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7 poetas contemporáneos ecuatorianos

7 poetas contemporáneos ecuatorianos

Este viernes, dentro de la nueva sección No son todos los que están, presentamos la lista de siete poetas contemporáneos ecuatorianos que complementa a la publicada hace unas semanas de siete grandes poetas ecuatorianos. Pasen y lean. Estos son los que están esta semana, y los que no, ya llegarán.

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CARLA BADILLO CORONADO

Carla Badillo Coronado es una poeta, narradora, periodista y artista multidisciplinar nacida en Quito, Ecuador, en 1985 y radicada en Lisboa. Ha publicado los libros Belongings/Pertenencias (2009, Premio Moradalsur 2010), Partituras incompletas (apuntes de música y otras obsesiones) (2013, Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade 2011) y El color de la granada (XXVIII Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe, a la Creación Joven, 2016,). En ficción ha publicado la novela breve Abierta sigue la noche (mención de honor del Premio La Linares 2015 y mención de honor del Premio Joaquín Gallegos Lara 2017).

Poema a un muerto sin tumba

Hubiese sido más romántico
que mueras atorado con mi lengua
o asfixiado, sofocado al interior de mi boca.
Así sabría dónde están tus restos.
Así me hubiese convertido al fin
en tu última morada.

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MARÍA AUXALIADORA BALLADARES

María Auxiliadora Balladares es una poeta nacida en Guayaquil, Ecuador, en 1980. Profesora de Literatura en la Universidad San Francisco de Quito, obtuvo su PhD. en la Universidad de Pittsburgh. Estudia la obra de poetas latinoamericanos del siglo XX y del XXI, así como la teoría crítica contemporánea. Ha publicado el libro de cuentos Las vergüenzas (Antropófago, 2013), el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos (Centro de Publicaciones de la PUCE, 2015) acerca de la obra de Blanca Varela y poemarios como Animal (La caída, 2017), Guayaquil (Prefectura de Pichincha, 2019), caballo y arveja (Severo Editorial) o Acantile duerme piloto (Funes editora, 2022). Es parte del comité editorial de la revista en línea Sycorax (http://proyectosycorax.com).

Son tantas las formas del amor

Son tantas las formas del amor
Tendríamos que tomarlo en nuestras manos
Y entender cómo cambia
Y observar cómo
Ya en nuestras manos
Nos vuelve otros
Habría que mirar las madreselvas
Con mucho detenimiento para entender por qué florecen
Habría que mirar los dedos que dibujan chimeneas
Para entender por qué el humo sabe encaminarse hacia el cielo
Son tantas las formas del amor
Y solo a causa del amor nos quedamos en el mundo
Habría que pensar en los hijos por venir
Los que sabrán habitar nuestros cuerpos
Para ser los grandes amigos de los árboles, de los perros y los insectos
O pensar en el calor que reclaman los objetos
O en el abrazo que lame y se traga la tristeza que nos regala el alcohol
Hay tantas formas del amor
Solo en este espacio puedo contar 149 formas distintas
Estoy alegre porque mis amigos saben amarse
Y porque nos aman nuestros padres
Y porque nuestro amor no se gasta
Se desborda
Enloquece
Habría que imaginar el amor como un cuerpo
Para entender así por qué nos gusta tanto el amor
Habría que escribir el amor para borrarlo y reescribirlo
Y aprender a contar historias de amantes infinitos
De hermanas que nos salvan
De fugas, de polvos, de lirios
Habría que besarse y en el beso discurrir sobre la importancia del amor
Habría que recordar también que heredamos el amor
Para así amar intensamente
Y que no quepa, en el mundo, vacío

Que seamos todos
Amados y Amadas
La materia ardiente del sol

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YULIANA ORTIZ RUANO

Yuliana Ortiz Ruano es una narradora y poeta nacida en Esmeraldas, Ecuador, en 1992. Licenciada en Literatura con mención en Artes y Escritura. Ha publicado Canciones desde el fin del mundo (Libero Editorial, Madrid, 2021) y Cuaderno del imposible retorno a Pangea (Ediciones Libros del Cardo, Valparaíso, 2021 – Recodo Press, Quito, 2021 – Amauta & Yaguar, Buenos Aires, 2022). Seleccionada en el Translator Choice II del Festival de Literatura Latinoamericana LATINALE, organizado por el Instituto Cervantes de Berlín. Es autora de la novela Fiebre de carnaval (La Navaja Suiza, 2022), obra que obtuvo el Premio Joaquín Gallegos Lara a la mejor novela del año y del libro de cuentos Litorales (Recodo Press, 2023).

