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Santos como Dios manda

Entro a menudo en las librerías San Pablo de Sevilla y de Madrid. Me gusta comprar libros de Hans Küng para los amigos, echar un vistazo a las nuevas ediciones de la Biblia, repasar lo que hay de patrística y teología: cada cual tiene sus vicios más o menos confesables. Y el otro día me dio por mirar el expositor de estampitas. Y allí, entre los santos clásicos —san Francisco, santa Teresa, san Antonio—, me encontré con caras que no había visto nunca: muchachos con aire de alumnos aplicados, chicas de dulce sonrisa de catequesis, adolescentes en vaqueros. Son los nuevos santos y mártires modernos que la Iglesia lleva a los altares. Y en mi laica ignorancia, me quedé mirándolos con curiosa perplejidad. Háganse cargo: nací en 1951 y en el cole estudié Catecismo e Historia Sagrada, así que mi santoral aprendido se refiere básicamente a los santos de antes: los de parrilla, espada y fuego. Los que echaban a los leones. Soldados de Dios con un puntito de desafío en el suplicio, mártires de toda la vida, tipos y tipas duros, convencidos de que sufrir era su pasaporte a la eternidad. Ni ñoñerías, ni estampitas con sonrisas angelicales, ni mariconadas místicas: lo suyo era sudor, miedo, sangre y, a menudo, un sarcasmo final que desarmaba a sus verdugos. Santos, en fin, como Dios manda. Y la nómina resulta espectacular.

San Lorenzo es uno de los grandes clásicos. Diácono romano, condenado a morir asado en una parrilla de hierro: carbones encendidos, olor a carne quemada, los legionarios tronchándose de risa, y el pavo todavía encuentra fuerza para escupirles la frase inmortal: «Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho». No hay fe que explique semejante insolencia. A eso lo llamamos carácter. Como el de san Sebastián, que posa con otro estilo, más blandito y tal, pero a quien no se puede reprochar falta de agallas: atado a un poste y aguantando flechazos con un par de huevos. Tampoco las señoras se quedan atrás. Ahí está santa Águeda: hermosa, cristiana y obstinada. Le arrancan los pechos y ella sale en las estampas presentando en bandeja su carne mutilada como tributo al cielo. O santa Cecilia, otra que tal. El verdugo era torpe de narices, y la chavala agonizó tres días con el cuello abierto, cantando himnos como Shakira. Y volviendo a los tíos, ahí tenemos a san Bartolomé: desollado como un conejo, aguantó rezando hasta el final. Aunque para santos provocadores, san Cipriano de Cartago: al ir a rebanarle el gaznate, dio al verdugo una bolsa de monedas para que hiciera bien el trabajo. Pocas muertes tan romanas como ésa. Tan profesionales.

Y es que así eran los santos de antes: héroes de lo invisible. Sufrían con esa mezcla de valor y chulería que los hizo eternos. Nada que ver con los santos de ahora, que suelen ser monjitas buenas, jovenzuelos que obedecían a sus padres, muchachas que ayudaban en las tareas del hogar, criaturas devotas de la catequesis. Nada que reprochar; la fe y la inocencia son siempre dignas de respeto. Pero la comparación es inevitable. Ahí tenemos, por ejemplo, a Carlo Acutis, adolescente italiano muerto en 2006, beatificado por su vida ejemplar y su devoción al rosario y a la Eucaristía. Buen chico, amante de la informática, generoso con los pobres, estudioso y obediente. La Iglesia lo propone como modelo para la juventud digital. Nada que objetar: su bondad es luminosa. Pero imaginen el descojono de un san Pedro, un san Pablo, un san Andrés, o sea, aquellos santos que eran carne de circo y patíbulo. Casi todos los de ahora son flores de pitiminí, ejemplos de obediencia, estudios y pureza de costumbres. Pasamos del macarra al monaguillo, del guerrero al muchacho aplicado, de la parrilla romana al cuarto de estudio. Aquellos veteranos tenían biografías como escritas por Homero: hierro, sangre, frases insolentes en la cara del verdugo. Las de ahora parecen redactadas por el tutor del colegio: «Era buen estudiante, respetuoso con sus padres, rezaba el rosario y ayudaba en casa».

