Inicio > Libros > No ficción > Una vida escéptica
Una vida escéptica

Hoy, en pleno siglo XXI, hay más seguidores del estoicismo, el taoísmo o el yoga indio que en la época de apogeo de estas corrientes de pensamiento. Sin embargo, hay una filosofía que nadie parece querer rescatar: el escepticismo. Tal vez el motivo de este desprecio es, simple y llanamente, nuestra ignorancia sobre sus postulados.

En este making of, Daniel Tubau explica por qué ha escrito Sabios ignorantes y felices (Ariel).

******

Se dice que Goethe tardó 50 años en escribir el Fausto. No es que pasara días, meses, semanas y años encadenado a esa tarea, sino que desde la idea inicial hasta su publicación transcurrió todo ese tiempo. Cuando busco el origen de algunos de mis libros me doy cuenta de que su germen se puede encontrar en alguna libreta de mi adolescencia, que todavía conservo, o en el recuerdo de ciertas conversaciones obsesivas con los amigos. Casi siempre he imaginado los libros mucho antes de escribirlos. Supongo que es algo que les sucede a casi todos los escritores.

En el caso de Sabios ignorantes y felices, puedo descubrir un origen evidente: en los años 90 del siglo pasado publiqué cinco números de una revista a la que puse el casi indescifrable nombre de Esklepsis. Con esa palabra inventada quise combinar el escepticismo con el eclecticismo. Dos maneras de pensar poco apreciadas por los filósofos, o al menos por los filósofos dogmáticos.

Los skeptikoi o escépticos son “los que investigan” y los eklectikoi o eclécticos son “los que escogen”. Los esclépticos, en consecuencia, serán los que investigan, dudan y, finalmente, escogen lo que les parece más razonable, a pesar de que eso los lleve a combinar ideas de diferentes sistemas filosóficos. No cabe duda de que las 600 páginas de esa revista privada, que sólo leían cuatro o cinco amigos, y que yo mismo escribí en su totalidad (aunque usando diversos seudónimos), fueron la lejana preparación de estas casi 600 páginas de Sabios ignorantes y felices.

"Era un buen momento para acordarse de los escépticos, los grandes enemigos de los antiguos estoicos y de cualquier pensamiento dogmático"

Así que cuando Emilio Albi eligió este libro entre varios proyectos que le propuse para la editorial Ariel, sentí que se hacía realidad una idea a la que había estado dando vueltas durante muchos años y, además, pensé que llegaba en el momento ideal, precisamente cuando el pensamiento estoico se multiplicaba en decenas de libros y cuando casi todas las escuelas de la antigüedad ya habían sido reivindicadas, desde los cínicos a los epicúreos. Era un buen momento para acordarse de los escépticos, los grandes enemigos de los antiguos estoicos y de cualquier pensamiento dogmático.

Además de la revista Esklepsis, Sabios ignorantes y felices tiene otro origen: un proyecto llamado El sinsentido común. En ese libro pretendía mostrar que las cosas que creemos más indiscutibles son a menudo dudosas y con mucha probabilidad (mantengamos una sana duda escéptica) incluso falsas. Escribí varios capítulos, pero nunca logré terminarlo. Ahora he recuperado algunas de sus ideas para Sabios ignorantes y felices, e incluso el libro, que pronto se publicará.

Estos orígenes, en cierto modo librescos, se completan con muchos otros que tienen que ver con mi vida y con mi personalidad. Mencionaré tres ejemplos.

El escepticismo hacia la existencia de Dios que mostré de niño, cuando junto a dos grandes amigos, Ricard Mas y Oli Petteri, pedía a Dios en las calles de Barcelona que se manifestase, poniendo en nuestras manos una vulgar peseta a cambio de nuestra conversión, cosa que nunca sucedió. Ni la manifestación divina ni mi conversión.

"Es difícil imaginar algo cómico sin poner alguna supuesta verdad en cuestión"

Mi insistencia en la aplicación de la epojé o suspensión del juicio, que siempre he recomendado a los aspirantes a guionistas en mis clases: conviene mantenerse en un delicado equilibrio entre creer en lo que escribes o imaginas y ponerlo en cuestión al mismo tiempo.

El sentido del humor con el que creo que hay que tomarse casi todo, y en especial a uno mismo. El humor es la aplicación cotidiana y quizá más poderosa del escepticismo, puesto que es difícil imaginar algo cómico sin poner alguna supuesta verdad en cuestión. Seguramente por eso los escépticos son divertidos e ingeniosos, mientras que los estoicos son estrictos, pomposos y nada divertidos.

Ahora bien, cuando comencé a escribir el libro puse en marcha una investigación que me ha llevado mucho más allá de lo imaginado. He descubierto que desconocía muchas cosas, algo que debería suceder en toda investigación honesta, y que la riqueza del pensamiento escéptico en la antigüedad va mucho más allá de las escuelas que se proclamaban escépticas a sí mismas (la pirrónica, la académica y en cierto modo la cirenaica), porque la manera de pensar escéptica se encuentra también en los poetas, en los dramaturgos, en los sofistas e incluso en las escuelas dogmáticas. La investigación y la escritura del libro, finalmente, me ha llevado a confirmar una vaga intuición que siempre he tenido pero que quizá nunca había expresado tan claramente: que decir filosofía y decir escepticismo es decir casi lo mismo.

———————

Autor: Daniel Tubau. Título: Sabios ignorantes y felices. Editorial: Ariel. Venta: Todostuslibros.

