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Ascenso y caída del padre de la bomba atómica

Ascenso y caída del padre de la bomba atómica

El lector, al terminar el libro Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer, se encuentra con que la obra, escrita por Kai Bird y (Oregón 1951) y Martin J. Sherwin (Nueva York 1937-Washington 2021), es una biografía descomunal, rigurosa, avalada por 25 años de trabajo, con cientos de notas a pie de página, una extensa bibliografía y entrevistas a más de 110 personas que tuvieron contacto con Oppenheimer.

Al leer la biografía de uno de los físicos más importantes del siglo XX, el lector se da cuenta que su existencia fue apasionante, con muchos pasajes emocionantes. La vida de J. Robert Oppenheimer, cual tragedia griega, sigue fielmente la estructura de motivación, planteamiento, peripecia y desenlace.

Los amigos, rivales y enemigos de Oppenheimer, con su testimonio, dieron forma a un retrato de un hombre lleno de matices que nos introdujo en la era atómica. Su empeño y lucha más impresionante fue concebir un plan para que existiese un control internacional de la energía atómica y no dejar en manos de un monopolio el poder de las armas nucleares.

"Lo suyo era abarcar grandes campos científicos y no centrarse en una sola cosa, motivo por el que nunca ganó el premio Nobel"

Oppenheimer fue un amable profesor, un físico poseedor de un gran talento, así como de una personalidad compleja con gran sentido humanista, defensor apasionado de la justicia social, con gran sentido ético y amante de su país. El reconocimiento como padre de la bomba atómica llevó aparejado que se convirtiese en un héroe nacional y símbolo del científico al servicio del pueblo. Sin embargo, para unos pocos poderosos enemigos, era un individuo peligroso para la seguridad nacional, llegando a convertirlo en la víctima más destacada de la cruzada anticomunista estadounidense. En sus años jóvenes, desarrolló una personalidad estoica, característica que le sirvió para poder enfrentarse a las surrealistas situaciones con las que tuvo que lidiar a medida que conseguía su ascenso al estrellato científico, social y popular, sirviéndole, a la vez, para encajar su derribo y caída cuando se encontraba en la cima de su carrera.

Desde joven demostró tener dotes carismáticas que, unidas a sus virtudes como físico inteligente, profesor sagaz y comunicador lúcido, le hicieron ser líder incuestionable de los equipos a los que dirigió. No había nadie capaz, como él, de captar la esencia de las cuestiones y dar con la solución a los problemas que se planteaban. Siempre estaba decidido a hacer física de vanguardia y abordar las incógnitas que le interesaban. Lo suyo era abarcar grandes campos científicos y no centrarse en una sola cosa, motivo por el que nunca ganó el premio Nobel. En el mundo de la física estaban convencidos que “Bohr [padre de la mecánica cuántica] era dios, y Oppenheimer su profeta”.

A su alrededor se encontraban científicos sabios y eruditos humanistas que acumulaban todos los galardones del conocimiento, alguno de los cuales, como el caso del dos veces ganador del Pulitzer, Horgan, afirmó: “Siempre había pensado que en el mundo hay muy pocos Leonardos y Oppenheimer”.

"Oppenheimer pretendió, en la posguerra, despertar la conciencia política de la sociedad fomentando un debate sobre la moralidad y la política de la bomba atómica"

En septiembre de 1942 el gobierno consideró a Oppenheimer el candidato idóneo para dirigir el laboratorio de construcción de armas secretas, cuyo propósito era construir la bomba atómica, proyecto al que se le denominó “Manhattan”. En Los Álamos (Nuevo México) edificaron un complejo científico e industrial apto para desarrollar y construir una nueva bomba capaz de derrotar al fascismo y que a la vez sería capaz de poner punto final a todas las guerras.

Al ver las consecuencias que provocaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki Oppenheimer pretendió, en la posguerra, despertar la conciencia política de la sociedad fomentando un debate sobre la moralidad y la política de la bomba atómica. Los científicos eran conscientes y temían que los efectos devastadores de la bomba atómica podrían acabar con la civilización. Junto con otros colegas redactó un contundente documento sobre los peligros de la carrera armamentística, la imposibilidad de defenderse en las futuras guerras ante las bombas atómicas y la necesidad de un control internacional de la energía nuclear. Esta postura le hizo granjearse enemigos muy peligrosos que pusieron todos los medios del estado, legales e ilegales, para espiar a Oppenheimer y sus allegados. No importaba que muchas de las historias que dañaban a Oppenheimer fuesen poco más que chismorreos maliciosos originados antes de la guerra por personas que ni siquiera lo conocían. Fue víctima de una persecución, por parte de sus enemigos, que usaron escuchas telefónicas, falsificación de documentos, testimonios falsos… para documentar el expediente de investigación que le abrieron. Fue tanto el esfuerzo que sus enemigos emplearon que al final consiguieron, con las referidas malas artes, retirarle la acreditación de seguridad y apartarlo de la vida científico-política de asesor del gobierno.

"En la biografía hay una descripción muy detallada de diversos episodios de la vida de Oppenheimer, llegando a transcribir cartas, conversaciones y documentos que dan una idea muy clara de cómo se orquestó el complot a causa de sus opiniones"

Sus enemigos pretendieron, en los años 50, la muerte civil de Oppenheimer, objetivo que no consiguieron. Lo que lograron fue hacer de él un mártir, llegando la comunidad científica e intelectual a defenderle y no entender cómo el gobierno apartaba a su físico más brillante y patriótico. Con la llegada de la administración demócrata del presidente Kennedy llegó también la rehabilitación de Robert Oppenheimer. En 1963 David Liliebthal, cuando el presidente Johnson le entregó el premio Fermi, afirmó que “era una ceremonia de expiación de los pecados de odio y ofensa que habían sometido a los Oppenheimer”. A finales de 2022 el presidente Biden, a la vista de la parcialidad del expediente incoado a Oppenheimer, decidió revertir la decisión que se tomó en 1954 y devolverle, a título póstumo, la acreditación de seguridad.

Aparte de la magnífica narración que realizan Bird y Sherwin, en la biografía hay una descripción muy detallada de diversos episodios de la vida de Oppenheimer, llegando a transcribir cartas, conversaciones y documentos que dan una idea muy clara de cómo se orquestó el complot a causa de sus opiniones.

En septiembre de 1945, la revista Scientific Monthly afirmó, refiriéndose a Oppenheimer: “Los Prometeos modernos han vuelto a saquear el monte Olimpo y han dado a los hombres los mismos rayos de Zeus”. Hay que recordar que, según Apolodoro, “Prometeo (titán, amigo de los humanos) desafío a los dioses, robó el fuego y se lo entregó a los hombres. Pero cuando Zeus se enteró, ordenó a Hefesto que clavara el cuerpo de Prometeo al monte Cáucaso. Allí pasó muchos años encadenado. Todos los días un águila caía sobre él y le devoraba los lóbulos del hígado, que volvían a crecerle durante la noche”.

Figuradamente algo así pretendieron sus enemigos, pero el trágico desenlace se evitó gracias a los desagravios de los gobiernos demócratas de Kennedy y Johnson, así como el de Biden.

La biografía fue publicada en Estados Unidos en 2005 y resultó galardonada con el Premio Pulitzer de biografía en 2006. La traducción al castellano, por la magnitud y el calado del personaje, podría convertirse en una de las biografías esenciales de este año en el mercado del libro español.

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Autores: Kai Bird y Martin J. Sherwin. Traductor: Raquel Marqués García. Título: Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer. Editorial: Debate. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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