Júpiter: la isla que no se repite (fragmento)

2

Habías dicho que el ombligo es una isla en mitad del océano de piel tostada y cicatrizada por la arena y el sol.

Habías dicho que detrás de una sonrisa de dientes sanos también hay una espuma acumulada

piel cubriendo una catástrofe aún no dicha por eso inexistente.

Nunca la boca ha dicho el deseo

hablar es tejer agua sobre el vapor de los manglares hablar es atravesar el Guayas

caminando de puntillas sobre un tenso hilo de nailon

¿Eso es hablar?

Bajar la cabeza tras una boca que se abre dentro de otra boca en la que descansa un árbol de bocas sonriendo.

He soñado en un mar de dientes

un plancton nadando entre tus dientes pequeños huesos con la particularidad del brillo.

Sonreír es hacer una isla de dientes en el globo de la cara al igual que pestañear

una isla dentro de mi pared es un murciélago graznando su existencia

 

he soñado con tus dientes

un millón de sonrisas caninas gritando en motivo insular gritando con la audacia de una isla

decir es hacerse isla

por eso me como tu nombre

antes de hacer de agua el espacio que me separa de tus dientes.

Tus dientes se elevan en un rito sin nombre

tus dientes vuelan alrededor de mi cara

tus dientes completan un algo que tampoco sé decir porque es deseo.

Una máquina que se mueve como una isla.

Nunca he sentido más miedo

que cuando llovió el dos de noviembre

Limones

lista para sepultarse bajo una bóveda de agua

y yo imaginaba el horror de no volver a ver tus dientes sobre la boca que no dice para no hacerse isla.

Nunca he sentido más miedo que en esa lluvia en Limones antes de San Martín.

Levanté a mi madre que ya no lo era en la habitación

 

madre

tía

y hermana

 

eran tres islas distantes incomunicables entre sí.

Yo elegí ser agua

tierna agua niña de sal y arena

capaz de acoger entre mis vientres

a todas las mantarrayas del Pacífico

Nunca sentí más gozo que cuando voló una mantarraya ante mis ojos caballo

sobre un bote a punto de hundirse caballo

y las mantarrayas bailando para mí

bajo un sol de pronta lluvia.

Caballo abrí la boca para recibirlos

pero entró también un pez a comerse mi sangre

a destrozar mi vesícula.

Nunca sentí otra fiesta

que la de ese vuelo de aves

cartílago de nohumano primero

mientras Limones quedaba cementada por el agua yo deseaba ver una vez más tus dientes

debajo de la isla de tu rostro chico y extraño

un mar de dientes comiendo otros dientes

pero siempre desde tu boca

de la sonrisa plateada

de la imposible isla que no quiero

debajo del techo tejo el mar necesario

isla como la última letra de tu nombre.

 

Voy a subirme a todas las mesas para servirme de banquete propio.

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JUAN JOSÉ RODINÁS  

Juan José Rodinás es un poeta nacido en Ambato, Ecuador, en 1979. Ha publicado  los libros de poemas como Los rastros (2006), Barrido de campo (2010), Cromosoma (2011), Cuaderno de Yorkshire (Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro, Pre-Textos, 2018 y Premio Jorge Carrera Andrade), Un hombre lento (Diputación de Salamanca, 2019). Yaraví para cantar bajo los cielos del norte (biografía no autorizada de un Banksy sudamericano), con el que obtuvo el Premio Casa de las Américas, 2019, reeditado por la editorial Sudaquia en 2020 y Fantasías animadas de ayer y alrededores (Premio Aurelio Espinoza Pólit, PUCE, 2021). Además, ha reunido su trabajo en antologías personales como Los páramos inversos (2014), 9 grados de turbulencia interior (2014), Koan Underwater (traducción al inglés de Ilana Dann Luna, Phoenix, 2018) o más recientemente Algoritmo para cambiar el flujo de los ríos. Antología 2020 -2020 (Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, 2023).

Infinito de septiembre

En una plaza sin estatua,
dibujo varios nidos,
mientras oigo el disco de Tom Waits
que tanto te gustaba.
Un viaje del corazón al cerebro
cuyo sentido sea la muerte de las cosas
y duelan menos las palabras que duelen.