Tal es la cuestión. Porque uno, con sus pecados y cicatrices, se pregunta a quién confiará el alma cuando toque dársela a quien se la dio. Y francamente: si debo rezar y encomendarme a alguien, prefiero los clásicos de toda la vida como san Apapucio, obispo egipcio decapitado en tiempos de Diocleciano, o san Simeón Estilita, que estuvo treinta años subido a una columna aguantando sol, viento y lluvia, con dos cojones. Esos viejos caimanes eran los Clint Eastwood del dolor, gladiadores de Dios. Eran profesionales serios. ¿Cómo voy a confiar mi salvación a un niñato que ayudaba en las tareas de casa, aprobaba matemáticas, sabía manejar el PowerPoint de la parroquia y no tenía ni media hostia?

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Publicado el 31 de octubre de 2025 en XL Semanal.

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Basurillas
Basurillas
28 ddís hace

A lo mejor -o a lo peor- lo que ocurre en la actualidad es que en plena edad de la información no conocemos de la misa la mitad, o no hacemos caso de la otra media. Por ejemplo, seguro que hubo gente en la Dana de Valencia que, tras perder a sus familiares más cercanos entre el lodo, el cementerio de enseres, vehículos naufragados y medio ahogarse en doce ocasiones, salvó a cuatro o cinco vecinos que pasaban arrastrados a su lado, entre plegarias a Nuestro Señor para que aquello acabase, y sin un sólo pensamiento homicida respecto a Teresa Ribera por las obras en cauces que paralizó o nunca ejecutó por sus santos y partidistas ovarios y que hubieran impedido aquello y aún duerme, probablemente a pierna suelta. O aquel otro u otra que, en una ciudad de Ucrania, de cuyo nombre no quiero acordarme, tras ver explotar veinte malditos drones rusos sobre el tejado de una guardería, en lugar de salir huyendo dando alaridos de terrror de allí, se arremangó su vestimenta medio quemada y hecha trizas, y sacase a tres o cuatro niños y niñas de entre los escombros salvándoles la vida, tras lo cual hizo la señal de cruz en su propio pecho. O, para terminar, a aquel bombero de la Ume, desconocido, que este verano infernal, rodeado de llamas, sacó a varios perrillos y un par de caballos de aquel establo incandescente a riesgo de su vida, como un nuevo San Antón, mientras rezaba un Ave María y del que aún hoy se desconoce su nombre y su milagro.
La santidad sigue viviendo entre nosotros, pero muchas veces permanece incógnita, salvo para los que la vieron con sus ojos entre un infierno dantesco de llamas, lodo, gritos y lágrimas infantiles. El Señor les bendiga.

Carlos Palacio
Carlos Palacio
28 ddís hace
Responder a  Basurillas

Ayudar a tus conciudadanos en una desgracia te convierte en héroe, no en santo, por mucho que lo hagas mientras recitas el rosario. Son cosas distintas.

basurillas
basurillas
28 ddís hace
Responder a  Carlos Palacio

Tal como describe y califica a los modernos santos o beatos el Sr. Pérez-Reverte en su artículo, lo único que al parecer diferencia hoy a unos de otros es…el mero reconocimiento de la Iglesia. Incluso hay algunas personas, por ej. Teresa de Calcuta, que participa sin duda alguna de ambos calificativos. La diferencia muchas veces es tan sutil que sería dificil encuadrarles. Incluso prefiero al héroe o heroína pues será incluso reconocible como tal por ateos, agnósticos, herejes o practicantes de otras religiones y, fíjese, hasta por políticos. Que ya es decir.

Juan Antonio
Juan Antonio
11 ddís hace
Responder a  basurillas

En cuanto metes a esa vergüenza de Calcuta, la has embarrado. A ver si te informas antes de nombrar desechos humanos.

Rodolfo Badel Troncoso
Rodolfo Badel Troncoso
24 ddís hace
Responder a  Carlos Palacio

Lo más probable es que un héroe, uno de verdad, sea santo. Los que he conocido, mujeres y hombres, lo son. Santos que pueden contar chistes o tomarse una cerveza y hasta pecar. No tienen que ser santurrones. Los santos que menciona Pérez-Reverte, leyendas aparte, fueron héroes y heroínas.

