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6 poemas de Camilo Suárez

Juan Camilo Suárez R. es un poeta nacido en Medellín, Colombia, en 1972. Profesor de la Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad EAFIT. Ha publicado poemas y otros textos en revistas, periódicos y compilaciones, así como los libros Celebración del poema (ensayo) y Ladran perros (poesía). Es integrante de los grupos musicales Bajo Tierra y Parlantes. Presentamos una selección de sus textos publicados y un inédito.

***

Crónica de Indios

Los dioses, navegante rey, habitan jaspe, zafiro y calcedonia.
Álvaro Miranda 

Viene crecido el Marañón en sus venas.

Aquí
donde los dioses habitaban piedras
con un golpe de anillo piden la cuenta.
Ofenden los caminos con la henchida majestad de su camioneta.

¿Vienen por nuestras mujeres? ¿Por las tierras?
Por hojas, flores y silencio su oro nos truecan.
Siembran miedo
y recogen la misma cosecha.

***

Rodadero

Muerto primero
¿dónde sintonizan tus canciones
ahora que eres pirueta recordada?

Quedas en las olas
en el juego
con los muchachos
en las húmedas palmadas que recibe la playa.
Raspadura de tiempo
la espuma recuerda a la madre que trabajó tu cuello.

Muerto primero
maestro del vértigo
sobre los rostros insolados que te rodearon
silbaste oscuridad.

***

Sombra

Repta el pájaro en las calles
si vuela contra el sol.

***

Los perros románticos se han dispersado

Agotados, descremados y mordidos en el cuello
huyeron los bríos que fueron horda.
Algunos
dan la pata y se hacen los muertos sobre las baldosas.
Sobrios, domésticos ya, les creo.
Otros
se tornaron violentos al lamer entrepiernas contemporáneas:
rancias nuevas ideas.
Unos más
fueron recluidos y aguardan el gesto benévolo
que los desenchufe definitivamente del resplandor.
Los restantes
vagamos los caminos.
Por las vegas de Tolú, por ejemplo, como gusta al montañero cuando
busca el oro del exilio.
La dieta espinosa del canto marino nos ha tumbado el pelo y
recordamos, sin saberlo, al viringo y cálido ancestro incaico.*
Rengo y menguado ahora debo aullar, medrar, ladrar
el sueño pagado de los turistas.

——

*¡Ay, Vallejo, qué pena con usted!

***

Sísifo

Me despido, en el filo del cacumen. Me despido del horizonte y de la culpa lidiada que hizo rastro, valle y Valles. Quedará el guijarro en el bolsillo, acaso lo guarde por última vez bajo la lengua para evitar cantinelas, para taponar el sendero bífido por el que llegué. He versado, creyendo alivios, sobre el furor que nos hizo timadores ambiciosos, prácticos del atajo y del trémulo discurso. Empeño, al bordón y al fraude.

Me despido del sacrificio ostentoso y de la austeridad pacata. La yema del viento me soltó cuando estallaron las bombas. ¿Sufrir? Que sufra el dinero. En piedra quedo. Nuestro trato es divino.

A quien pregunte dile de mi final insepulto, inofensivo para los matadores sin sangre en el alma que nos llevan a la otra orilla. Di que mis huesos siembran ripio. Dejo, para los cuatro nietos de agosto y para mis hongos hijos, el canto rodado del castigo. Me despido, astilla del sustantivo.

Me despido del surco y del rumor que desde el poniente he tendido hasta encumbrar. Plantado, con la peña en alto, a su esperado retorno, me rindo.

***

Enésimo I

Se comienza tanteando el suelo para ser y yacer en un surco abierto que llama cielo. Huir y parir en la hendidura. Poetas de la representación llevamos el mundo al papel, el resto es subir y bajar escalas. Un Belén, un Nacimiento, un Pesebre comienza por el piso. Papel aserrinado, pintado y arrugado, sustituto del musgo, plegado. ¿Por qué en la maleza? ¿Por qué no en los montes? Es lo que hay, para todos, porque así cada uno pone el resto. Nos hablarán niños y beodos, algún mondo intentará tragarse a Jesús o introducirle un billete.

