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Svetlana Aleksiévich: «Quizá hemos sido ingenuos pensando que habíamos vencido al comunismo»

Svetlana Aleksiévich: «Quizá hemos sido ingenuos pensando que habíamos vencido al comunismo»

La escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich, Premio Nobel de Literatura en 2015, que ha recibido el Premio Internacional Cataluña que concede la Generalitat, ha dicho que «el pueblo ruso no cambiará si la propaganda sigue tan activa como hasta ahora».

En una conferencia de prensa en Barcelona, Aleksiévich ha comentado que el pueblo ruso, sometido a esa propaganda durante años, vive «una especie de delirio», en el que «la gente ha dejado de pensar» y hoy, sostiene, «solo una pequeña parte de los rusos piensa en la revolución».

No sabe qué tendrá que pasar para que haya un cambio de actitud en la población rusa, que sí detecta en la bielorrusa.

«Supongamos que Bielorrusia entrara en guerra y 20.000 soldados fueran obligados a luchar y volvieran 10.000 cadáveres, es seguro que había una explosión, pero esos 20.000 o incluso 60.000 en el caso de Rusia, un país con tantos millones de habitantes, no encenderá el fuego», argumenta.

Sobre los múltiples casos de periodistas y escritores encarcelados tanto en Rusia como en Bielorrusia, Aleksiévich apunta que «a veces las personas que ni siquiera se dedicaban a la política se convierten en mártires, en héroes, y ahora resulta difícil salir a la calle si te pronuncias en contra del régimen«, una estrategia que sirve para «atemorizar al pueblo, y aun así la gente sale a la calle e intenta hacer todo lo posible para combatir el régimen».

En la actualidad, Aleksiévich está escribiendo un libro sobre Bielorrusia y afirma: «Quizá hemos sido ingenuos pensando que habíamos vencido al comunismo, pero en realidad no fuimos vencedores, ya que se ha quedado una persona (al frente del poder) y un régimen detrás que defiende el comunismo».

Ese nuevo libro, resume la Nobel, viene a ser la continuidad de esa enciclopedia que lleva escribiendo desde hace treinta años sobre el «homo sovieticus».

En ese texto intenta averiguar «qué pasa ahora con este homo sovieticus, qué ha pasado con Putin y con la élite rusa para que después de 30 años de una libertad relativa tengamos un fascismo ruso«.

Aleksiévich espera algún día «poder volver a Bielorrusia y escribir un libro sobre el amor», pero de momento, instalada en Berlín, ve con preocupación las noticias que llegan de su país y del conflicto en Ucrania.

Resta credibilidad a una anunciada eventual entrada en la guerra de Bielorrusia: «Lukashenko puede decir muchas cosas para mantener la relación con Putin, al que le debe haberse salvado cuando el presidente ruso envió tropas y especialistas para combatir la revolución».

Sin embargo, ve «muy inquietante» la evolución del conflicto por «el dedo de Putin sobre el botón nuclear» y aprovecha la ocasión para expresar su «admiración a todos los ucranianos, pues no creía que esta guerra podría alargarse tanto después de ver miles de tanques en la frontera» y en el momento actual de retirada «los rusos están dejando más armas que las que Ucrania recibe de Europa».

La periodista bielorrusa no sabe cuánto puede durar la guerra y advierte que «si Putin pretende aniquilar Ucrania no le importará cuántas personas puedan morir en esta guerra» y añade que «hay un documento secreto que habla de enviar 1,2 millones de rusos al conflicto».

A su juicio, «Ucrania ganará y es bastante evidente, porque los dictadores siempre tienen en contra el factor tiempo».

Asegura Aleksiévich que se asombra viendo reportajes de pueblos lejanos de Rusia en los que «la gente que va a la guerra es despedida por los ciudadanos como si se fueran a cumplir con su deber, e incluso los curas la presentan como una guerra sagrada».

No todo es así en Rusia, reconoce, pues «700.000 jóvenes escaparon o intentan escapar por las fronteras con Georgia o Mongolia, e incluso muchos quieren ir a Estados Unidos», un dato que constata que «ante la falta de líderes, se ha impuesto el intentar salvarse» y «las escasas protestas se centran en las ciudades».

No puede evitar Aleksiévich vivir el conflicto con mayor intensidad, pues su madre es ucraniana y como ella hay muchas personas, «una mezcla de sangres» que te deja en «estado de shock, de hipnosis» pensar en una guerra entre rusos, ucranianos e incluso bielorrusos.

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