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Cómo echar la cúrcuma al Cabrales

Cómo echar la cúrcuma al Cabrales

Cuando Wade Davis publicó El río estaba convencido de haber escrito una biografía sobre el profesor Richard Evans Schultes, un ensayo sobre los desvelos de este científico norteamericano para encontrar enteógenos —como el teonanácatl o el ololiuqui—, descubrir los usos del peyote y recorrer los pueblos ayahuasqueros. Pero cuando el texto cayó en las manos del poeta colombiano Nicolás Suescún, este lo convirtió en una apasionante novela de más de seiscientas páginas. Y a Davis no le quedó otra, que, maravillado por el resultado, darle las gracias, y escribir un prólogo dedicado a su traductor en lengua española por haber mejorado su libro. Y «ahí está el detalle» —que diría el gran Cantinflas—, el traductor no solo traduce, ofrece una versión de la obra. Este fue el concepto más repetido durante el evento del Proyecto CELA de Europa Creativa, que tuvo lugar dentro del Festival Eñe, en la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina. Por la mañana, tres parejas de baile ocuparon la pista para regalar al público tres divertidas performances literarias. Traductores y escritores, escritores y traductores, se conjuraron para demostrar que el suyo puede —y debe— ser un maridaje perfecto, que enriquezca los libros para que los lectores puedan disfrutar con fruición de un gran banquete de literatura que no esté escrita en inglés, ni tampoco en alemán, sino en lenguas con menos difusión, pero igual de importantes, porque su casa es la misma que la nuestra, Europa. Por la tarde, el protagonismo absoluto fue para los traductores, que nos hablaron de sus inquietudes, su forma de afrontar los proyectos editoriales y las condiciones económicas en las que desarrollan su trabajo.

"El proyecto CELA conecta a treinta escritores con setenta y nueve traductores y seis profesionales de la industria de diez países durante cuatro años"

No contar solo con los autores es el gran valor al proyecto CELA, que conecta a treinta escritores con setenta y nueve traductores y seis profesionales de la industria literaría de diez países durante cuatro años. Una apuesta por los artistas emergentes a través de una ambiciosa red, de la que forman parte dos destacados escritores españoles, Aixa de la Cruz y Alejandro Morellón. Según afirma Javier Sagarna, director de la Escuela de escritores —colaboradores del programa y organizadores del evento—, «nosotros nos dimos cuenta enseguida de que nuestro ámbito no debía solo ser el hispanohablante, también teníamos que estar en Europa. Del trabajo en común con otras escuelas, sobre todo con nuestros amigos holandeses, surgió CELA para dar una oportunidad a nuestros alumnos de tener una proyección internacional. Y quisimos que esto fuese para los autores, pero también para los traductores, que vimos que eran esenciales. Europa no puede ser la Europa del inglés, tiene que ser la de nuestras lenguas maternas, sobre todo para la creación«.

ESCRITORES Y TRADUCTORES, LAS MEJORES PAREJAS DE BAILE

En la puerta de entrada al recinto, un cuarteto musical recibía —ignorando los chaparrones que a cada poco rato caían sobre la capital— a invitados, ponentes y asistentes con sones caribeños, apuntes de jazz y ritmos mestizos; el preludio perfecto de lo que nos esperaba en el interior del edificio. 

El escritor rumano Alexandru Potcoava y la traductora Luciana Cezara

Como si estuviésemos en una representación de teatro, una vez llena la sala, y tras una escueta presentación del evento, pasó a desarrollarse una función en tres actos, en versión original (italiano, rumano y neerlandés) y con subtítulos en español.

