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Un seis de noviembre, ensayo de una crónica neoyorquina.

Un seis de noviembre, ensayo de una crónica neoyorquina.

Hago un repaso de mis últimas lecturas. Tengo más tiempo de lo previsto. Tal vez si incluyo como parte del conteo aquellos libros que tuve que consultar para completar una frase, o para refrescar un tema, tenga para una buena lista. Leí Twist, de Colum McCann, una historia de océanos, de engaños, de secretos bien ocultos. Una novela que evoca al Conrad más pérfido y ecléctico. De hecho, paseando por Broadway encuentro una edición de bolsillo de La línea de sombra y El espejo del mar. La tentación es más fuerte y termino por comprarlos. The Strand, una de las librerías más antiguas y representativas de Manhattan, dispone, de la puerta para afuera, de una fila de carritos con copias usadas muy cercanas a la jubilación a precios mínimos. Las copias de la editorial Doubleday están datadas 1959 y 1960 respectivamente y marcadas a 95¢ de dólar y $1.45 como precio original de tapa. En la página 132 de La línea de sombra quedó atrapada una factura de compra (escrita a pulso) de una librería en Montclair, Nueva Jersey, con el nombre del comprador, la fecha y el importe.

Ahora leo lo más reciente de Eduardo Berti. Se llama La estrella y la memoria (2025, Impedimenta). Berti, como buen argentino, ama el fútbol (el deporte en general), la música y las buenas historias. Es un escritor prolífico y ha incursionado en distintos géneros y áreas, desde el periodismo cultural, la traducción, el cuento, el guion cinematográfico y la novela. Sus libros favorecen un juego continuo entre el ensayo, la ficción y la autobiografía. Faster (2019, Impedimenta) que se apunta ya para una relectura, narra un encuentro entre un Berti adolescente y la leyenda de la Formula 1, Juan Manuel Fangio. Un texto clave de su producción narrativa es Todos los Funes (2004, Anagrama).

"Antes de pasar en limpio lo que les llega a ustedes, opto por el cuaderno y la tinta. Me doy cuenta de que el escritor a mano que soy es distinto al que se sienta delante del teclado"

Crece la lista con El Dock, de Matilde Sánchez. Una novela que forma parte de un catálogo definitivo de la literatura argentina de la década del 90. Detrás de una relación no prevista entre una mujer y el hijo de su mejor amiga de la infancia, un niño de diez años, del cual se ve obligada a hacerse cargo luego de un evento trágico, subyace un relato político, un juego de poderes. El inicio es un detonante (literal), que luego vira hacia su lado más humano.

Antes de pasar en limpio lo que les llega a ustedes, opto por el cuaderno y la tinta. Me doy cuenta de que el escritor a mano que soy es distinto al que se sienta delante del teclado. No hay una explicación o una razón que lo justifique; puede tratarse de un prejuicio, una predisposición, o tan solo un hábito. Generación X: generación híbrida, último escalafón de una normalidad que ya fue. En las escuelas hace rato que la caligrafía dejó de ser materia, y escribir en cursiva es un gesto artesanal. Los neurólogos no se cansan de recomendar la escritura a mano porque: “Involucra áreas motoras finas, sensoriales, de lenguaje y de memoria”.

Hay mucho de autorreferencial en lo que vengo escribiendo hasta ahora. Esta es la cuarta vez que me publican en Zenda. Todo parte de un deseo inquebrantable de ponerme nuevamente en juego luego de años de ausencia en medios impresos o virtuales (el contenido de mi Instagram no cuenta para estos fines. Es una bitácora, un medio para contar y contarse y dejar que la creatividad no se estanque). El pasado mes de mayo, el escritor Fabricio Tocco me pidió que reseñase su primera novela y eso funcionó como rampa de ingreso. En un pasado que me resulta remoto, me publicaron entrevistas y artículos en Argentina para la revista Ñ, la sección cultural del diario Perfil, y un blog literario que se llamaba HdA (Hablando del Asunto), también tuve una revista, pero eso sí que es prehistoria. En España debuté con Pliego Suelto, con una entrevista a Sergio Chejfec (1956-2022), a quien extraño mucho. En todos esos espacios he cubierto temas de cine, música y libros en su gran mayoría, lo cual me llevó a conversar con Alberto Manguel, Enrique Vila-Matas, Paolo Virzì, Lina Meruane, Franco Battiato y James Lipton.

"Dos años más tarde, volvíamos a entrar al mismo edificio, al mismo piso, exactamente el 6 de noviembre, fecha designada por la compañía inmobiliaria de manera (creen ellos) aleatoria"

Zenda me concedió está nueva oportunidad. Como ven, el campo anecdótico se extiende e irá a tocar puntos distantes de mi geografía. Luego de haber entregado una reseña sobre Confesión, de Martín Kohan, me confirman la fecha de publicación: 6 de noviembre.

Una fecha simbólica, al menos para mí (y creo que para Ethan Hawke, porque es su cumpleaños). Un 6 de noviembre de 2010 (Ethan cumplía 40), mi esposa, mi hija y yo volvíamos al piso de Chelsea, luego de una ausencia de dos años. Allí concurrían gran parte de nuestros recuerdos como pareja. La mudanza de 2008 parecía definitiva. Sin embargo, antes de irme escondí una moneda en el fondo de un armario y prometí que regresaría a buscarla: Un hechizo. Dos años más tarde, volvíamos a entrar al mismo edificio, al mismo piso, exactamente el 6 de noviembre, fecha designada por la compañía inmobiliaria de manera (creen ellos) aleatoria.

En esa dirección de la calle 22 vivimos 10 años más, pero durante ese tiempo hubo otro 6 de noviembre. En el año 2015 (Ethan cumplía 45) produje y dirigí un documental. WAITING es mi ópera prima, y hasta hoy lo sigue siendo. La película narra las historias de tres jóvenes inmigrantes italianos en Nueva York. La cinta explora la idea de un nuevo inicio, del reencuentro con ellos mismos, y para eso Nueva York está mandada a hacer. No todos lo logran. No hay fórmulas prestablecidas. Cada uno va a lo suyo y buena suerte: todo comienzo es un acto de fe.

"Manhattan está conectada por puentes y el documental los muestra como un modo de reforzar el simbolismo"

Mi tarea como cineasta era levantar puentes, que la realidad histórica de la inmigración italiana y el lugar que los recibía se confrontasen, y con ello intentar despejar ciertos lugares comunes que con el tiempo y el descuido se fueron afianzando. En lo personal fue un período de aprendizaje, de búsqueda interior, de procurarme respuestas. Manhattan está conectada por puentes y el documental los muestra como un modo de reforzar el simbolismo.

Una vez editada la versión final la propuse a festivales. La espera fue tediosa. Comenzaban a llegar los primeros rechazos acompañados de los típicos mensajes prefabricados. Luego de seis semanas, que parecieron una eternidad, recibía la primera aceptación formal. El BAFF (Big Apple Film Festival) había decidido incluir mi documental en la programación de esa edición. Una peli con pasaporte neoyorquino que hacía su debut en casa era la apoteosis.

Llegó el día del estreno. Fue una noche irreal. La película siguió su curso. Visitó Italia, Grecia, festivales virtuales a las que se sumaron otras proyecciones en Nueva York. Hubo premios. La voz de John Turturro sigue ahí, después de todos estos años, sin envejecer, pero todo eso no advierte un detalle muy particular: La fecha del estreno esculpida en la invitación; Friday, November 6, 2015.

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