Javier
Javier
27 ddís hace
Responder a  Basurillas

Esos no son santos, son héroes. Hay que diferenciar muy bien el santo del héroe.
Al santo se le atribuye un don excepcional, dado por el Espíritu Santo, en nuestra religión católica.
En otras religiones también existen santos. En Marruecos hay tumbas de hombres prominentes, santones, cuyas vidas estuvieron llenas de buena praxis islámica, hombres piadosos y excepcinales, donde unas especies de cofradías acuden cada año a visitarlas y a pedir a estos prominentes pronombres una intercesión por este o aquel problema ante Alah. Es común ver a padres alzar a niños recien nacidos al paso del estandarte de la cofradia, pues creen que si el cuerpo del niño roza ese estandarte, le alcanzará la baraka del hombre santo. Por supuesto el Islam oficial no contempla estos cultos, que se han asentado a lo largo de los siglos entre el pueblo llano marroquí.
Ya ve la necesidad que ha tenido siempre el pueblo de alguien excepcional que interceda por él.
Saludos

Juan Antonio
Juan Antonio
11 ddís hace
Responder a  Javier

La turba siempre necesita de la magia. O qué otra cosa son esas invocaciones a insostenibles relatos?

basurillas
basurillas
24 ddís hace
Responder a  Basurillas
Pau
Pau
23 ddís hace
Responder a  Basurillas

“Nada que objetar”

¿Pero cómo que nada que objetar? querido Reverte. Con lo bien que lo haces cuando se trata de poner a los políticos en su sitio. Con ese estilo canalla que tanto nos gusta…

Lo intentas, pero esta vez, los que llevamos años leyéndote, notamos detrás de ese lenguaje áspero, un peloteo a las sotanas que no es de recibo a estas alturas.

Es que se puede ser santo a secas o santo y mártir al mismo tiempo, que son los que a ti a mí nos gustan, santos con casquería. El Vaticano debería encargarle a De Prada una edición del martirologio exclusiva de santos mártires de los de antes, no ganaría el Planeta porque ya lo tiene, pero sería una delicia para lectores sibaritas.

Tienes buen gusto, a ti, los santos que te gustan son los de cuando los cristianos eran una secta de comunistas y revolucionarios anti sistema. Normal, esos eran tipos duros, fanáticos ingenuos que se jugaban el pellejo de verdad por denunciar la injusticia y el abuso de poder.

Pero luego das un salto de 700 años y vienes a los son santitos de hoy en día, ni punto de comparación, claro. Deja al pobre Carlo Acutis en paz, que bastante habrá tenido el chaval y métete con los santos de en medio, los que vienen desde el sigó IV para acá, cuando la iglesia se arrimó al poder, se convirtió en sistema en sí misma y le cogieron gusto al oro, al lujo y a los vicios de todo tipo, con especial predilección por la carne infantil. En los últimos tiempos, con el auge de los derechos humanos y tal, disimulan mas y se han moderado bastante, excepto en el tema infantil. Se conoce que la carne es débil, como bien predican.

Y para mantener ese tren de desenfreno, no dudaron en patrocinar a dictadores y tiranos de todo pelaje. Robos, asesinatos, matanzas masivas, guerras santas, torturas… en fin, que te voy a contar que no sepas, mi querido y admirado Arturo.

A lo largo de estos 7 siglos esta secta, convertida en emporio económico y de poder, ha canonizado a multitud de tipos y tipas que harían las delicias de tu pluma afilada si te quitaras el remilgo que rezuma tu columna de hoy.

No tenías que meterte con el pobre Acutis teniendo a la vuelta de la esquina a San Juan Pablo II, que es verdad que combatió con vivencia e intrigas el comunismo soviético, pero tambien se cuidó muy mucho de protejer, cual gallina a sus polluelos, a un buen puñado de clérigos pedófilos.

O al mismo San Pío XII que se tomó muy en,serio la labor poco caritativa de buscar escapatoria segura a no pocos criminales nazis.

Y si nos vamos mas atrás tienes al inquisidor San Pedro de Verona, que se afanó con entusiasmo en arrancar uñas y descalabrar articulaciones de herejes antes de ser canonizado.