I Volviendo a casa

La primera pareja de baile estuvo formada por la traductora del italiano Inés Sánchez Mesonero y el escritor turinés Fabrizio Allione. El título de su texto era Tornando a casa. Un cambio que, según nos explicó Allione, significa «vivir». Inés se transformó en Ana y Fabrizio en Davide, una pareja en constante conflicto. Él relató en italiano, y ella lo contó en español. En un momento de su diálogo, se sentaron, y comenzaron un trepidante intercambio de recriminaciones con sabor mediterráneo. Después —como si hubiésemos cambiado de capítulo en nuestra lectura—, Inés se tumbó en la moqueta, donde se quedó brevemente dormida, se desperezó y siguió introduciéndonos en el desastre de ese matrimonio, en la deriva de esa familia.

* Fabrizio Allione. Vive y trabaja en Turín. Ha publicado cuentos en revistas nacionales e internacionales y colaborado en una antología con Davide Longo y Antonella Lattanzi. Actualmente está trabajando en su primera novela. 

* Inés Sánchez Mesonero. Traduce a tiempo completo del italiano, francés e inglés al español. Está especializada en historietas, literatura infantil y todo texto ilustrado. Sus traducciones publicadas giran en torno al humor, la ciencia ficción, la historia y la ciencia. 

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II La reunión

Después de los aplausos a Inés y Fabrizio, dos nuevos protagonistas se colocaron delante del público, el escritor rumano Alexandru Potcoava y la traductora Luciana Cezara, para representar un monólogo construido con unas buenas dosis de humor ácido. La reunión relata el viaje de un presentador de noticias a su pueblo para asistir a una fiesta de antiguos alumnos. Sentado al volante de un coche imaginario, Potcoava nos transmitió las dudas de su personaje sobre ese encuentro y la necesidad del retorno a sus raíces. Nos colamos con él en la fiesta, comimos, bebimos, fuimos al baile y… huimos junto a él de su pasado.

Luciana Cezara

* Alexandru Potcoava. Nació en Timișoara, Rumania, en el seno de una antigua familia centroeuropea con raíces rumanas, alemanas, húngaras, suizas y judías. Tiene una licenciatura en Lingüística y literatura rumana e inglesa y ha trabajado como periodista. 

* Luciana Cezara Moisă. Traduce principalmente del rumano, inglés y francés al español. Comenzó a trabajar como traductora profesional a tiempo completo en 2014. Es licenciada en Traducción e Interpretación y tiene un Máster en Traducción Audiovisual. 

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III La evolución de la muela

Daniela Martín Hidalgo y Alma Mathijsen se presentaron ante el público con dos sudaderas, de diferentes colores —naranja la traductora y amarillo lima la escritora—, en las que se leía «I Can’t Fuck», un revolver de Chejov que fue disparado en el transcurso de la actuación. Alma demostró tablas como actriz, y acompañó con aspavientos y onomatopeyas los sonidos fuertes y poderosos de su idioma, de tal forma que sus dolores por la muela del juicio se convirtieron por momentos en un relato que mezclaba el humor y el terror. Al final, la morfina hizo su efecto y la sala se llenó de aplausos para agradecer el colofón a esa hora políglota llena de diversión.  

* Alma Mathijsen. Debutó con la novela Alles is Carmen, seguida de De grote goede dingen (2014) y Vergeet de meisjes (2017). Fue finalista del Premio Literario BNG Bank. Su última novela es Bewaar de zomer (2020), una exploración cruda del amor y la pérdida. 

* Daniela Martín Hidalgo. Es traductora y escritora. Tiene una licenciatura en Estudios Hispánicos y una Maestría en Estudios Literarios de la Universidad de Leiden. Ha publicado los poemarios Memorial para una casa (2003), La ciudad circular (2003) y Pronóstico del tiempo (2015). 

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DECISIONES IMPERFECTAS

Por la tarde, después de haber disfrutado en la sesión matinal con las actuaciones a dúo de traductores y escritores emergentes del proyecto, llegó la hora de las «decisiones imperfectas». Como bien explicó Daniel Montoya, profesor de la Escuela de escritores, era el momento de ver cómo echar la cúrcuma al queso de Cabrales, de qué manera se enfrentan las dificultades que surgen a la hora de combinar estas lenguas con sus particularidades idiomáticas, el argot, el slang… Porque los traductores durante su trabajo deben de tomar muchas decisiones para solucionar problemas, huyendo de las analogías directas y dando muchas vueltas —a veces durante semanas— a las dudas planteadas hasta dar con la solución. Aunque sean conscientes de que nunca llegarán a encontrar el equivalente ideal que contenga todas las connotaciones del original. Sus decisiones serán siempre: decisiones imperfectas.

