5 poemas de Alejandra Arroyo

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Dos gatos

en el edificio de enfrente
hay dos gatos asomados a la ventana
nos preocupa la posibilidad
de que se caigan
en el supermercado de al lado
hay una señora que deja dos artículos
nos preocupa la posibilidad
de que no se haya equivocado

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La ideología

a veces no sé por qué escribo poemas
un poemario es la consecución de un idiolecto
el contenido ficción, las palabras escogidas la ideología
que sostiene
mis manos
esta noche

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Alcobendas

esta ventana da a un jardín
un jardín que me es ajeno
también la cama, los libros,
las fotos de la infancia
pero casi todo me recuerda a otra casa
a unos pocos kilómetros de esta
que habité durante muchos años
esa casa nunca más será mi casa
no volveré a ella de visita
ni conoceré a sus actuales dueños
mi arraigo es una biblioteca de doble fila
que se traslada donde puede
donde surge la necesidad
llena de cajas
que a veces no se vacían

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Homenaje a Szymborska II

sentadas a esta mesa baja de roble
comprada hace semanas en Maisons du monde
están también nuestras vidas pasadas
la de alguien que tenía un amigo con el que ahora no se habla
alguien que engañó a alguien
alguien que vivía en Carabanchel con su novio y con sus gatos
alguien que vivía en París con su novia y con sus gatos
alguien que estuvo a punto de casarse
alguien que no está cenando en casa de sus padres

pero esa noche lo único que pasó fue

que alguien trajo cena y después se sintió triste
alguien estuvo más lejos de lo habitual de alguien
alguien rompió con alguien por teléfono
alguien probó alguna droga por primera vez
y alguien pasó por allí y formó un debate sobre España
que alguien reprodujo después en algún libro
y por el que alguien sintió que quizá no le tomaban muy en serio

debían ser las seis cuando pusimos Pero no pasa nada de Amaia
y a algunos se nos escaparon algunas lágrimas
abrazados en el sofá pensamos en algunas vidas posibles
algunas entre las infinitas

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San Sebastián de los Reyes

cuántos colores tendrían los globos la mañana que mi padre
[volvía a casa sonriendo no lo sé
quizá no fueran tantos quizá estropeé esa imagen
[cuando yo solía ser el problema
y no-recuerdo-ni-cómo

me gustaba esa casa en San Sebastián de los Reyes
pero no nos la podíamos permitir

en San Sebastián de los Reyes me besaba con chicos me besaba con chicas
cuando besaba a los demás el mundo se suspendía
aunque los amigos de Roberto me llamasen zorra con quince años
yo pensaba que tenían razón
porque ciertamente quería besar a toda la población de San Sebastián
[de los Reyes
poner mi vida en suspensión

y mi padre seguía mirando hacia los globos
y sonreía en mi cabeza y yo me los ponía encima
¿me estás mirando ahora?

cuántas veces dije aquí no soy feliz y ahora querría irme a una de esas
[ciudades dormitorio
a besar a toda su población

pero como el resto de las cosas, la casa en la que escuché la música
[de mi padre con las ventanas abiertas no podía ser para siempre
la escalera que me llevaba hasta su cuarto
una casa en la que no existió nunca mi perra Duna

pero como el resto de las cosas, tampoco me quedaré aquí
por mucho tiempo
si morir es solamente marcharse y no volver
poner la vida en suspensión, besar a toda la población de San Sebastián
[de los Reyes

quizá ahora otra vez haya una señal de salida en alguna parte, pero creo
[que no la estoy viendo
¿tú la ves, mamá?

los colores de los globos eran limitados,
Pantone no ponía a disposición toda su paleta para los fabricantes
[de globos
pero yo vi el Paseo de Guadalajara lleno de colores
te lo prometo, mamá
sólo me dijo asómate
y abajo estaba mi padre sonriendo

en Marqués de Vadillo me parece que no hago nada de provecho
aquí no hay calle peatonal ni mi padre estará nunca más rodeado de globos

aquí no voy a la Biblioteca Claudio Rodríguez con mi padre
a coger libros de Sapo y Sepo a mirar los globos de la calle
en verano en la piscina del vecindario

pero me pongo los globos por encima para que me mire mi padre

antes de que te mueras, antes de volver a San Sebastián de los Reyes

la biblioteca de doble fila de San Sebastián de los Reyes
[se extendió en Marqués de Vadillo por un pasillo oscuro
y ya no miramos los libros
¿o tú los miras, mamá?

y me asomé y vi a mi padre sonriendo