política, así como muchos familiares de Alfonso Ussía. No necesitaban decir que lo eran porque se parecían mucho a él.
Recuerdo dos veces que coincidí con Alfonso Ussía, las dos en el Hotel Intercontinental, en Madrid, y en las dos con Pedro Ruiz, que se veía que tenía mucha complicidad con él. Desde entonces la imagen que tengo del escritor es la de un hombre afable, sonriente, buena gente… y un estupendo periodista y hombre de letras en sentido amplio. Pero para comprobar esto hay que leerlo. Su prosa es amena, accesible, divertida, de contenido variado e interesante, a veces irónico, o más que irónico.
Hace muchos años, cuando creo que todavía estaba en el colegio, cursando BUP o COU, fui a una conferencia suya con mi amigo Luis Cabranes. Más que una conferencia lo recuerdo como un recital, pero bien pudiera ser las dos cosas. Recuerdo que me gustó, y que el público se reía mucho, se divertía mucho. La sala estaba llena, completamente llena. Ya era Ussía un autor de mucho éxito.
Y debió de ser importante para ese éxito y difusión, como me decía ayer Manuel, el librero de El Desván del Libro, su participación asidua en el programa Protagonistas, de Luis del Olmo. Aparte de difusión eso le debió de dar mucha popularidad y prestigio, aunque éste seguro que ya lo tenía.
Recuerdo que una de las veces que lo vi en aquel hotel con Pedro Ruiz, le dije, ingenuamente:
—Yo también soy escritor.
Entonces él me sonrió, muy cariñoso, y posó una mano en mi brazo.
No dijo nada. Era un pequeño gesto, ahora que lo recuerdo, pero me había ganado para siempre.
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