4.6/5 (38 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

5 Comentarios
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace

Su última frase, permítame que le diga, sr. Tubau, contradice algo que figura al principio de su artículo. Me explico: dice usted que el eclecticismo y el escepticismo son dos maneras de pensar poco apreciadas por los filósofos y llama usted dogmáticos a aquellos que no piensan de esa forma. Al final dice usted que filosofía es escepticismo. ¿?

Quiero decirle que opino que no hay dogmatismo en la filosofía. Hay expresión de ideas, hay expresión de concepciones metafísicas, hay un intento de explicación del mundo y del hombre. El dogmatismo creo que queda para las ideologías, las religiones, la política. Pero quizás serías bueno, en este caso y en otros, replantearse el concepto de dogma y de dogmatismo. Yo, por mi parte, nunca había oído definir ningún planteamiento filosofico como dogma. Tacha usted de dogmático al estoicismo. Séneca se habrá revuelto un poco en su tumba. Pero, bueno, quizás piense usted que morir por sus ideas es dogmático.

Tampoco estoy de acuerdo en oponer escepticismo a estoicismo, oponiendo a su vez humor y seriedad. En mi opinión, cosas tomadas como incompatibles no lo son. Lo mismo que el humor no está reñido con la seriedad (el humor serio precisamente es uno de los más refinados), creo que hay filósofos escépticos que son estoicos y al contrario. Quizás, en mi opinión, Foucault, por ejemplo, fue un estoíco escéptico, entre otras cosas. El cuidado del yo, la introspección, no creo esté reñida con el escepticismo hacia lo exterior al yo, hacia la dictadura del panóptico.

En cuanto al escepticismo, estoy de acuerdo con usted. Quizás en esta época de ideologías dogmáticas lo que predomine es el relativismo, entendido este como un dogma irrebatible e imperturbable. Precisamente, de lo primero que hay que ser escéptico es del relativismo imperante. Y no nos equivoquemos ya que hay quien puede confundir relativismo con escepticismo. Nada que ver, en mi opinión.

De todas formas, es interesante el libro. Promete. Lo leeré.

Daniel Tubau
8 meses hace
Responder a  Ricarrob

Querido amigo de Zenda, sospecho que estamos de acuerdo en muchas más cosas de lo que parece a primera vista. Me parece que si, como dice, tiene la intención de leer el libro, descubrirá que lo que digo es cierto (o muy probable, como diría Carnéades). Sólo comentaré algún detalle: el dogmatismo de los estoicos en la antigüedad era legendario, aunque no tan extremo como el de los epicúreos (que los propios estoicos denunciaban). Y la rivalidad entre los escépticos académicos y los estoicos comenzó ya desde los dos primeros de cada lado: Arcesilao y Zenón de Citio. Esa disputa giraba casi exclusivamente alrededor de lo que los escépticos académicos consideraban dogmatismo filosófico de los estoicos, que rechazaban. Eso no quiere decir que no me gusten el epicureísmo (y mucho) y que no me gusten también mucho Séneca y Marco Aurelio, que eran estoicos especialmente tolerantes. Séneca a menudo elogia a los epicúreos, por ejemplo. Al fin y al cabo, los dos estamos de acuerdo en que la filosofía no es dogmática, aunque yo digo que no debería serlo, mientras que usted, me parece entender, sostiene que no lo ha sido. En mi opinión sí que lo ha sido, y demasiado a menudo, por desgracia. Respecto a lo del humor: completamente de acuerdo. Una de mis frases favoritas de Chesterton es aquella que dice: «Divertido no es lo contrario de serio, es lo contrario de aburrido».
Un saludo cordial y le agradezco la simpatía de su comentario.

Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace
Responder a  Daniel Tubau

Es de agradecer su respuesta. Efectivamente, me da también a mi la impresión de que estamos de acuerdo en muchas cosas.

Por supesto que voy a leer el libro. No ne lo perdería por nada.

Dogmatismo o no de la filosofía, hoy el dogmatismo milita en otros ámbitos. En el de los que quieren impedir que se piense, que se aprenda a pensar, y han retirado la filosofìa de la enseñanza. Los jóvenes sin filosofìa, cóctel de futuros dogmatismos.

De nuevo, muchas gracias.

Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace

Estoy ya con este libro y tengo que decir que me apasiona. Y tengo que decir, a medida que voy avanzando, que considero imprescindible leerlo, se esté totalmente de acuerdo, parcialmente o incluso no se esté de acuerdo en absoluto.

Por mi parte, esperando no ser petulante, lo que implica ya una escéptica autocrítica, creo considerarme un escléptico, aunque no lo sabía hasta ahora. Añadir que para ser escéptico y ecléctico creo necesario practicar una gran dosis de humildad. Poner en duda tus propias creencias, convicciones y conocimientos, no solo los de los demás. Después de eso, todo es posible.

Y, a los que no escuchan, ni leen estas cosas ni otras, aunque posean la biblioteca perfecta (ya la sola definición implica toral falta de humildad), ni aprenden, a los dogmáticos, me estoy refiriendo concretamente a los políticos, les recomiendo la atenta lectura comprensiva de esta obra.

Saludos.

Daniel Tubau
4 meses hace
Responder a  Ricarrob

Saludos de nuevo,
me alegro mucho de que se hayan confirmado nuestras sospechas y que estemos de acuerdo en muchas cosas. Pero me alegro todavía más de que te haya gustado el libro. Ha sido una investigación muy intensa, que creo que los escépticos merecen, y que espero ampliar en un futuro. Y bienvenido al club escléptico: ya somos dos.
En mi web, que creo que aparece al hacer clic en mi nombre, estoy subiendo más contenidos escépticos.