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JUAN ROMERO VINUEZA

Juan Romero Vinueza es un poeta nacido en Quito, Ecuador, en 1994. Co-editor de Cráneo de Pangea, entre sus libros de poesía destacan Revólver Escorpión (La Caída, Ecuador, 2016), 39 poemas de mierda para mi primera esposa (Turbina, Ecuador, 2018; Liliputienses, España, 2020) o Dämmerung [o cómo reinventar a los ídolos] (Liliputienses, España, 2019), que obtuvo la Mención de Honor del Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade 2019. Compiló, con Abril Altamirano, Despertar de la hydra: antología del nuevo cuento ecuatoriano (La Caída, Ecuador, 2017).

Nunca escuché al señor Simic o comerse a los antepasados aunque se hayan cambiado de nombre

“la historia no miente” o eso es lo que dicen

los que la escribieron / pero tanto en la historia

como en la poesía las personas han optado por

cambiar sus nombres como una forma de borrarse

en la sociedad que los está acogiendo ahora

o tal vez para no levantar sospechas extrañas de por qué

hay un extranjero en un lugar tan irrelevante como este

pero borrarse del mundo no es algo simple ni sencillo

mucho menos cuando eres el resultado de una lista de

personas que borraron sus nombres & se inventaron a sí

mismas nuevamente con otra mitología & otros sonidos

rastrearlos ya no es una opción / porque sería imposible

los nombres que los configuraban ya han perdido significado

lo único que te queda para dizque saber algo de ellas es

sentir que vuelves a ser parte de un nombre que no te pertenece

más allá de un plato de papas con cuero o una chanfaina bien

calientita / que la comes con gusto pero también con el miedo

de saber que en el fondo eso que haces es un acto de canibalismo

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ROY SIGÜENZA

Roy Sigüenza es un poeta y cronista nacido en Portovelo, Ecuador, en 1958. Es uno de los poetas más destacados de las últimas décadas en su país. Su primera obra fue el poemario Cabeza quemada (1990), en formato de plaquette.​ Sus primeras publicaciones contaron con tirajes reducidos. Ha publicado los libros de poemas Cabeza quemada (1990), Tabla de mareas (1998), Ocúpate de la noche (2000), La hierba del cielo (2002), Cuerpo ciego (2005), Cuatrocientos cuerpos (2009) y Apuntes de viaje a Nurdu. Su obra está recogida en las recopilaciones Abrazadero y otros lugares (2007), Manchas de agua (2016) y Habilidad con los caballos (Severo Editorial, 2020). Su poema Piratería, incluido originalmente en el poemario Tabla de mareas (1998), alcanzó gran popularidad en los círculos poéticos jóvenes de Ecuador.​ Un fragmento del mismo fue elegido para dar nombre a la novela Caballo sea la noche (2019) del escritor español Alejandro Morellón.

Abrazadero

Para Ángel P.

Los abrazos de los amantes
propician el verano y el invierno;
a ellos se debe que el agua vaya y vuelva,
que la luz esté ahí, sobre todo en las noches,
y sepamos que nada hemos perdido,
aunque lo hayamos perdido todo.

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Piratería

Iré qué importa

Caballo sea la

noche.

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GABRIELA VARGAS AGUIRRE

Gabriela Vargas Aguirre es una poeta nacida en Guayaquil, Ecuador, en 1984. Ha publicado La Ruta de la Ceniza (Ganadora de los Fondos Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio, La Caída, 2017) y Lugares que no existen en las guías turísticas (II Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro, Valparaíso, 2021). Aparece en publicaciones y antologías como Mujeres que Hablan (Dirección de Cultura de Pichincha; 2015), Antología del Tea Party, Muestra Dinámica de Poesía Latinoamericana (Cinosargo; Chile 2016) y País imaginario. Escrituras y transtextos. Poesía latinoamericana 1980-1992 (Ay del seis; España 2018).

¿Qué dirección postal tiene el mar? 

Debimos mirar hacia arriba.
Ahora el cielo es una casa de agua.
Pide un deseo que en la marea todo es ahora. Te dije.
Siempre quise vivir en el mar. Dijiste.
Te dije azul. Te dije negro –azul.
Mudarse es también peces lloviendo hacia arriba.
MUERTOS.

Siempre quise vivir en el mar. Te dije azul.
Debimos mirar hacia arriba. Te dije negro –azul.
Entonces deseaste tomar una ola y volverla una burbuja.
Desde abajo, nuestros ojos, los mordidos,
esos que aguantan los dardos decían:
“Mudarse también es mirar pasar las nubes”.

Entonces los peces cayeron de golpe,
avanzando se volvieron un diluvio.
Sus panzas, sus ojos tiesos como puño, un diluvio.
Los peces llueven hacia arriba. Te dije.
Sus aletas son estrellas. Te dije.
Azules son los muertos antes de hundirse.

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