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El año de Stephen King, los vampiros y las canciones de amores perdidos

El año de Stephen King, los vampiros y las canciones de amores perdidos

Después de habernos dado no pocas alegrías con sus trabajos como director de cine, guionista y productor, Manuel H. Martín se lanza al terreno de la narrativa con una novela, Rojo sangre, que es una vuelta de tuerca al mito del vampiro. El libro cuenta la historia de una mujer que descerraja un tiro sobre la criatura que visita a su marido en el lecho de muerte.

En Zenda, Manuel H. Martín explica el origen de Rojo sangre (Berenice).

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El origen

2020, escrito por Stephen King. No se trata de un título literario, sino del texto que se podía ver estampado en camisetas negras durante el año de la pandemia. Está claro que aquella terrible pandemia, que parece vencida ya a estas alturas, fue una experiencia única para nuestra generación. Más allá de las lecturas apocalípticas que originó, la pandemia nos obligó a encerrarnos en casa durante un tiempo. A algunos nos tocó vivirla en soledad. En esa soledad nos enfrentamos, como nunca antes lo habíamos hecho, a nuestras ilusiones perdidas y a nuestros demonios. Pero también nos reencontramos con nuestro propio camino de baldosas amarillas.

"Mientras escribía, no podía dejar de escuchar música. Me hacía listas de los temas que me gustaban, evitaba aquellos temas que levantasen recuerdos espinosos y encontraba otros nuevos"

En el año anterior, 2019, comencé a escribir artículos sobre cine, en la revista digital Filmand. Después de una ruptura, pérdidas familiares y duelos no resueltos, aquel ejercicio de escritura me ayudó a despejarme. A través del visionado y el análisis de películas que tanto me fascinaban, acompañando de lecturas sobre psicología y narrativa, pude comprender muchas más cosas sobre las historias y emociones. Entre aquellas películas que había analizado, se encontraba Déjame entrar, una historia de vampiros sobre relaciones tóxicas que resultó realmente inspiradora para el manuscrito que comenzaría poco más adelante.

Lo importante era escribir y disfrutar de la escritura. Mientras escribía, no podía dejar de escuchar música. Me hacía listas de los temas que me gustaban, evitaba aquellos temas que levantasen recuerdos espinosos y encontraba otros nuevos, de autores que solía escuchar pero que me habían pasado desapercibidos hasta entonces. Uno de ellos fue Me dejó marchar, interpretada por Coque Malla e Iván Ferreiro. Esa canción de amores perdidos, que hoy se ha convertido en una de mis preferidas, se me clavó muy adentro.

Me dijo ven aquí y muerde
Tú necesitas ser feliz
Soy el ángel de la muerte
Y he pensado mucho en ti.

Sin embargo, en 2019, aquellas letras aún no habían causado el efecto transformador que vendría pocos meses después. Por aquel año, entre los trabajos de audiovisual, aún seguía promocionando mi primera publicación, en este caso un cómic, en calidad de guionista: Una historia de perros viejos, que había sido publicado por Dolmen en 2018, con prólogo de uno de mis autores de cabecera, Carlos Zanón.

"Ya no me importaba que fuese una historia para agradar a todo el mundo, solo era la historia que yo querría leer y, por tanto, contar"

Tras este breve preámbulo, nos debemos centrar en el año 2020, en el origen de los primeros manuscritos de Rojo Sangre. Con el parón, volví a visitar libros y películas que me fascinaron siendo más joven, como Soy leyenda, de Richard Matheson, 1280 almas de Jim Thompson, ET de Steven Spielberg, La cosa del pantano de Alan Moore o Sandman de Neil Gaiman. Eran obras que despertaban en mí la ilusión del niño y del adolescente que algún día fui. Obras que habían trascendido las fronteras de los géneros, lo pop y lo pulp, en búsqueda de nuevos caminos emocionales. Y fue entonces cuando saqué del cajón un viejo tratamiento cinematográfico ambientado en Río Tinto. Era una historia personal, dramática, con tintes sociales, que versaba sobre el Alzheimer, el fin de los recuerdos y el amor. En ese momento, me hice muchas preguntas: ¿Realmente te gustaría leer o ver esta historia? ¿Es el tipo de género que te gustaría o está contada en el modo “adecuado” para agradar a todo el mundo? ¿Qué le gustaría leer o ver a tu yo de hace años? Todas las preguntas me pedían darle una vuelta al asunto, transformar mis experiencias e inquietudes. En ese momento estalló con fuerza en mi cabeza el recuerdo de la película Déjame entrar, con su vampirismo realista y contundente, y la canción Me dejó marchar, con sus tintes melancólicos. Las preguntas, los recuerdos y las emociones me empujaron con intensidad para abordar la historia de amor crepuscular de María y Andrés, mezclando los géneros que tanto amaba, desde el drama familiar, pasando por el horror y los vampiros o el western rural. Ya no me importaba que fuese una historia para agradar a todo el mundo, solo era la historia que yo querría leer y, por tanto, contar. Y así fue como comencé a trabajar en los primeros manuscritos de Rojo sangre. 2020 no sería el título de una novela de Stephen King, pero fue el año en que nació una novela que también lo había tomado como referente.