En esos tiempos del quinientos y seiscientos, que tan bien conoces, tienes multitud de ejemplos de santos amantes de las escabechinas y de convertir al hereje a base se chupitos de plomo fundido. Así que no sigo, que de esta época sabes tú mucho mas.

¿Nada que objetar? ¿seguro?

Juan Antonio
Juan Antonio
11 ddís hace
Responder a  Pau

“…los que vienen desde él sigo IV para acá, cuando la iglesia se arrimó al poder, se convirtió en sistema en sí misma y le cogieron gusto al oro, al lujo y a los vicios de todo tipo,” Desde el principio la así llamada “iglesia” fue un selecto club en busca de poder, ni fundada por Cristo ni otro que se le pareciera. “Tienes buen gusto, a ti, los santos que te gustan son los de cuando los cristianos eran una secta de comunistas y revolucionarios antisistema. Normal, esos eran tipos duros, fanáticos, ingenuos que se jugaban el pellejo de verdad por denunciar la injusticia y el abuso de poder.” Por ahí te acercas un poco más a la vera historia. “Y para mantener ese tren de desenfreno, no dudaron en patrocinar a dictadores y tiranos de todo pelaje.” Y cuándo han dejado de hacerlo? “No tenías que meterte con el pobre Acutis” Un buen ejemplo de márquetin aggiornado!!! No sigo porque me aburrí.

ricarrob
ricarrob
28 ddís hace

Bueno, don Arturo, cada uno tiene sus manías. ¡Podía haber sido peor! Por ejemplo coleccionar discursos o fotos del Sánchez o de la Yoli. ¡Hay gente pa to! como diría el Gallo.

En mi caso, debí ser un tanto rarito de pequeño ya que nunca me atrajo eso de coleccionar sellos, cromos, etc. Me parecía una chorrada. Pero ya de mayor me ha dado por coleccionar dos cosas, lo confieso: pequeñas figuritas de dragones ya que me encanta este animalito tan simpático, elocuente y extrovertido. Los hay de todos los tipos: unos fieros y amenazantes y otros simpáticos y familiares. Tengo hasta uno de china que es una verdadera obra de arte. Precisamente, tanto con la famosa culturización, es tremendamente difícil encontrar una de estas figuritas en Cataluña, siendo uno de sus símbolos. En Occidente siempre sale algún gilipollas con un espadón para clavárselo al pobre animalito que no le ha hecho nada sino enamorarse de la princesita. Siempre he odiado al San Jorge de las pelotas. Algunos no saben cómo conseguir fama. Hoy el San Jorge se dedicaría al fútbol.

Hay casos curiosos de estos desmanes como el famoso Lagarto o Dragón de la Malena en Jaén capital, al cual, pobre bicho, reventaron con explosivos. De ahí que tienen un dicho: “reventar como el lagarto de Jaén”. Para descargo de los jienenses, decir que ahora honran al bicho representándolo por toda la ciudad en esculturas, etc.

La segunda cosa que colecciono son pequeñas figuras de búhos. Me fascina este animal. Son preciosos. No hay nada más bonito que un gran búho real. Y los hay blancos. Siempre observando, siempre al acecho. No se les escapa una. Atacan sus presas a la velocidad del rayo y su vuelo es tremendamente majestuoso. Lo dicho, me fascinan.

Ambas aficiones inconfesables hunden su raíz en nuestro inconsciente atávico. Los dragones pueblan nuestro pasado medieval (y más atrás) como monstruos maléficos y destructivos. Eso en Occidente. Sin embargo, en China es un animalito protector y que da buena suerte. Sus dragones de tela enormes que hacen oscilar en sus desfiles son una delicia.

Los búhos también pueblan nuestro inconsciente europeo. Es símbolo de Atenas y de la diosa Atenea, símbolo femenino, y representa la sabiduría la inteligencia y ver cuando ningún otro bicho puede hacerlo (como hacen las mujeres). Nos viene de la vieja Europa y de cuando las sociedades antiguas eran matriarcales. Aunque ya no esté de moda me encanta leer a la arqueóloga Marija Gimbutas. “Dioses y diosas de la vieja Europa” nos describe todo esto.

