Fran Bariffi es un poeta nacido en Azul, Argentina, en 1998. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Da talleres de lectura y edita en Evasión y Pequeña fortuna. Presentamos una selección de poemas pertenecientes a El borde azul.
***
Poemas azules
Un poema azul es un poema triste que se convierte en alegría
Sobre la mesa hay algodones azules
sucios
manchados con esmalte de uñas
como el papel de un poema impregnado
por la particular
pigmentación de un alma.
Una chica que conozco dice siempre
que el alma es un gas,
para que el gas entre en la casa
además de abrir las ventanas
hay que hacer espacio entre los muebles
dar lugar al vacío
para que el viento pueda entrar en la habitación.
Azul es el color de la sangre y el color del sol
azul es a veces la ropa que uso
me gustaría que azul fuese el color de mis poemas
no de todos mis poemas
sino de los que nunca leo en público porque todavía
no encontré la forma de hacerlos cantar
***
Felicidad clandestina
A veces es un misterio
saber si escribo de verdad
o si los hilos casi incomprensibles de palabras
forman simplemente
un dibujo.
Pero estas últimas tardes
cuando salgo de trabajar
me siento en el café de la esquina y mi única alegría
es este rectángulo de papel y plástico
que compré en la calle Perú
donde pacientemente inscribo marquitas extrañas
como un monje o como un gato
que en los sillones deja escrito
el diario de un animal.
La única vez que lo llevé a una lectura
se rieron de mis maullidos sin sentido
pero yo pienso que no necesito decir nada
para que un cuaderno sea valioso
guardo páginas y páginas de rayas y marquitas
que cuelgo con cinta en las paredes
y son grafitis en persianas de metal
manos rojas de una caverna primitiva
y aunque terminen en cajones polvorientos
como cáscaras secas de una fruta
la emoción de esos dibujos
es un río invisible
de felicidad
***
26 de octubre:
Es sábado y despierto en un altillo
sobre un colchón en el piso, con picaduras de pulga
la mujer del hostel me da un pote de caladril
camino por la ciudad que desconozco con una capa
de crema espesa bajo la ropa
cuadra tras cuadra
con mis auriculares y mis lentes de sol
(soy una extranjera sin aspiraciones)
(mis ideas revolucionarias han muerto)
la casa está llena de personas fascinantes y drogadictas
pienso en personajes de la vieja bohemia
pienso en el arte como una fe sin destino.
Mediodía: el calor es tremendo
las paredes del museo son altas y frescas
están cubiertas de paisajes de otro siglo
paisajes extraterrestres
de ciudades que no existen
veo la obra de un pintor que vivió en la ciudad donde crecí
dos personas a 100 años de distancia
enamoradas del mismo paisaje
algo en la pintura conoce mis recuerdos
algo en ella me hace llorar
(soy un chico que se refugia en museos)
“mantenerse jóvenes significaba rechazar
cualquier mentira compensatoria”
(soy una hormiga con el único deseo de que lo maravilloso
acontezca)
***
Paisaje interior
Veo árboles de 300 años
siluetas de ángeles y antiguas escalinatas de piedra
como en fotos de parís o alguna antigua
ciudad de los andes.
es un placer rarísimo
estar sentada en mi escritorio y tardar
diez minutos en elegir dos palabras
absorbida por el azul del aire
que de la atmósfera pasa a mis dedos
y libera como un río su caudal en el papel
y es que siempre que el cuaderno se abre
veo la misma puerta
el mismo marco azul anacarado
el mismo pasillo hacia el mismo sitio sin tiempo
al que fui enviada
para jugar
***
Cuaderno infinito
Es lindo pensar que este cuaderno
comprado una tarde al pasar, en una librería de Almagro
fue en otro tiempo papel para reciclar
y en otro tiempo, el material de una fábrica
y en otro tiempo la piel
apenas naciente de un árbol.
Es lindo pensar que el miedo de hacer cosas diferentes
no importa
porque aunque sea poco lo que pueda decir
estas páginas están hechas de
algo infinito
una cosa sin forma
posiblemente viscosa
como la noche o la oscuridad
***
Buenos Aires
Quizá la humedad y el shampain
gratis
en la inauguración de una muestra
de arte
sean obras del mismo
artista
las dos caen
del cielo en Buenos Aires
las dos dejan algo tibio
y pegajoso
entre mi cuerpo y el resto de las cosas
***
Parque Centenario
Hoy usé la cadenita dorada que me regalaste
en el parque Centenario.
¿Cuántos días pasó esta cadenita
en tu casa y después en la mía?
¿en tu cuello y después en el mío?
Antes de dormir, la descuelgo y dejo
al lado del cepillo de dientes
y al día siguiente la cuelgo
en el mismo lugar
mi cuello
como un hilo de sol
que apareció por accidente una tarde cualquiera
y ahora llevo a todas partes sin saber
a quién le pertenece


Martina Cruz
Noe Vera ○ El piberío de mi
Fran Bariffi país tiene qué
decir y sabe
cómo
decir.
Ellos son algunos; sé que Hay Muchos
Más.
“Cuaderno infinito” = aplausos!!
Aquí tenéis poetas a los que podíais apoyar.
Que tal, Alquimista de Palabras ®