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Saber perderse

Saber perderse

De miedo, de irracionalidad y de ansiedad está hecha la cabeza de los aventureros que han dejado el mapa sin espacios por descubrir. Hemos llegado a ese punto en que salvo alguna cueva de los valles del Himalaya y algún rincón en la Amazonía, está todo visto. Bueno, no todo, seamos justos, siempre está el territorio blanco de la Antártida, ese gigante inhóspito apenas habitado por algún oso famélico por el calentamiento global y un puñado de científicos encerrados en laboratorios sacrificándose por dar algo bueno al resto de seres humanos.

"Paco Gómez e Hilo Moreno no sólo nos describen la Antártida: dan un paso más allá y con la fotografía, la literatura y las expediciones, tratan valores fundamentales como la solidaridad"

Uno de esos aventureros que vive y trabaja en mitad de la nada antártica es Hilo Moreno, que junto al escritor y fotógrafo Paco Gómez (Madrid, 1971) —conocido por su libro Los Modlin, una maravilla inclasificable— ha escrito para Fracaso Books Volverás a la Antártida. Paco Gómez, propone un experimento a Hilo: quiere que sea sus ojos en la base científica y los terrenos circundantes y que su teléfono móvil le ayude a viajar mediante WhatsApp a ese territorio inexpugnable donde nunca estará. Un diálogo que evoca pasadas expediciones polares, al que Paco suma una serie de retos fotográficos para que Hilo los lleve a cabo con sus compañeros de expedición, tratando de recrear las imágenes más conocidas de la fotografía de viajes. De esta forma, Paco Gómez e Hilo Moreno no sólo nos describen la Antártida: dan un paso más allá y con la fotografía, la literatura y las expediciones, tratan valores fundamentales como la solidaridad, las relaciones interculturales o la soledad. Exactamente igual que haría cualquier libro clásico de aventuras.

Tirando de ese hilo de los lugares imposibles, la editorial Blackie Books ha publicado Fuera del mapa, un libro del geógrafo inglés Alastair Bonnett (1964, Reino Unido), en el que nos muestra sitios (que nos da geolocalizados) y que no parecen reales: espacios perdidos, geografías ocultas, ciudades muertas y tierras de nadie, que nos obligan a redefinir la noción de lugar.

"Fuera del mapa nos da a entender lo contrario que Google Maps: que el mundo es un lugar extraño y que nuestro entorno más directo está repleto de lugares increíbles"

Mediante 48 textos repletos de secretos, Fuera del mapa nos da a entender lo contrario que Google Maps: que el mundo es un lugar extraño y que nuestro entorno más directo está repleto de lugares increíbles. Territorios que calman ese ansia del ser humano por descubrir y explorar, aunque sea lo más inmediato. De hecho, algunos sitios que nos muestra están tan cerca que nos pasan desapercibidos. Es el caso, por ejemplo, del parking del aeropuerto internacional de Los Ángeles, donde muchos empleados viven en autocaravanas, formando una ciudad que crece al margen de la metrópoli. También nos muestra lugares más extraños, como esa residencia-trasatlántico llamada The World, construida por y para ultramillonarios que lleva dando vueltas por los océanos desde 2002; o Zheleznogorsk, la ciudad secreta de Siberia con 90.000 habitantes dedicados a la energía nuclear. Lugares auténticos (por reales) que todavía están muy lejos de convertirse en destino turístico a pesar de aparecer en este libro, y que tienen esa capacidad de evocar que tanto nos gusta a la hora de planear unas vacaciones.

"En Crónicas birmanas está el mejor Delisle, el que construye diálogos memorables"

Un ejemplo de lugar no turístico cada vez más machacado es el caso de Birmania. Las calles de Rangún, despuntadas por las injusticias y carencias impuestas por la junta militar, los efectos de la censura, las zonas prohibidas, los rumores, la desinformación y el miedo permanente son el escenario en el que se desarrolla Crónicas birmanas, editado por Astiberri en 2008, y tercera obra que publica la editorial del dibujante Guy Delisle (1966, Quebec), después de Shenzhen y Pyongyang. Un cómic en el que el autor canadiense acompaña a su mujer, cooperante de Médicos del Mundo, a la capital birmana durante un año. Delisle se convierte así en un espectador de un país extraño e inesperado, que luego plasma en dibujos que desgranan la realidad de los habitantes de un país (muy) pobre bajo el yugo de una dictadura militar, a la vez que la de los occidentales que viven y trabajan allí. Estos occidentales, a su vez, se dividen en dos grupos: las ONGs que dedican su vida a dar cobertura a los desamparados; y las petrolíferas y multinacionales que de la mano de los políticos y con el amparo de las autoridades sobornadas, se dedican a esquilmar los recursos del país, abusando de la mano de obra semi-esclava que son los birmanos. En Crónicas birmanas está el mejor Delisle, el que construye diálogos memorables, marca un ritmo trepidante con situaciones intensas y breves, y consigue sorprender sin hacer ni un solo juicio de valor ni sobre el país ni sus habitantes. Eso ya se lo deja a los lectores.

 

 

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