Durante el Calcolítico, o sea, antesdeayer, la mitad de la Península Ibérica se pobló de innumerables ídolos fabricados en marfil, piedra, pizarra y hueso representando, en mi opinión, a búhos simbólicos que reflejan esta antigua religión matriarcal que hunde sus raíces en lo más profundo de la Prehistoria.

Lo búhos. Los dragones. Algo profundo se despierta en mí con ellos.

Respecto a sus experiencias religiosas o quizás totémicas, don Arturo, yo quedé colmado en mis trece años de colegio de curas. Me hicieron rezar rosarios, asistir a misas, aprender vidas de santos, viacrucis y demás parafernalia incensaria para diez vidas. Así que, el incienso me produce urticaria. Eso sí, la disciplina, que nunca está de más, era tremenda. Los susodichos curas eran como sargentos de la Wehrmacht. Y nos forraban a hostias (no de las que fabrican las monjitas tan pacientemente, no).

Me quedo con mis búhos y mis dragones.

Saludos a todos.

Juan A.
Juan A.
28 ddís hace

《San Severo huyó hacia Castrum Octavianum, lugar donde después se levantaría la ciudad de Sant Cugat del Vallès, señalan desde la Catedral de Barcelona. Allí fue hallado y detenido por un destacamento romano y, al no renunciar a su fe, sufrió el martirio, insertándole un clavo en la cabeza. Por su parte, los sacerdotes que acompañaron al obispo fueron decapitados.)

Ni los santos son lo que eran, ni tampoco los mitos o los héroes de nuestros días. Las circunstancias han cambiado mucho, gracias fundamentalmente a las comodidades que nos aporta la energía barata. Pero los monos desnudos que somos seguimos teniendo similar biología e instintos, aunque ahorabquedemos lanmayoría desarraigados de la naturaleza, incluso disgregados los lazos sociales. Una criatura desarmada a merced de Dios, o más bien al capricho de las “big tech”. Para bien y para mal.

Los santos de hoy deberían dar ejemplo de la vida futura, rebeldes frente a nuestras certezas, señalando el camino al más allá que no llegamos ni a imaginar. Levantando el dedo frente a los riesgos crecientes para el cuerpo y para el alma. Y es sabido que los martirizarán los poderes terrenales, si no consiguen camelárselos.
Les deseo un feliz día de san Severo.
Y gracias A. P.-R. por la nueva entrega.
Me vuelvo a Venecia con ese capitan Batiste. 😉

Aguijón
Aguijón
28 ddís hace

Los santos riojanos

Pues sepa usted, don Arturo,
Que en esta tierra riojana
Los santos trabajan duro.

En cuestión de santidad
Laboran tarde y mañana
Dos Domingos y un Millán.

Aunque de nombre festivo
Nunca alentaron, jamás,
Ese ocio tan nocivo.

Lo puede usted comprobar
En La Calzada o en Silos,
Allí sus obras están.

Y, en cuanto a San Millán,
Anacoreta eremita
Que en Suso llegó a habitar,

Puso barro a esa marmita
Para poder cocinar
Esta lengua que transita,

En firme peregrinar,
Desde los montes Distercios
Hasta el Pacífico mar.

No lancemos improperios,
Veneremos el trabajo
Sin buscar falsos “remedios”.

Ya tendrán otros el cuajo,
Como el tal Enric Juliana,
Para enseñar el badajo.*

*(Zurrándole la badana,
Desde “Vanguardia española”,
A don Diego esta semana.

Se rayará esa gramola…
¡Valiente santo varón
Y capullo de amapola!)

PD:
Tras el martirio de los que alargan las sobremesas, sería bueno dejar de “alabar” a quienes derogan planes hidrológicos y pedirles responsabilidades.
Obras son amores y no buenas razones, diría Santa Teresa.

John P. Herra
John P. Herra
28 ddís hace

Por fin una crítica a la Iglesia como mandan kos cánones, y no todo ese refrito anticlerical. A mí, de San Lorenzo, aún me parece mejor la respuesta que dio al requerimiento del juez de que entregara en un plazo de días las riquezas de la Iglesia. El maño (porque era de Huesca) va y se prsenta con los pobres, huérfanos, cojos y viudas, y le sacude: “Aquí tiene nuestras riquezas, señor juez”.

