Inicio > Series y películas > Malditos, heterodoxos y alucinados > Serge Gainsbourg, el músico borracho, mujeriego y genial

Serge Gainsbourg, el músico borracho, mujeriego y genial

Serge Gainsbourg, el músico borracho, mujeriego y genial

Muerto a primeros de marzo del 91, en gran medida a consecuencia de su negativa a dejar de fumar y de beber pese a haber padecido varios ataques al corazón, uno de los primeros problemas que planteó la obra de Serge Gainsbourg a quienes la dispusieron para su catálogo y estudio por las generaciones venideras fue su variedad. Su producción fue vasta como la de pocos músicos de la centuria pasada, pero también diversa.

En un primer acercamiento podría definírsele como el compositor por excelencia de la canción yeyé. Pero entre los más de mil intérpretes que han tenido las quinientas cincuenta piezas que dejó escritas hay vocalistas tan lejanas de aquel universo como Juliette Greco —una de las musas del existencialismo—, para quien Gainsbourg escribió su primer gran éxito, La javanaise, o la actriz Isabelle Adjani, para quien hizo otro tanto con Pull Marine. Desde el jazz hasta el reggae, pasando por el rock & roll, el funk y el rock, ninguna de las influencias que tuvo el pop en la centuria pasada fue ajena a su inspiración. Como letrista no tiene comparación. Los juegos de palabras de los versos de sus canciones, sus recursos fonéticos, hubieran hecho feliz a Guillaume Apollinaire. O, mejor aún, a su admirado —nuestro siempre admirado— Boris Vian. Y, sin embargo, pese a que todas sus figuras retóricas solo son apreciadas por el oyente francés, fue el único intérprete francófono que caló hondo en la escena musical anglosajona, algo que apenas consiguió Jacques Brel.

En fin, fueron tantas las glorias del gran Serge que suele olvidarse su aportación al cine. Sin embargo, su contribución a la pantalla no fue una minucia entre su numerosa producción. Merecedor de un César, póstumo, por el score de Elisa (Jean Becker, 1995), la filmografía de Gainsbourg está integrada por más de setenta bandas sonoras, de las que unas cuarenta fueron escritas para la gran pantalla.

"Y también puede hablarse del Serge Gainsbourg realizador y guionista. Bien es verdad que estas dos últimas facetas casi siempre estuvieron basadas en sus canciones de más éxito. Pero no necesariamente"

Siendo asimismo todo un personaje —mujeriego empedernido, autodestructivo hasta la médula, provocador hasta lo soez— también desarrolló una sobresaliente carrera como actor secundario. Este desempeño le llevó del peplum —fue el Corvino de La rebelión de los esclavos (Nunzio Malasomma, 1960) y el Warkala de Rocha, el hijo de Sansón (Gianfranco Parollini, 1961)— al cine maldito. Colaborador de Jerry Lewis en The Day the Clown Cried (1971), fue aquella una cinta en la que el humorista estadounidense se puso serio para contar la historia de un payaso, recluido en un campo de concentración por realizar una parodia de Hitler, que en el cautiverio se dedica a acompañar a los niños a la cámara de gas. Se ha escrito que fue el propio Lewis quien, no contento con la cinta, decidió impedir su estreno y posterior distribución, pero que, finalmente, The Day the Clown Cried el filme podría verse a partir de 2024 ya que Lewis, en 2015, habría haber depositado una copia a tal efecto en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. En cualquier caso, Gainsbourg, uno de los intérpretes de The Day the Clown Cried, siempre guardó el mismo silencio respecto a aquella producción que sus compañeros en aquel trabajo.

Y también puede hablarse del Serge Gainsbourg realizador y guionista. Bien es verdad que estas dos últimas facetas casi siempre estuvieron basadas en sus canciones de más éxito. Pero no necesariamente. Así, aunque Te amo… pero yo no (1976), su primera realización, es una paráfrasis del título de su pieza más conocida —Je t’aime moi non plus (1969)—, su asunto —la triste suerte de la camarera de un bar de carretera, incorporada por Jane Birkin, enamorada de un camionero homosexual— resulta mucho más próximo al cine independiente estadounidense —de cuyas fuentes bebe— que de la falsa cópula, disimulada en la canción.

"Por la diversidad y calidad de su producción, podría decirse que el gran Serge fue como un hombre del Renacimiento. Pero lo cierto es que fue todo un heterodoxo del amado siglo XX"

Hijo de unos emigrantes ucranianos que abandonaron su país cuando empezaron las matanzas perpetradas por los comunistas durante la revolución soviética, Serge Gainsbourg abrió los ojos por primera vez en el París de 1928. Y cuando los alemanes invadieron su ciudad natal, dada su condición de hebreo, se vio obligado a llevar la estrella de David cosida en el abrigo. Más aún, cuando los nazis empezaron a detener a su gente, el futuro músico, para no convertirse en un niño cautivo en la antesala de los hornos crematorios, como los de The Day the Clown Cried, tuvo que echarse al monte en una ocasión.

