Se obtienen beneficios insospechados de permanecer inmóviles mientras todo alrededor sigue su curso: “Pronto la luz pétrea del sol y las palmeras simétricas señalarán filas de tumbas idénticas”. La autora Evelyn Scott (nacida Elsie Dunn; Clarksville, Tennessee, 1893 – Nueva York, 1963) engendra naturalezas muertas en un ente abigarrado: “El mar está oscuro como un sueño y las montañas son invisibles”.
La comprensión final (o no) de su novela Escapada (1923; Muñeca Infinita editorial, 2024; Traducción de Esther Cruz Santaella) supone arribar a una especie de tácita aceptación de la alteridad que nos convoca: “Jackie, una vez fuiste mi oscuridad. Tú estabas hecho de mí, la oscuridad en la que ambos entramos”.
Coexiste el relato de la escritora modernista en los forcejeos liminales entre estados de inacción, mientras rastrea las discrepancias entre lo que son los personajes (la escritora sureña que se fuga al Brasil con un decano universitario mucho mayor que ella, casado y con hijos) y lo que se espera que sean: “A veces, cuando me siento del todo agotada, me descubro a mí misma con un odio terrible hacia todo lo que estoy obligada a amar”.
Nunca resulta discordante la yuxtaposición del espacio público y los momentos privados de la pareja protagonista. Tan adictiva como entrañable, la honestidad de la crónica scottiana nos permite ver dentro de un constructo cerrado para entender que algo puede ser al mismo tiempo emocionante, horrible y abstruso.
Se ofrece, de paso, una solución al problema de la falta de pertenencia, al convertir el desarraigo en algo que celebrar, haciendo de nuestra condición de outsiders una virtud esclarecedora. Pasan el académico y la sufragista norteamericana los días entre páginas juntos, bebiendo, hablando, soñando, sin remordimiento alguno.
¿Cómo, entonces, logran el retrato de una existencia que no se desdibuje en los bordes? Mostrando las múltiples narrativas divergentes, interesándose por la cronología como motor vertebrador de una biografía novelada: “Había demasiada luz a mi alrededor, demasiado espacio. Ansiaba que la precisión del dolor me arrastrase de nuevo a un mundo de pequeñez”.
Las estaciones sucesivas proporcionan el ritmo de una saga donde la tensión del tiempo que pasa es aumentada por el conocimiento de que este es limitado. Una meditación sobre la modernidad coexiste con una denuncia del pánico que esta nos procura en un texto que se mueve entre el auténtico análisis cultural y el falso ejercicio de introspección: “El silencio de las cosas es más impregnable que cualquier otro silencio”.
Depende el éxito de la lectura de la voz que nos acuna. ¿Suena plausible en este relato de sí misma? ¿O exagera para causar un determinado efecto? ¿Habla la autora como una persona real? ¿O se ceba en la autocrítica?: “Es la educación sentimental de Evelyn, puesto que la muestra en la busca de la definición de un yo femenino”, sostiene en la introducción Maria Das Graças Salgado.
La forma desenfadada e hiriente en que se hablan unos a otros (y a nosotros, en última instancia) está brillantemente representada, con franqueza, claridad y humor, y nos invita a cuestionarnos la forma en que interpretamos lo que nos rodea, lo que permite a la autora expresar “lo que entonces era un tabú”, concluye la profesora de la Universidad Federal Rural do Rio de Janeiro en el prólogo, “el anhelo de contacto íntimo con su amante”.
En Escapada se combina la física con la metafísica, se mezcla el humor con el horror. Emprende Evelyn Scott un salvaje viaje al centro de sí misma. Al retratar con precisión las articulaciones aparentemente inarticuladas de la actualidad, refleja los idiolectos a través de los cuales negociamos nuestras vidas: mediante nuestros avatares, mientras “la canción y la luz mueren juntas. Silencio y oscuridad, como fue en el principio”.
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Autora: Evelyn Scott. Título: Escapada. Traducción: Esther Cruz Santaella. Editorial: Muñeca infinita. Venta: Todos tus libros.


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