John P. Herra
John P. Herra
28 ddís hace
Responder a  John P. Herra

Como dicen los viejos tratados, “más vale autoridad que ciencia”, me digo yo que la sutoridad eclesiástica propone como modelo a unas virtudes heroicas, las de los nuevos santos, que tienen más que ver con el hombre medio, mucho menos cinematográficas o litetarias que los de antes. Si yo cuento las virtudes de mus padres, a quienes tengo como santos en muchas cosas, ustedes dirán: “unos padres como los míos”. Y sin embargo, son un modelo a imitar, más de ir por casa.

Javier
Javier
28 ddís hace

Cada época, don Arturo, tiene los santos que merece, imagino. La Iglesia del siglo XXI, está lejos de ser aquella superviviente de los primeros siglos de su existencia, cuando era carne de Circo Máximo, o de anfiteatro de Emérita Augusta.
Luego, tras la aceptación por parte del imperio como religión tolerada, primero, y como religión oficial, después, vino la lucha contra la herejía propia, y la extraña, contra el cisma y el Islam.
La lucha de la iglesia de hoy no tiene nada que ver con aquella, hoy la lucha es contra el relativismo y contra el neo liberalismo, aunque algunos estén obsesionados con el marxismo cultural. El que ha vaciado las iglesias los domingos es el liberalismo económico que ha permitido que el domingo, el día del Señor, se abran los nuevos templos donde reina la maldad de becerro dorado, el anticristo con todos sus atributos: los centros comerciales.
No se extrañe pues que Carlo Acutis sea el modelo a seguir, a la hora de subir a los altares.
Yo, me crié en un pueblecito de la provincia de Badajoz, donde había una imagen de Santiago Apostol, pero no el peregrino, sino el que iba montado en un caballo blanco, blandiendo espada, y tenía bajo el a un sarraceno moribundo. Una vez entré en una tienda de artículos religiosos y pedí una estampa de Santiago Matamoros. El dependiente me miró asustado y me dijo: “De Santiago a caballo, dirá usted”. No somos nadie, don Arturo.
Saludos.

José Ángel
28 ddís hace

Una mezcla sublime de profundidad y humor. Un placer, como siempre, poder disfrutar de sus palabras, Don Arturo.

Viendo cómo ha “evolucionado” la sociedad, supongo que la tendencia tenía que llegar también a la Iglesia. Antes los títulos académicos se sudaban y mucho, ahora aprueban asignaturas solamente por asistir a clase, otras tienen que realizar algún trabajo cuya bibliografía eran los resúmenes de tik tok y ahora la IA, y algunas de las asignaturas que exigen examen, se quejan los alumnos de encontrarse en su segunda oportunidad (el antes septiembre) que solamente les repiten las tres cuartas partes de las preguntas del que suspendieron anteriormente. Cada vez mas estudiantes universitarios sin comprensión lectora, o sea, sin capacidad para entender un libro o un artículo.

En esta nueva tesitura, no parece tan descabellado que los nuevos mártires, la nueva excelencia del sufrimiento, sea la imagen del estudiante aplicado; la ejemplaridad para las nuevas generaciones, ayudar al prójimo y no pertenecer a la nueva clase de “ofendidos”, aquellos que inventan causas absurdas por las que indignarse y reivindicar, para luego predicar con el ejemplo la filosofía de “pórtate mal y no mires con quien”.

Cuando Charlton Heston vuelva a la Tierra en su nave espacial, se encontrará un planeta de simios intelectuales y morales, dominados por una IA a su imagen y semejanza.

José Prats Sariol
José Prats Sariol
28 ddís hace

¿Y qué me dice usted de comparar las novelas de aventura de ahora con las del siglo XIX?

Pedro Campbell
Pedro Campbell
27 ddís hace
Responder a  José Prats Sariol

Fino…….muy fino.

ignacio
ignacio
28 ddís hace

lo confieso…a mi también me resultan muy atractivas las vidas de los santos, pero de los santos de antes, con fuste, tragedia y ese punto de magia sobrenatural ante la cual no se si reírme o caer de culo.
esos santos clasicos tienen sus estampas, sus figurítas y sus invocaciones que valen igual para un roto que para un descosido…y casi todos tienen en comun que sus atribularias vidas de santidad ocurrieron hace muchos años.
los últimos en entrar en el santoral han realizado unos milagrillos de medio pelo…nada que ver con aquellos milagrazos de los clásicos.
los fichajes del mes de septiembre fueron el Acutis con su chandal y el Frassati con su pinta de doncel bobalicon.
estoy por hacerme budista…o luterano…un sin vivir.