Don Libardo, experto en belenismo, pontifica: el pliego se debe doblar y extender 17 veces, sólo así salen piedras. No es representar, lo que importa es la poesía. Y con El Niño llega, con él se queda, hasta su vuelta. El verso es porque vuelve y, al hacerlo, surca, y al surcar… Serpentinas de celofán hacen el agua que cierta vez oímos, aquí canta, y por eso no sentimos sed. Ven a nuestras aguas, ven no tardes tanto. Bajo el verdor el dramaturgo dispone secretos de relieve. Algodones y transparencias manan, para cascar el espejo en el que laguna la narcisa vacancia, para verse mejor y beber de sí.

Nací en 1220, la quijada no miente (y si Sansón mató con una a tantos filisteos, ¿qué no hará Dios con un burro entero?). A quienes me sodomizan gobernando, digo: verán gomorras en su tedio de sal porque resucitaré en el tercer sueño. Dobleces que llaman. Y digo, también, a quienes cargan mi lomo con la inocencia de sus tumbados, que esas culpas los cabalgarán en el vientre gris del cielo. Soy Enésimo Besante de Greccio y, desde Francisco, que entendió mis razones —y las de los demás brutos—, hasta Francisco, canto rodado en este año virulento, hilo ochocientos en verso, como con las patas, según se ve, pero me suena la flauta, por casualidad, para acompañar al Verbo. Yo, dientiamarillo y cascón, en nombre de todos los asnales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. Pesebre, pesebrera, pesebrerancia… el año que viene mayor ganancia.

Huele a romero, aliento de burro convocante para la romería suplicante. No es repentizar lo que importa, es la poesía y cía. Como Herodes miramos el gran teatro del mundo. ¿Hasta dónde llega el mundo en este mundo? El capricho trae su ejército, sus indios y sus vaqueros. Parece quieto, pero es una historia de viajeros. Avanzar en la noche, dos pasos adelante y uno atrás durante el día, mientras leemos encargos. Y los indios rodean el poblado, José y María huyen hacia Belén (a Belén La Palma, Belén La Nubia, Belén Los Alpes, Belén Rincón, Belencito Corazón), pero nos inquietan los hombres al mando de alias Tutaina. Tutaina tuturumá. Tutaina tuturumainá. Un traído alias Tutaina. Somos muy figuras. Ya la oveja arisca, ya el cordero manso. Año de pérdidas, pero en este papel la cuenta vuelve a cero. Para eso llegan el rey fragante; el rey gomorresinoso (mirra en forma de lágrima, amarga, aromática, roja, semitransparente, frágil y brillante en su estructura. Para que llorar valga); y el rey emprendedor (que convencerá a los 150 de los que habla el sapiens Arari). En retorno os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro burro humanado. Nacimiento contra muerte, rumió el buey. Por eso el pesebre huele verde.

Últimos atardeceres en la tierra, animales de agua dulce tendidos en la arena. Mi palabra ha sido musgo, aserrín y paja. Celebremos la Novena de Beethoven, que también cumple años, y a Rodrigo D, y a los niños varios. Eres constelación, eres rebaño. Yo soy lo que soy: gris grey. Pesebre y animación, animismo y personificación. Voy a recular para, de grupas, atravesar el fervor votante y boyante. No huyo, ni persigo. La figuras en el pozo se repiten: la misma capa y el gesto ficto, la prosa y el pasmo. Viene el niño, el nacido (recién, recién…) que anticipa en su ropa al crucifijo: “muere sano”. Divina carga mía, soy montura, lomo y carnaza. Queda dicho: hay que demorarse en el nacimiento para ser algo. La llaga enseña que, de a uno, se puede con todos. Somos gris, soy grey. Cada tugurio un techo, en cada techo los orificios por donde l a luz adviene, la empírea mirada del padre, de cualquier José José.

Vale:
Con el chivo y con las cabras,
cuando se apague diciembre,
yo daré muy buena cuenta
de todo el papel pesebre.

Viajeros, buena estrella.

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