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Carlos Salem

Es todo un placer poder contar con Carlos Salem en #mibiblioteca, retratarle y charlar un rato con él.

Hablamos un buen rato sobre el “negocio literario” y su visión de él. Carlos me cuenta apasionado lo bonito de su profesión, de escribir, crear historias y poemas.

Es una persona con una gran personalidad y carisma, un luchador nato que está constantemente buscando superarse y reinventarse en sus nuevos trabajos.

Alguien digno de conocer, leer y disfrutar.

Aquí os dejo más información sobre él:

Carlos Salem Sola

Novelista, poeta y periodista. Nació en Buenos aires y reside en España desde 1988.  Desde que comenzó a publicar, en 2007, han visto la luz veintinueve libros suyos en español, de los cuales veintidós pertenecen al género narrativo y seis al campo poético. Sus obras han sido traducidas al alemán, el italiano y el francés, y ha obtenido numerosos premios literarios tanto en España como en Francia. Profesor del Centro de Formación de Novelistas de Madrid, ha dictado también talleres de poesía y narrativa en varios países.

Desde hace más de diez años ejerce como agitador cultural en Madrid, y fue uno de los creadores de las Jam Session de Poesía del Bukowski Club, precursoras de los encuentros culturales similares que en la actualidad se cuentan por docenas en todo el país. Dirige la Jam Session semanal de Aleatorio Bar y el Ciclo literario Pata Negra (Podcast y vídeo). 

Nos recomienda estos dos libros: 

Triste, solitario y final, de Osvaldo Soriano

Fue uno de los dos libros que me decidieron a ser escritor.  Yo era un adolescente que oscilaba entre la ciencia ficción y las novelas de espías. Me había asomado a la buena novela negra, pero nunca había leído algo como aquello que Osvaldo Soriano acababa de publicar. Para ser exacto, había encontrado algo similar en algunas novelas de Raymond Chandler que me empeñaba en releer constantemente, convencido de que en ellas estaba la clave de algo que quería decirme a mí mismo. Pero faltaba ese toque irreverente, esa ternura preñada de cinismo dulce con la que Soriano me contaba la historia de un Philip Marlowe envejecido, que se metía en una aventura delirante acompañado por un joven periodista argentino de paso por Los Ángeles,  solo para demostrar que los hombres buenos merecen una buena muerte. Me fascinó ese tono de humor sin gags ni chistes, que se parecía mucho a la forma que ya entonces tenía de ver la vida, ese estupor sin asombro ante lo absurdo de ser argentino y de ser humano. Sin saberlo, había adoptado para siempre a Osvaldo Soriano como uno de mis maestros en esta aventura interminable de escribir.

Y nunca podré dejar de agradecérselo.

El largo adiós, de Raymond Chandler

También fue en 1974 o 1975. Y no sabría decir a ciencia cierta cuál de los dos libros fue antes, porque de alguna manera los recuerdo como una unidad, a pesar de la diferencia de épocas y orígenes de los autores.

El largo adiós es la gran obra de Raymond Chandler, la que excede ampliamente los límites que en aquel tiempo tenía el género negro que él había ayudado a dignificar desde el punto de vista literario. Me impactó para siempre la absurda testarudez de Philip Marlowe, capaz de dejarse golpear, vapulear y hasta encarcelar para defender la inocencia de un tipo al que apenas conoce, para poder creer que todavía valen la pena algunas personas.

En cierto modo, este Marlowe original del creador ya estaba naturalmente emparentado con el que Soriano escribiría años después. Y como si de un mensaje dirigido a mí se tratara, en la traducción que se difundió en la Argentina, el libro acaba con la frase «Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final».

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