Pepe Cuervo
Pepe Cuervo
28 ddís hace

Ser buen ciudadano y apiadarse de tus semejantes, debería ser la norma, no lo extraordinario o lo santificable, pero parece que en los tiempos que corren, la norma es ser como el romano torturador, antes que el santo torturado. Tiempos raros, estos que nos ha tocado vivir.

Rubén Robledo
Rubén Robledo
28 ddís hace

“polvo serán, más polvo enamorado” El ser consciente de ser amado sin merecerlo es lo que hace transcender y soportar sufrimientos con dignidad. San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, San Alberto Hurtado, rogad por nosotros.

ricarrob
ricarrob
27 ddís hace

Bueno, me ha dado qué pensar los comentarios de esta semana. También la afición de don Arturo. Respeto las manifestaciones de la fe de tantas y tantas personas y respeto la ya dicha afición de don Arturo.

No me apetecía entrar de lleno en este tema, no me agrada, pero, bueno, me ha entrado un cierto picorcillo.

En mi opinión las santidades antiguas que reivindica don Arturo y las historietas que las acompañan son tan creibles (inverosímiles diría yo), como el gran negocio de las reliquias que la Católica Iglesia montó desde sus inicios pero sobre todo en la Edad Media. Las supuestas historias de las santidades van de la mano con las reliquias, muchas de ellas de los propios santos. Costilla de san Epifanio, falange del dedo meñique de san Salustiano, la red con la que pescaba san Pedro, millones de prepucios de Cristo, gotas de leche de la Virgen, millones de astillas de la cruz de Cristo para formar todo un bosque, cientos de Sábanas Santas, punta de flecha de san Sebastián, el brazo incorrupto de santa Teresa, el gallo que cantó después de cocinado (perdóneme la alusión riojana sr. A)… así hasta el infinito.

De verdad, don Arturo, ¿usted se cree lo de la parrilla vuelta y vuelta?

El de los santos y sus reliquias, un enorme negocio a costa de gentes crédulas y una gran operación de marketing.

Pienso que la Iglesia antes de nombrar nuevos santos, deberìa dar la santidad a tantas víctimas del fanatismo religioso: nombrar santa a Hipatia de Alejandrìa, vejada, torturada y asesinada por una horda fanática; nombrar santas a las brujas quemadas vivas de Zugarramurdi; nombrar santo a Galileo; nombrar santos a los desdichados cátaros, perseguidos, asesinados y quemados por intereses espúreos; nombrar santos a los hugonotes asesinados en la noche de san Bartolomé… y nombrar santos y santas a tantas víctimas de la odiosa, fanática y luciferina Inquisición. Víctimas torturadas y quemadas en una gran orgía infernal que duró siglos.

Toda una caterva de vìctimas espera en fila ser nombrados santos por su sufrimiento.

Tengamos el santo en paz.

Aguijón
Aguijón
27 ddís hace
Responder a  ricarrob

Domingo hizo muchas cosas y gracias a su empeño por desviar la ruta jacobea de la antigua calzada romana surgió su ciudad.
Lo de que cantó la gallina después de asada sólo es la anécdota para recordar a un hombre de vida plena.
Lo de las brujas de Zugarramurdi también me pilla de cerca porque fueron juzgadas y ejecutadas en Logroño…
No es algo que me ilusiones, pero ocurrió aquí e incluso lo recuerdan en el parque del Ebro…
Creo que ahora alguna va más pasada de antimonio que aquellas pobres señoras… Bueno para los fabricantes de escobas.
Saludos.

Jorge
Jorge
27 ddís hace

Estimado Don Arturo, Dele tiempo al tiempo que cuando tengamos otra cruzada para recuperar Paris o algo asi, ya habrá lugar para mártires de los de antes.

