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7 poemas de María Rosa Maldonado

María Rosa Maldonado es una poeta nacida en Barcelona en 1944. En 1949 se radicó con sus padres en Buenos Aires, Argentina. Es profesora de Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Ha publicado Poemas (Edición de la autora, 1977), Hasta que despertar es imposible (Ed. Ultimo Reino, 1989) poemario con el cual obtuvo en 1988 el Primer Premio de Poesía del Diario La Nación, El esplendor ajeno de las cosas (Ed. Ultimo Reino, 1992) y el zumbido de dios (Ed. Tsé=Tsé, colección bikebik, 2002), con el que obtuvo el Segundo Premio Municipal de Poesía, bienio 2002-2003, “atzavara” (Editorial Kriller71 Ediciones, 2012), acúfenos (Editorial Zindo&Gafuri, 2017), el libro de las hormigas (Editorial Leviatán 2020) y acúfenos(Kriller71 Ediciones 2022 – versión ampliada y bilingüe catalán-castellano). Coordina talleres de escritura y dicta seminarios y conferencias sobre literatura y filosofía. Presentamos una selección de poemas inéditos de su libro fotogramas del camino.

***

el tiempo no pasaba

en aquella otra vida
el tiempo no pasaba

los higos maduraban al sol
el laurel cobijaba   a todos   los gorriones del verano
gato   dormía sobre mis rodillas     mientras
pascal me hablaba   de la caña pensante

sentados en el galería   buscando la frescura de la noche
veíamos ascender la luna llena
y las cosas giraban en su luz   desintegradas   y vueltas
a nacer  de su polvo intangible

nadie se fue
nunca nos despedimos

siempre estamos allí
como los gansos en el cielo de bashō

los carros pasan   con la lentitud  enrarecida   de los sueños
y madre sigue  recogiendo el estiércol
para  abonar el prodigio de sus rosas

***

en mi familia todos nacimos con un cuerpo

en mi familia  todos  -incluso  gato-   nacimos con un cuerpo
con su adecuada   asimetría    y distracción
hemos podido   caminar    de puntillas   sobre el suelo del mundo
sentir el viento dulce   estar   bajo la vasta negrura de las noches

hemos tenido hambre hemos tenido sed
y las hemos saciado cuando hubo
hemos tenido un cráneo con las medidas justas
para albergar   las mínimas  ideas  necesarias

el cuerpo de abuelo  sudó duro  en las sulfurosas  minas de riotinto
fue a la guerra de cuba
y más tarde   -después de eficaz  pulmonía-   a la fosa común

el de padre    fue a la guerra civil
el de otro abuelo  -el anarquista-  voló en pedazos junto con el camión
que intentaba    llegar hasta francia
los pechos del cuerpo de madre   eran blancos y suaves
y sus ojos brillaban  como joyas preciosas

al paso de los días   todos vamos devolviendo los cuerpos
pero  todos  soñamos
sin entender   por qué       con la fiebre   de la resurrección

***

el alma tiene sus propias visiones

mirábamos la tierra  desde un punto
fuera de la galaxia:
breve y azul   flotando  en su dominio gravitacional

pequeña mota de polvo   iluminada   a veces
y otra veces  en su oscura respiración sumida

cantaban los gallos    y aún no había amanecido

tu jazmín del país  trepaba  y  trepaba  hasta tocar la luna
la envolvía     la volvía más blanca   la abrazaba
como se abraza  al hijo

y no éramos  ni piedra  ni planta   ni animal:
límpidos y salvos
todavía

***

lo maravilloso o primera imagen de la muerte

el cuerpo estaba tapado con diarios
acostado sobre la vereda
rostro descubierto    morado   como nuestras rodillas

él me dijo:
está muerto    seguramente se murió de frío

íbamos   pisando la escarcha de las zanjas
el pasto    blanco y duro

todo crujía    como los caramelos  de azúcar y limón
que hacíamos en casa

y no había otra música en el aire

***

nebulosa de la tortuga

la tortuga   bañada y aceitada
tomaba el sol en nuestra galería

reptil arcaico
amigable  y confiado
encerrado    en la cripta   de su propia existencia

protegida   por sales minerales  de un pellejo inorgánico

inmortal    a su modo

yo andaría en los tres   quizá en los cuatro
y estaba allí   sentada   acariciando al animal dormido

inmortal   a mi modo:

sustancia  indefinida  y palpitante
una escena infinita   sin un protagonista

el dios de las tortugas

y ahí mismo  un manto de neutra oscuridad
cubrió mis ojos:

eres    -dijo-     esto eres
de mí vienes y a mi vas a volver
en sólo   un parpadeo

***

entropía

no fue suficiente   el alimento
impuro   pero consagrado:
leche del cuerpo   y del secreto encantamiento de ese cuerpo
la fruta caerá  y  a su hora   devorada será  por las hormigas

no eficaz   el ojo   abierto   toda la noche     toda
detrás de la ventana   mirando la luz negra
del negro  árbol del ensueño

nada pudo  la corona radiata
ni el inventario de los nombres santos
contra la oscuridad
contra el peligro    de nacer

y así  nacido  y por nacido dado a la  dura ley  irremediable
hijo lobo     hijo caribú    hijo   animal de los vientos

nada va a darte saciedad
ni el resistente  patrimonio de la espora

pero mira    mira  cuánta belleza
hay  en el torbellino!

***

su alma estaba en el árbol

su alma estaba en el árbol que se veía desde la ventana

sin fisura
no  posada sobre él   sino   más bien
como un aliento manando del follaje
envolviendo la áspera corteza  tocada  por el  sol del mediodía

después de tantos años
hubo un retorno    al íntimo fulgor de su propia existencia

no fue llamado
ni precisó pasar entre mis huesos para volver al mundo

en la corpórea luz de enero
fluía  lentamente
zumbando    como enjambre de abejas

sin viento   todo el árbol tembló
un poco más allá   el mar traía   y   llevaba sus olores
la voluntad incesante de las aguas

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Alcira Pilar
Alcira Pilar
9 meses hace

Ah! Qué hermosa descripción de sentimientos y la vida que nos nueve y nos conmueve…

simón esain
9 meses hace

magnífica poesía. me remite a Pavese

Rooibos
Rooibos
6 meses hace

poemas notables, maravillosa amalgama de sensibilidad, filosofía y experiencia