El proceso

En esta primera novela, Rojo sangre, así como en el cómic previo que escribí, Una historia de perros viejos, se parte de una estructura narrativa y luego se van añadiendo detalles y fragmentos que parecen propiciados por los protagonistas del relato. Es un tópico, sí, pero bien es cierto que, al menos para mí, la estructura pasa a un segundo lugar cuando los personajes comienzan a tomar vida y voz propia.

"Se manejaron títulos alternativos previos como No puedo quitar mis ojos de ti o Como yo te amo, en alusión a las canciones populares"

No he tenido dedicación plena para la escritura, aunque sí pude continuar la disciplina de intentar escribir al menos una o dos horas al día durante muchas semanas. Conseguí una primera versión en el año 2020, aunque luego vino el proceso de repaso y corrección que se extendió hasta bien entrado en 2021. Sin duda, la fase que más disfruto es la corrección. Parece que estuviese montando una película y eliminando todo aquello que sobra. Mi objetivo es intentar mantener la calidez humana de los personajes y la profundidad de la historia, pero evitar que haya pérdida de ritmo o textos excesivamente farragosos. Aplicar la máxima del “menos es más”. Si puedo contar lo mismo con menos palabras, mejor.

Tan importante son las correcciones como preparar el dossier y el libro “premaquetado” para las editoriales. En esta etapa lo más importante es prepararse y acostumbrarse a recibir multitud de negativas. Y no perder la esperanza de que llegue un editor y se enamore, no tan locamente como tú quizás, de tu novela. En este sentido, estoy tremendamente agradecido a la confianza que ha depositado Berenice (Almuzara), el cariño editorial de su equipo y del editor de esta novela, Javier Ortega. Que publiquen bajo una colección llamada “Poe” es algo que nunca hubiese podido imaginar.

Gracias al equipo editorial le dimos una buena vuelta al nombre de la novela. Se manejaron títulos alternativos previos como No puedo quitar mis ojos de ti o Como yo te amo, en alusión a las canciones populares. Finalmente, acabó tomando como título Rojo sangre, en alusión a la propia descripción del río Tinto que se hace en la novela.

El vampirismo y el amor

El vampirismo siempre me ha resultado fascinante y atractivo. Me cuesta resistirme a la seducción perversa de los protagonistas de Carmilla, Drácula, Soy Leyenda, El misterio de Salem’s Lot, Entrevista con el vampiro o Déjame entrar. Además, creo que no soy el único. Basta buscar un poco de información, incluidos estudios y documentales, para darse cuenta de que los vampiros son mitos y leyendas inmortales, que han levantado pasiones en la vieja Europa, en Oriente, en todos los rincones del mundo. Su espíritu iconoclasta ha generado multitud de acólitos, por todo lo que representan en cuanto a erotismo y libertinaje. Sin embargo, tampoco podemos olvidar los elementos ocultos en el tóxico romanticismo que hay en sus relatos: relaciones enfermizas, control mental, posesión física y amor malsano. Relatos de amor y muerte o de muerte y amor, según se mire.

"Es un relato de vampiros, que versa sobre amores que nos pueden hacer daño, que ya no nos pertenecen y que debemos dejar marchar"

Es inquietante pensar en los mitos vampíricos. Pero son aún más inquietantes cuando nuestras reflexiones nos desvelan sus posibles ramificaciones e inspiraciones reales. Da miedo pensar en la existencia de seres que, sin colmillos ni inmortalidad, tengan el poder de convertir a sus amantes en huéspedes a los que parasitar hasta que el amor se acaba.

Rojo sangre es una novela corta, escrita en tercera persona, en presente y con estilo directo, con un toque pulp, entre el drama y el género fantástico. Es un relato de vampiros, que versa sobre amores que nos pueden hacer daño, que ya no nos pertenecen y que debemos dejar marchar.

Más allá de la fantasía, bajo la superficie de lo que se cuenta, vampiros y vampirizados se muestran, en el fondo, como un reflejo distorsionado de lo mismo, como seres que convierten el amor en dependencia y necesidad. Eso de “como yo te amo / convéncete / nadie te amará…”, de aquel clásico interpretado por Raphael, da qué pensar. Porque resulta tan tenebroso meterse en la piel de los vampiros como hacerlo en la de sus esbirros, de las personas que sacrifican toda su vida y se ponen al servicio de un amor que, simplemente, ya no merece la pena.

Espero que esta historia de vampiros, ambientada en un paraje tan particular como Río Tinto, guste a los lectores. Que sean seducidos por esta historia de ficción y que mantengan a estos seres en el cerco exclusivo del mito y la leyenda.

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Autor: Manuel H. Martín. Título: Rojo sangre. Editorial: Berenice. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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