Cuatro traductores contaron su experiencia trabajando con obras de autores de lenguas minoritarias: Daniel Ordóñez Franco del checo), Sara de Albornoz Domínguez del portugués), Ivana Palibrk del serbio) y Carmen Clavero Fernández del neerlandés. 

"Después llegó la gran pregunta, la cuestión que da sentido al proyecto CELA: por qué hay que traducir de lenguas minoritarias"

El debate comenzó con los cuatro invitados contando sus inicios, explicando el porqué de haber elegido esta profesión. En el caso de Daniel, no fue algo buscado, la falta de traductores en checo hizo que le llamarán. Ivana, al contrario, quiso desde el principio trabajar en este campo y cursó estudios en su país. En Serbia hay un considerable interés por la literatura en español y hay una gran cantidad de expertos en este campo. Carmen empezó a sopesar la idea de estudiar neerlandés durante su Erasmus en Bélgica. La falta de profesionales en esa lengua la animó a buscar su espacio. Carmen también se interesó por la cultura lusa cuando cursó su beca europea en Portugal.

Después llegó la gran pregunta, la cuestión que da sentido al proyecto CELA: por qué hay que traducir de lenguas minoritarias. Ivana destacó la necesidad de traducciones directas entre los diferentes idiomas comparándolo con la gastronomía. Según su relato, «si nos ceñimos en exclusiva a la dieta mediterránea, nos perdemos las especias, la mezcla, no experimentemos«. Carmen, en su intervención, criticó el excesivo protagonismo del inglés. El 50 % de los libros traducidos en España son de esa lengua. Clavero destacó que si solo nos quedamos con los libros de autores sajones nos perdemos un montón de obras de gran calidad publicadas en otros idiomas menos populares. «Menos hamburguesa y más fusión«, apostilló Ivana. 

Alma Mathijsen

Llegó el momento de las reivindicaciones: aparecer en portadas, medios y dosieres de prensa, pero, sobre todo, que se apliquen unas condiciones justas a las remuneraciones. Los cuatro pidieron seguir avanzando en la visibilidad del traductor; no solo cuando hay un error. Carmen destacó que una traducción es una versión y la necesidad de una mayor presencia más allá de los créditos. El moderador destacó también el avance que ha supuesto conseguir que se pague unos royalties. Sara reclamó que todo eso vaya de la mano de unas mejores condiciones económicas y laborales que acaben con la precariedad del sector. Ivana apuntó que se debe hacer un trabajo en las aulas para que se entienda este trabajo, que los alumnos sepan que un texto traducido es un texto nuevo. Daniel terminó con esta parte de la charla mencionando lo gratificante que había sido su relación con la editorial checa Albatros, en contraste de lo que le había ocurrido con alguna española. 

"Los traductores destacaron que si la CIA viese sus historiales de navegación muchos podrían tener serios problemas con la justicia"

El evento finalizó con humor. Los traductores destacaron que si la CIA viese sus historiales de navegación muchos podrían tener serios problemas con la justicia. Las indagaciones que tienen realizar durante su trabajo los lleva a páginas web de lo más inapropiadas. Después de varias preguntas del público, los traductores cerraron su intervención con una declaración de Ivana que relataba como una profesión solitaria se había convertido en algo diferente gracias a las conversaciones compartidas con colegas, escritores y mentores del programa CELA.

Afuera, los músicos seguían tocando para despedirnos con unas notas llenas de mixtura. Seguro que ellos podían explicarnos cómo echarle la cúrcuma al Cabrales.

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Fotografía de portada y del artículo: David Fernández. (EFE)

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