Daniel Magaña
Daniel Magaña
27 ddís hace

San Carlo Acutis murió de leucemia, con una entereza en sus dolores que no merece ese “no tenía ni media hostia”, Don Arturo. Efectivamente, no hay fe que explique la insolencia de San Lorenzo. La explicación está en lo que San Lorenzo y San Carlo tienen en común, que no es la heroicidad de un sufrimiento soportado por dos cojones, sino por un amor profundo. La santidad de Carlo no está en su obediencia y su inocencia, como la santidad de Lorenzo no está en su insolencia frente a sus verdugos; la santidad no está siquiera en el reconocimiento de la Iglesia -acabamos de vivir la fiesta de Todos los Santos, para todos aquellos que en el anonimato y sin estar en los altares han vivido y muerto amando a Cristo y al prójimo-. Ahí está la santidad. ¿Y a poco amar al prójimo (y a veces a Dios), durante toda la vida y en la misma muerte no requiere dos cojones o dos ovarios, según cada cual? ¡Saludos desde México!

Enrique
27 ddís hace

Pues Arturo, dadas las circunstancias propongo encomendarnos a San Wladimir, santo patrón de Syldavia. Como poco…..siempre nos quedará Tintín.

Eki
Eki
27 ddís hace

Por cierto, sin que venga a cuento en modo alguno, pero amantes y apasionados de la navegación como me consta que son muchos de ustedes, permítanme felicitarles el día de hoy pues la botadura de la nao San Juan ha sido un éxito y ya flota en la ría de Pasaia. Aún le faltan velas y mástiles y un largo año de recuperar oficios perdidos para tenerla lista antes de que ponga rumbo a Terranova. Ha sido una tarde emocionante, y en fin, quería compartirlo con ustedes.

Claudio
Claudio
26 ddís hace

Don Arturo, buenas tardes. Ante todo, tiempos duros hacen hombres duros, hombres duros hacen tiempos fáciles, tiempos fáciles, hacen hombres débiles. Ahora a lo nuestro… hoy no se sufre o se lucha por nada… todo es fácil, no cuesta. Que no se puede… que es imposible. Dios mío, llegamos por obra y gracia a nuestros días… No me imagino a un pibe de 17 o hasta de 30 años sin su celu o sin las redes. Cuando era chico, la leche se iba a buscar al super o si la economía asolaba (cosa que en mi bendito país siempre pasó), ibamos a la chacra o quinta amiga a buscar la leche recién ordeñada… como costaba todo. Hoy tienen todo servido. A mi me criaron sabiendo que no había nada imposible, mis hijos no entienden… inclusive me cuestionan la máxima de mis padres. Dios nos salve, don Arturo. Un placer leerlo.

Angelesydemonios
Angelesydemonios
25 ddís hace

Es dable destacar que desde la muerte de Jesus, y durante 2 siglos, todos los cristianos fueron perseguidos, torturados y asesinados por los romanos, que luego dieron en travestirse como “Santa” iglesia catolica y aqui no ha pasado nada. A la sazón culpemos a los judios y blanqueamos 2 siglos de torturas. -“pero emperador, quien va a creer eso?”. “Muy facil, escribid al final: PALABRA DE DIOS” y asunto resuelto.

Yohel Amat
Yohel Amat
24 ddís hace

La maestría en sarcasmo e ironía que hay en este artículo es para aplaudir a forma de plantear un punto pero sin ir directo al objetivo sino sobrevolar primero el mismo para luego dar en la diana.
Con respecto al tema, a mis 60 años no puedo más que concordar y en mi opinión no hay de otra ya que cada generación tiene los santos que se merece…y qué se le parecen.

MAR GARCÍA
MAR GARCÍA
18 ddís hace

Pues discrepo totalmente con Pérez Reverte. Los santos son admirables, los que sufrieron tanto en aquellos tiempos, tiempos más salvajes, sin duda, donde no había medias tintas, pero actualmente, gracias a Dios, podemos ver santos reales, nuestros vecinos, compañeros, familiares, que son ejemplo de bondad, amor, empatía, trabajo,… También han sufrido mucho: enfermedades, pérdidas, dolor. No es necesario que hayan pasado un calvario físico de torturas. No entiendo lo que expone el autor, ni lo comparto. A veces es demasiado extremo y tajante. Ni tanto ni tan poco.