Con todo, más que crearle un trauma —decía que la estrella que le obligaban a llevar era la del sheriff—, la persecución de la que fue objeto, adolescente aún, se convirtió en uno de los pilares de su mordacidad. A este respecto, se impone señalar su elepé Rock Around the Bunker (1975), su tercer álbum conceptual. En aquella ocasión, sobre un fondo de rockabilly y rhythm and blues, el concepto era el nazismo y sus crímenes contra la humanidad. Pese a las cautelas que requiere el tema, a Gainsbourg —que en el 67 escribió un himno para las tropas israelíes durante la Guerra de los Seis Días— se le consintió. Por la diversidad y calidad de su producción, podría decirse que el gran Serge fue como un hombre del Renacimiento. Pero lo cierto es que fue todo un heterodoxo del amado siglo XX.

"Cuando al cabo se conocieron esos dos grandes heterodoxos de la Francia del siglo XX que fueron Gainsbourg y Vian, la sintonía habida entre ambos fue tanta como cabía esperar"

Supo de los primeros acordes junto a su padre, un antiguo pianista en Ucrania. Aunque su primera vocación fue la pintura, acabó tocando el piano en las caves del Barrio Latino de su ciudad. Aquel era el París que unos años antes había dado carta de identidad cultural al jazz y seguía fascinado con la que bien podría definirse como la música más literaria. Así, las primeras influencias del gran Serge hay que buscarlas entre la chanson française —aquel también era ese París de “las primeras canciones de Brassens”, del que nos habla Jaime Gil de Biedma— y el jazz.

Tuvo el jazz francés uno de sus principales críticos, y un notable trompetista, en Boris Vian. Cuando al cabo se conocieron esos dos grandes heterodoxos —y alucinados— de la Francia del siglo XX que fueron Gainsbourg y Vian, la sintonía habida entre ambos fue tanta como cabía esperar.

Aunque Gainsbourg ya había protagonizado un cortometraje, una suerte de videoclip basado en uno de sus primeros éxitos musicales, Le Poinçonneur des Lilas (1958), su verdadera entrada en la pantalla se produjo con la partitura de L’eau à la bouche (Jacques Doniol-Valcroze, 1960), una de las primeras cintas de la Nouvelle Vague. De esta manera, el compositor llegó antes a la música del cine que a la canción yeyé, cuyas primeras piezas escribirá para la inglesa Petula ClarkLa Gadoue— y France GallPoupée de cire, poupée de son, Les Sucettes— mediados los años 60. Con todo, se impone hacer notar que uno de sus mejores scores lo escribió para la televisión. No es otro que el de Anna (Pierre Koralnik, 1968), un telefilme, a la mayor gloria de Anna Karina, en el que el músico también colaboró como intérprete y guionista.

"Se sabe que la primera intérprete con la que tuvo una historia fue Brigitte Bardot. Con ella grabó la primera versión de Je t'aime moi non plus"

Aunque su alcoholismo fue en aumento a medida que empezó a acusarlo su corazón, el gran Serge bebía desde que descubrió la euforia que procura la priva, junto a sus compañeros de armas y calabozo, en las borracheras a las que se entregaba durante sus arrestos mientras cumplía con sus obligaciones militares.

Más difícil es precisar el comienzo de su pasión por las actrices, lo que, con un poco de buen humor, también puede entenderse como una faceta más de su actividad cinematográfica. Se sabe que la primera intérprete con la que tuvo una historia fue Brigitte Bardot. Con ella grabó la primera versión de Je t’aime moi non plus, además de una buena parte de los temas del álbum que le dedicó: Bonnie and Clyde (1968). Si no dio a conocer la versión original de Je t’aime hasta 1986 fue porque la reina de Saint-Tropez se lo pidió para no tener problemas con su marido de entonces, el empresario Gunter Sachs.

"Siempre ávido de escándalos, también interpreta a los traficantes de drogas, y demás hampones, de las películas cuya música escribe"

Tras Brigitte, tuvo otra relación con Catherine Deneuve antes de conocer a Jane Birkin, su segunda esposa y principal musa, inspiración de canciones como 69 année érotique (1969) o La décadance (1973). Jane Birkin, convertida en una variación de la Lolita de Nabokov, pese a estar ya embarazada de Charlotte, la hija de ambos, es el concepto que preside Histoire de Melody Nelson (1971), el primero de sus álbumes conceptuales y el de mayor trascendencia internacional.

La permanente ebriedad no le impide llevar a cabo una actividad frenética. Siempre ávido de escándalos, también interpreta a los traficantes de drogas, y demás hampones, de las películas cuya música escribe. Valgan como ejemplo Los caminos prohibidos de Katmandú (André Cayatte, 1969) y Cannabis (P. Koralnik, 1970). En aquellos repartos solía coincidir con su mujer. No fue ese el caso de Mr Freedom (1969), del fotógrafo estadounidense afincado en Francia William Klein, toda una referencia en el cine independiente. La primera partitura que Gainsbourg escribió para Claude Berri fue la de Sex-shop (1972). Su colaboración se prolongaría en varios títulos venideros.

Ya instalado en el escándalo, se convirtió en el músico por excelencia del softcore de los 70, como diez años antes lo fuera de la canción yeyé. Admirado como un personaje de culto ya en vida, incluso se le permitía faltar a las otras invitadas en los espacios televisivos. Aunque en los años 80 su actividad decayó, el gran Serge se mantuvo activo hasta el final. Desde que se fue su leyenda ha ido en aumento. Si en la eternidad hay mujeres hermosas, seguro que el gran Serge, con un buen ciego, está detrás.

4.8/5 (24 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

1 Comentario
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Kyus
Kyus
2 años hace

Siempre me ha parecido un impostor, un epatador de burgueses con un talento muy limitado.