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5 poemas de Concha García

5 poemas de Concha García

Crítica literaria en diversas publicaciones, ha publicado libros de poemas y también ensayos y diarios de viajes. A continuación reproduzco 5 poemas de Concha García.

Las proximidades

Requiere
zambullirse
en la ciénaga
de lo que todavía
no está lejos.
Mira, ¿los ves?
son del tiempo
de las ciudades
sin nostalgia,
resisten
como una pared
cargas pesadas
de días repetidos,
los distingo
de quienes pasean
con el destino
aquí abajo, en otra parte.

Esto está muerto

Ha sonado alrededor de los aconteceres
una silueta que no estaba prevista
pero que existía. Tiene sombra.
Se cubre de tus órganos principales
y elabora un porvenir onírico
forjado en el centro de tu alma.
Pero a eso que tú llamas alma,
llámalo fumar un poco más, detenerse
en más bares.

Testamento

Amor mío dos puntos, se cayó
la voluntad de seguir siendo, salgo
enhebrada de tu saliva aún y me
aturde dejar de perseguirte, tú que fuiste
llama en la ojera y calidez de un dedo
locura de apuñalamiento certero, ensayo
noble que se caracterizaba por la insistencia
del tema con un fondo alegórico,
certerísima me quedo donde estoy, ¿qué
está más lejos? ¿Lo que sigue
permaneciendo? Me diseco las manos
para no tener que hacer escrutinios
con las caricias insentidas. Tengo
que escribir aún otro poema
mi sentencia y un método
para olvidarme de tu lengua

Retrato fingido

Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable,
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría, poco tocable. Se siente
enervadora y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener hipo con asco o si mira
con un deshilvanado interés la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre tu tez
con los dedos. Es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.

Hábiles rescates

En los retratos
de hace tiempo
expuestos
como mercancía
en negocios
de la avenida
más transitada,
una mujer de mil novecientos
veintiocho, me mira
junto a su esposo
hierático. Ella
perturba el salón
tras el decorado.
La prueba es
que nos atravesamos
y la velocidad no resiste
un detenerse
tan cercano.

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