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5 poemas de Mark Strand

Mark Strand fue un poeta, ensayista y traductor nacido en 1934 en Summerside, Isla del Príncipe Eduardo, en la costa Atlántica del Canadá. Se educó y crió en los Estados Unidos y en diversos países sudamericanos. Publicó diez libros de poemas: Sleeping with One Eye Open (1964), Reasons for Moving (1968), Darker (1970), The Story of Our Lives (1973), The Late Hour (1978), Selected Poems (1980), The Continuous Life (1990), Dark Harbor (1993), Blizzard of One (1998) y un curioso libro de variaciones sobre una palabra llamado Chicken, Shadow, Moon & More (2000). En prosa publicó libros como The Weather of Words (2000), Mr. And Mrs. Baby (1985) y The Monument (1978), además de antologías, traducciones, libros de arte y cuentos para niños. En 1990 el Congreso de los Estados Unidos lo nombró Poeta Laureado. En 1999 le fue concedido el Premio Pulitzer por su libro Blizzard of One. Destaca también su ensayo Hopper, sobre el pintor norteamericano (1994) publicado en España por Lumen en 2008. En nuestro país destacan traducciones de sus libros como El monumento (Visor, 2017), Puerto oscuro (Kriller71 Ediciones, 2020) o la antología Sólo una canción (Pre-Textos, 2004) con selección, traducción y prólogo de Eduardo Chirinos, de la que presentamos una selección.

***

NOSTALGIA

Para Donald Justice

Los profesores de inglés han llevado sus togas

a la lavandería, se han marchado a los campos.

Sueños de movimiento circundan la alfombra persona

de la habitación donde estabas-

En la playa la tristeza de los gramófonos

ahonda la caída y los pliegues del océano.

Es ayer. Sigue siendo ayer.

***

EL GUARDIÁN

La puesta del sol. Los prados ardiendo.
El día perdido, perdida la luz.
¿Por qué amo lo que huye?

Tú, que te fuiste, que te estabas yendo,
¿qué oscuros cuartos habitas?
Guardián de mi muerte,

custodia mi ausencia. Yo estoy vivo.

***

FICCIÓN

Pienso en las vidas inocentes
de las personas que habitan las novelas, de las que saben
que morirán una vez que la novela termine. Cuán diferentes
son de nosotros. Aquí, la luna mira hacia abajo torpemente,
a través de dispersas nubes, sobre el pueblo dormido,
y el viento arremolina hojas secas
y alguien —es decir, yo—, hundido en su silla, hojea
ansiosamente las páginas que quedan, sabiendo que no hay
tiempo para el hombre y la mujer en el cuarto alquilado,
para la luz roja sobre la puerta, para el arco iris
que arroja su sombra contra el muro; no hay tiempo
para los soldados bajo los árboles que bordean el río,
para los heridos arrastrados de muy lejos
a las ciudades del interior donde serán hospedados.
La guerra que dolió tantos años llega a su final,
y todo lo que pasa llegará a su final, excepto una presencia
difícil de definir, una señal, como el olor de la hierba
tras una noche de lluvia o los restos de una voz
que nos deja saber vagamente
sin desesperanza, que si el final llega, también pasará.

***

XXXI

Estamos aquí en Labrador. Siempre
he deseado estar aquí, especialmente contigo,
en esta cabaña donde relumbra fuego. Tú

llevas un traje Calvin Klein y yo
la chaqueta de terciopelo que heredé de mi padre.
Eso es todo. ¿Por qué? Porque estoy feliz. Y atento

al primer signo tuyo que nos lleve a la cama.
Esos momentos de frívola anticipación
son los más felices de mi vida. Y me pregunto si acaso

no somos parte de alguna predicción sobre
lo bueno que puede ser el mundo sin nosotros,
en este frígido paisaje, libres de la necesidad

de comprar, estamos donde el mundo se dirige.
O tal vez formamos parte de un registro de lo que
ya ocurrió, y somos un signo de las profundidades

donde se hundió el mundo. Tu costoso traje,
mi envejecida chaqueta, esta cabaña sin cañerías
dentro, sin horno decente, sin estéreo ni TV.

***

SIETE POEMAS

1. A la orilla
de la noche del cuerpo
diez lunas se levantan.

2. La cicatriz se acuerda de la herida.
La herida se acuerda de la pena.
De nuevo estás llorando.

3. Andando bajo el sol
nuestras sombras son barcas de silencio.

4. Mi cuerpo se tiende
y escucho mi propia voz
tendida a mi costado.

5. La roca es placer
cuando se abre
entramos en ella
como a nosotros mismos
caca noche.

6. Cuando hablo con la ventana
digo que cada cosa
es todas las cosas.

7. Tengo una llave,
abro la puerta y entro.
Está oscuro y entro.
Está más oscuro y entro.

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danilo
danilo
1 año hace

corta poesía… gran poesía.