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5 poemas de Rodrigo Arriagada-Zubieta

5 poemas de Rodrigo Arriagada-Zubieta

Rodrigo Arriagada-Zubieta es un poeta, traductor y crítico literario nacido en Viña del Mar, Chile, en 1982. Es Director de la colección Pippa Passes de la revista y editorial Buenos Aires Poetry (ARG), sello que ha publicado su trilogía conformada por los poemarios Extrañeza (2017), Hotel Sitges (2018) yZubieta (2019). Sus poemas han sido traducidos al italiano y al inglés, y publicados en medios de Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, México, Estados Unidos, Italia y España. Su obra ha sido antologada en Chile por la editorial Santiago Inédito bajo el título Una temporada en la cabeza (CL), 2020. Actualmente reside en Toledo, España, donde finaliza sus estudios doctorales en Letras.

***

HOMO VIATOR

Hemos nacido tarde
para comenzar los viajes en primavera.
Ya nadie ora con los pies
pero a Toledo aún vienen
flotantes peregrinos en noches de invierno
para sentirse parte de la historia
avivados por una pasión oscura.
La tarde duerme apacible
anestesiada por las faldas
que se arrastran en los adoquines.
No les bastó con Venecia París y Roma
y tomarán el tren de las ocho
cuando la tarde atea y somnolienta
vuelca una taza de café
sobre los ruiseñores del convento.
Caminan desde el Zocodover
iluminados por vitrinas
que absorben a las damas elegantes
sonriendo inclinadas ante mazapanes
relojes y damasquinados.
Se asemejan a una raza automática del futuro
flotas de nómades ardientes
que se unen a ciegos guías de rutina
y contemplan con culpable devoción alguna virgen
como endemoniados que de día matan a las palomas.
Ninguna ciudad se les hace extraña
y ni siquiera titubean
ante la alargada frialdad del Greco
quizás porque han entendido
que de eso se trata el espíritu
y confirman lo que ya sabían—
eran ellos mismos
los que estaban muertos hace cientos de años
congelados en la luz azul de los maestros.

***

POETA Y ASESINO

Sólo la mañana acusaba su resaca
en la Ciudad de Santiago
olores rancios de cerveza provenientes
de las calles ennegrecidas
sedientas de apropiarse del mundo
en el fin del mundo.

Vi por años esa ceremonia extenuante
melódica y vieja
tremendista como un obispo
que predica en la carretera
y la medicina ya no pudo conmigo.

Parezco un gusano blanco
que arrastra la desesperación
de todo un país exhausto
y viaja por pueblos del Medioevo
respirando breve
como el suspiro de un guillotinado.

No dispongo de la excusa de la juventud
o la locura —
Soy insensible a los pájaros del siglo XIII
y a los infiernos de Dante.

Tengo la mirada de un poeta asesino
uno de esos que ve con los ojos
ausentes de su cabeza y como tal
cumplo con el deber latinoamericano
de mirar lo que escupo:
un cuarto psiquiátrico, un hospital
o un convento jesuita como un licor fino—
el vómito elegante de abstinencias coloniales.

***

Baudelaire, 1845: homo duplex

El papel está en blanco
y yo estoy irritado contra la ciudad entera.
La página carcomida por la falta de escritura
es el reflejo del agua bendita,
el confesionario donde me eximo de pagar
mis obligaciones de conciencia.

Soy un aparador repleto de facturas;
mi cerebro, un cementerio como orgía de gusanos
que se arrastran hasta oler
el aroma corrompido del frasco
y la tinta es un borracho en el fondo de una taberna
que multiplica con el licor su sed.

Cuando al fin alcanzo en algo las palabras
lo indecible conforma un panorama
lleno de amenazas
porque nada hay más peligroso que estar dividido
como dos amantes que no logran acomodarse
hasta convertirse en la escultural inercia de la carne.

Poeta-persona, mi doble naturaleza:
una espada de los ciervos en el bosque,
animales salvajes que se ejercitan en la esgrima
solitariamente acorralados.

Bestia y hombre no forman más que un solo ser
mi dolor son las sentencias de un otro delator;
el verso, un cadáver sin descanso
de un muerto que nunca termino de matar.

Detestable evidencia de mis malas artes

***

FORTUNA IMPERATRIX MUNDI

“Sors immanis et inanis, rota tu volubilis”

Cánticos de Beuern

La Fortuna,
variable como la fiebre de un vals
donde no puedes apurar el paso,
sentada a ahorcajadas sobre un avestruz
favorece siempre a los necios.

Suerte cruel
un día, jugando,
sorprendes a los jóvenes ávidos
de acompasar al tiempo,
sus cuerpos desnudos
divididos por un viento contrario
tocan el vacío entre las manos.

El único poder es el de una sola hora,
bella entre bellas,
la primavera que nunca podrás mirar
ahí donde florecen los árboles
no hay nada otra vez.

Destino monstruoso,
colgar de las agujas del reloj
y abajo un cementerio marino
rugiente de leviatanes batiendo la orilla.

La virtud está en no consumar
nada hasta el fondo,
pescar una trucha, cazar al faisán,
azotar las olas y reunir el ganado.
Hay vacas que nunca ordeñarás.

Incluso en el momento en que toquen
las cuerdas del corazón,
música de flautas y coro de niñas,
procura sostener el momento
que los vientos alisios empujan,
conservando para el amor otra sombra.
No te está dado ir más allá.

Muy cerca el destino arrastra
un pantanoso lodo de palabras
donde la serpiente semidespierta
se repliega en sí misma
y el poeta susurra asombrado entre los pinos.
No seas curioso del bien y el mal.
Algunos utilizarán el conocimiento
a pesar de ti, en contra de ti.

Ayer el ajetreado mundo de los navegantes,
el sonido de copas en el corazón de la ciudad.
Mañana las naciones invocando la muerte,
la Historia sin sus operarios,
en el delirio y sin timón,
te guiarán hacia la luna
espléndida de terrores privados.

***

A CLARISSE (Calle del Locum)

La luna entró en la cama
a orillas de hierbas del río
entre columnas cerradas por los siglos
entre los caminos de viejos calvarios
entre alas de ángeles, azules y negras.
El cielo quería reflejar el amor
como es a nuestra especie
en siluetas de brillo inquietante
hastiadas de conventos y barro.

Te pedí que te quedaras conmigo
a pesar de las piedras
porque alguna vez te vi entre cosas efímeras
con todas las olas frescas
y el cielo azul a tu favor.

Me gustaría seguir la vida
en calles estrechas
de súbito tapiadas sin salida posible
para así encontrarnos de nuevo
perdidos y mareados
a solas, entre gente extraña.

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