El efecto ‘like’

Mélanie Claux, una licenciada en Filología, casada, con dos hijos y obsesionada con crear una familia feliz, de repente se sorprende a sí misma llorando sin causa aparente. De joven participó en un reality show que le hizo disfrutar de una fama pasajera, pero pronto cayó en el olvido, aunque parece no resignarse a ello, y crea una cuenta en Facebook donde comparte su existencia feliz con el resto del mundo. Pronto descubre que sus seguidores admiran sus dotes de “supermamá” y se siente revalidada por una avalancha de “me gusta” y emojis repletos de amor. Facebook se le queda pequeño y descubre otros canales como Instagram o YouTube donde subir los vídeos con sus hijos y así completar la imagen de “supermamá“ con la de “superhijos”, todo ello alimentado con grabaciones de los niños con sus juguetes favoritos, realizando proezas, abriendo paquetes de regalos y contando al detalle actividades cotidianas como la limpieza de la casa, los desayunos en familia o las compras en distintas tiendas. Esta obsesión va creciendo y dará pie a crear el canal Happy Break con la ayuda de su marido, Bruno Diore, quien dejará su trabajo para dedicarse más y mejor a este negocio familiar que genera más de cinco millones de suscriptores y unos ingresos de más de un millón de euros al año gracias a la publicidad de los productos. Toda esta aparente felicidad se trunca cuando desaparece de forma misteriosa su hija Kimmy, de seis años, la estrella del canal. Aquí arranca un thriller vertiginoso y entra en escena la agente Clara Roussel, de 33 años, que vive por y para su trabajo y cuyos padres eran militantes ecologistas y opuestos a la frivolidad de los realities.

La novela tiene además un giro inesperado que la acerca a la ciencia ficción, porque De Vigan nos traslada al 2031 y nos presenta a un nuevo personaje, el médico psiquiatra “especialista en la incidencia de la revolución digital en los trastornos de ansiedad, en patologías asociadas al desarrollo de las redes sociales, de la realidad virtual de la inteligencia artificial”

La gran reflexión de esta novela estriba en descubrir dónde se encuentra el límite entre participar de las redes sociales y la explotación de unos hijos en beneficio propio aprovechando el vacío legal existente, y qué razones pueden llevar a hacer esto además de las económicas. ¿Perdonarán esos hijos a sus padres cuando se hagan mayores? ¿Somos los dueños de la vida de nuestros hijos menores? ¿Por qué hay que fingir una felicidad constante?

Una vez más, De Vigan ha logrado una novela entretenida, con una buena intriga que linda con lo detectivesco, y con mucha reflexión de fondo. Marca de la casa. Porque la explotación de nuestra vida íntima y la alienación en la que vivimos son los ejes que recorren toda la novela, mientras que el lector no deja de cuestionarse sobre cómo hemos llegado a exponer de esa manera nuestras vidas y muchas veces la de nuestros hijos menores. La privacidad de la infancia y la explotación infantil en redes llevada adelante por los propios padres es uno de los grandes temas que De Vigan nos plantea. Este es un libro que puede llegar a incomodar viendo el comportamiento de ciertos adultos, pero la denuncia y la crítica son necesarias. Es alarmante la violación del derecho a la intimidad de los menores y la falta de regulación.

Esta novela es un buen thriller-denuncia que bordea por momentos el ensayo sociológico, que presenta una estructura tradicional, que plantea unas cuestiones muy actuales y que se convierte en un retrato ácido de nuestra sociedad. Una novela necesaria.

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Autora: Delphine De Vigan. Título: Los reyes de la casa. Traductor: Pablo Martín Sánchez. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.